7 Cajas
Sociología de suburbios e infancias marginales Por Matias Colantti
El Festival de San Sebastián del 2013 la recibe con muchos aplausos, la crítica la glorifica y se le entrega el premio ‘Cine en Construcción’. Llega a Toronto, pasa por Miami, Mar del Plata y los Goya la selecciona entre las nominadas a Mejor película extranjera en Habla Hispana, compitiendo codo a codo con la argentina Infancia clandestina (Benjamín ávila, 2011).
El cine latinoamericano pesa y mucho en los circuitos europeos, eso ya lo sabemos, pero, ¿con qué nos encontramos ahora? ¿Nuevo Cine Paraguayo? ¿Nuevo o renovado? Nos resulta difícil hacer memoria y ubicar alguna obra cinematográfica ejemplar en el país guaraní, y no es para menos celebratorio que recientemente haya impulsado su industria con una película como 7 cajas. Hace algunos años el largometraje Hamaca paraguaya (Paz Encina, 2006) recibía en el Festival de Cannes el premio Fipresci en ‘Un Certain Regard’ y, por primera vez en el siglo XXI, el cine paraguayo llamaba la atención entre los círculos artísticos internacionales y un cine latinoamericano que viene creciendo muchísimo y que está más allá de Ciudad de Dios (Cidade de Deus, Fernando Meirelles, Kátia Lund, 2002) y El secreto de sus ojos (Juan José Campanella, 2009). Esta coproducción entre Argentina, Francia, Alemania y Austria ponía el foco en la densa selva paraguaya durante el 14 de Junio de 1935 (La Guerra del Chaco), y su relato se posicionaba en esa mirada profunda de compromiso que siempre el cine le ha dedicado al Continente del Sur y se relaciona con una “sociología de los suburbios”, digna de observar y pensar.
Juan Carlos Maneglia y Tana Schambori, se pusieron al hombro la realización de 7 cajas a través de la productora asociada que lleva sus nombres. No es casual de que ambos se encontraran con este proyecto, viniendo de una carrera audiovisual que se centraba en el espacio televisivo y la lógica publicitaria. Las experiencias acumuladas por Maneglia en la producción de tiras exitosas en Paraguay como Gonzales vs Bonetti y La Chuchi, nos ayudan a comprender más de cerca las claves televisivas y la utilización de estéticas publicitarias en la película, como así también el mensaje global del film vinculado a las miradas de la tecnología audiovisual en nuestro siglo.
La película no escapa al seguimiento sociológico de la marginalidad, y los realizadores utilizan este elemento narrativo para explotar muchísimos abordajes teóricos sobre el pensamiento occidental que oprime al espíritu latinoamericano desde los tiempos coloniales. En una suerte de revisionismo histórico sobre la etapa de la “Crisis de la Deuda” en América Latina, ya que el relato se desarrolla en 2005, podemos percibir las cicatrices aun dolorosas de la era neoliberal y que se ven reflejadas en los primeros segundos de arrancado el film, cuando escuchamos en la voz de un locutor de radio el elemento imperialista por supremacía: El DÓLAR.
“El sol está muy, pero muy alto, como el Dólar ¡Por Dios!»
Boaventura de Souza, un teórico latinoamericano, hablaba del concepto del “Sur Global” como una observación antropológica a los pueblos de América Latina que no solo están ubicados en el Sur como una cuestión geográfica, sino que es más bien una metáfora del sufrimiento humano causado por el capitalismo y el colonialismo a escala global y de la resistencia para superarlo o minimizarlo 1. El Dólar es lo primero que oímos y se dispara como una red entramada de otros elementos imperialistas que van a tomar las riendas del argumento, en busca de encontrar una reflexión del fenómeno del eurocentrismo y la colonialidad que aún sigue estigmatizando a los suburbios no occidentales.
Víctor (Franco Celso), el protagonista, es un joven fascinado por la magia de la televisión y sus objetivos están destinados a alcanzar el “sueño americano” de robar unos minutos de fama en el prime time televisivo. El Mercado 4, en el corazón de Asunción, es el lugar elegido para dar forma a los laberintos dramáticos con tonalidades de thriller del relato, que se caracteriza por ser el alma de la clase trabajