#63SSIFF: la fuerza mexicana
600 millas, Chronic, Te prometo anarquía, Desde allá y Las elegidas La fuerza mexicana Por Mireia Mullor
Ya lo decían muchos compañeros de prensa: la sección Horizontes Latinos de esta 63 edición del Festival de San Sebastián ha demostrado la fuerza del cine latinoamericano, que nada tiene que envidiar a la Sección Oficial. Muchos de los films que se dan cita en la sección podrían ser perfectamente postulantes a la Concha de Oro o integrantes de las Perlas, porque su capacidad para sorprendernos durante estas últimas semanas ha sido indiscutible. En concreto, ha habido una liga de películas venidas desde México que merecen su propio espacio de reflexión, ya que constituyen un fenómeno con nombres y apellidos que seguiremos oyendo durante mucho tiempo. En total, cinco títulos que remueven conciencias.
Lucía Films: la unión hace la fuerza
Es curioso como las relaciones entre artistas se desenvuelven con tal naturalidad que todo parece planificado por algo parecido al destino. Lo cierto es que todo empezó con Lucía, una adolescente huérfana de madre que comienza a sufrir espantosos episodios de bullying en la escuela, pero calla para no preocupar a su padre. Ella, protagonista de Después de Lucía (2012), es la responsable de una serie de sucesos que hasta este año han creado algunas de las propuestas cinematográficas más interesantes del panorama latinoamericano. Su director, Michel Franco, tras comprobar los buenos resultados de este film, fundó junto al productor Moisés Zonana una sociedad que este año ha presentado un total de tres películas en la Sección Horizontes Latinos del Festival de San Sebastián: 600 millas, Chronic y Desde allá. Esa productora, llamada oportunamente Lucía Films, ha sabido concentrar el talento mexicano (y venezolano en el caso de Desde allá) para hacerse oír fuera de su entorno natal.
Pero ahí no acaba todo. Tras otorgarle el premio a Mejor Película en la sección Un certain regard en Cannes como presidente del jurado, el actor británico Tim Roth se subió al barco mexicano de Franco y compañía fascinado por la fuerza y talento de Después de Lucía (que, ya puestos, se llevó una Mención Especial en 2012 en San Sebastián y el Premio a Mejor Película en el Atlántida Film Fest). Y no se equivocó. El mítico actor de films como Reservoir dogs (Quentin Tarantino, 1992) o la serie Miénteme (2009-2011, Samuel Baum) cambia radicalmente su registro para embarcarse en los papeles protagonistas de 600 millas y Chronic, destacando especialmente en la última en un ejercicio fantástico de contención expresiva e intensidad gestual. Así pues, este colectivo, mezcla de veteranos y emergentes, lucha por hacerse un hueco en la industria y que este año en San Sebastián ha sido inmenso.
Empecemos por 600 millas. Dirigida por Gabriel Ripstein, este film es un thriller apasionante y con una marca de estilo sobre el tráfico de armas entre México y Estados Unidos. Arnulfo (Kristyan Ferrer) es un joven que, acorde con los negocios turbios de su familia, decide meterse de lleno en sus tejemanejes. Tras algunos errores, acabará encerrado en un coche con Hank Harris (Tim Roth), agente de la ATF (Agencia de alcohol, tabaco, armas de fuego y explosivos de EEUU), con quien terminará colaborando más de lo que esperaba en una carrera persecutoria por los áridos paisajes mexicanos. Con planos secuencia, largos, estáticos, violentos y rebosantes de personalidad, 600 millas se gana ella solita el respeto del género, en una original perspectiva de este mercado ilegal tan visitado en las películas de acción con tendencia al blockbuster. Es intensa en su narrativa y golpea fuerte en su juego de humanizar a los delincuentes, con escenas de perturbadora tranquilidad que preceden a la tormenta en las que una no sabe ya qué esperar. El film de Ripstein fue galardonado con el premio a Mejor Ópera Prima en el pasado Festival de Berlín y además representará a México en los próximos Oscars de la Academia norteamericana, lo que supone para su productora un paso adelante para darse definitivamente a conocer y dar un fuerte golpe en el panorama cinematográfico actual.
600 millas
Alejándose drásticamente del argumento del film de Ripstein, Chronic, dirigida por el mismo Michel Franco, aboga por una historia reposada y sensible sobre la relación entre enfermos y enfermeros. O mejor dicho, entre enfermos y Tim Roth, que vuelve a protagonizar este film de la productora mexicana de una manera que pocas veces le hemos visto. Con semblante serio y concentrado, Roth atiende a sus pacientes con el cariño y la ternura con las que trataría a un miembro de su familia, de tú a tú, mimetizándose incluso con sus propias vidas. Quizás por un incipiente trastorno de personalidad, la falta de relación con su familia real o simplemente por querer ponerse en la piel de los enfermos, el introvertido personaje principal crea por sí solo un mundo en el que solo existe esa estrecha comunicación entre aquel que está a las puertas de la muerte y aquel que le tiende la mano para que el golpe no sea tan duro. Es por eso que las verdaderas familias, lejos de agradecérselo, lo convierten en un blanco de acusaciones infundadas nacidas de los celos o el miedo a perder la herencia. Sea como sea, Chronic propone una de las más inquietantes narrativas de todo el festival, que contiene de forma magistral esa violencia contenida que salta cuando menos te lo esperas.
La última de esta liga mexicana surgida del seno de Lucía films es Desde allá, dirigida por el venezolano Lorenzo Vigas y protagonizada por el joven Luis Silva (a quien se le ha otorgado una Mención Especial en San Sebastián por su actuación) y uno de los actores chilenos más interesantes: Alfredo Castro, con importante presencia en la aclamada película El club (Pablo Larraín, 2015), film inaugural de Horizontes Latinos de este año. Con esta mezcla de nacionalidades latinoamericanas se construye Desde allá, la historia de un hombre cincuentón que ofrece dinero a jóvenes para que se desnuden en su casa mientras, en su día a día, vive traumatizado por unos hechos relacionados con su infancia. Cuando conoce a Elder (un fantástico Luis Silva), empieza a desarrollar una relación que varía entre lo romántico y lo enfermizo, algo que mucho tiene que ver con sus fantasmas internos y que desembocará en una insana serie de sucesos donde reina el fuera de campo y el misterio de lo intuido. Castro interpreta a un personaje con un mundo interior inmenso y perturbador al que el espectador no puede acceder, mientras que Silva es todo juventud y pasión, con grandes momentos de locura. Este choque de trenes se representa con una puesta en escena sobria pero intensa, que aumenta la tensión con mano firme. Ganadora del León de Oro de la pasada edición del Festival de Venecia, aunque cuestionada, la película de Vigas, junto a las otras ya mencionadas bajo el apoyo de Lucía Films, demuestra lo que ya parece una evidencia: el carácter extraordinario y combatiente del nuevo cine latino.
Desde allá
Hay vida después de Lucía
Aunque el trabajo de Lucía Films es brillante y rompedor, no debe hacernos olvidar que México sigue exportando buen cine por otros lares. En Horizontes Latinos se han dado cita dos films más venidos de América Central que nos han dejado sin aliento: Te prometo anarquía y Las elegidas. Ambas sobre la juventud, rebelde y esclavizada, sobre los problemas del país y sus efectos atroces. Dos películas reaccionarias y sumamente interesantes que encandilaron al público de San Sebastián.
Lo interesante de Te prometo anarquía no es solo la genialidad que tiene por título, sino que toda su propuesta es un atractivo y poderoso choque de amor y locura adolescente. Escrita y dirigida por Julio Hernández Cordón, el film cuenta la historia de dos jóvenes, Johnny (Eduardo Eliseo) y Miguel (Diego Calva), que son socios, amigos y amantes, y que para sobrevivir en las calles de México D.F. se dedican a vender sangre y demás trapicheos. Te prometo anarquía, que fue la única representante latinoamericana en el Festival de Locarno compitiendo por el Leopardo de Oro, muestra con genuina lucidez una situación que en el país mexicano es ya un constante: la corrupción, los negocios ilegales, la violencia, la falta de expectativas en los jóvenes, el ambiente adverso, el peligro hecho sociedad. Una realidad que estos dos protagonistas viven con una mezcla de aceptación y pasividad mientras pasean con su skate y se entregan el uno al otro bajo la luz roja de una habitación cualquiera. Julio Hernández Cordón construye con maestría un cine rebelde y comprometido, que seduce con sus descargas eléctricas tan vivas y cercanas. La romántica anarquía en un entorno hostil que rapea en boca de un personaje: “Somos nuestra generación, somos nuestro ahora, somos nuestro propio monstruo. Y aun así nos estamos queriendo”.
La última, pero no menos importante, película mexicana que nos ha encantado en San Sebastián ha sido Las elegidas, durísimo retrato del tráfico de mujeres, otro síntoma de la enfermedad crónica del país. En ella, una red familiar de secuestradores capta a chicas jóvenes para prostituirlas mediante el chantaje. En esta está Ulises (Óscar Torres), que enamorado de Sofía (Nancy Talamantes), se niega a dejarla caer en esa trampa, aunque ese fuese su destino original y motivo de la relación. Pronto descubrirán que el negocio está por encima de ellos y sus decisiones, y que la familia es un concepto nada tranquilizador. El director David Pablos propone en este film el modo más elegante, artístico y sincero de representar una relación sexual (o en este caso, se trata casi de una serie de violaciones continuadas). Se oyen gemidos masculinos y tímidas quejas femeninas, pero en pantalla vemos solo sus bustos desnudos, mirando de frente a la cámara, en un plano medio espantosamente revelador. Una gran lección de cómo no enseñar es la mejor forma de representar. Pablos evita el morbo de lo repugnante, de lo injusto, y tiñe su film de poesía de forma sorprendente, usando también otros recursos como la pantalla partida. Las elegidas es un estado de shock en sí misma, prueba final de esta furia mexicana de la que damos fe aquí.
Estas y otras películas que circulan por festivales, y que en raras ocasiones aterrizan en los cines españoles, son un fresco de la realidad mexicana, donde el crimen organizado, con prácticas varias y diversas, vertebra la sociedad. Películas que, desde la humildad y los recursos limitados, nos explican historias que necesitan ser contadas de formas nuevas y originales. Obras de arte venidas de Centroamérica, aquella zona sin ley que desde aquí miramos con distancia mientras sus cineastas la filman con valentía.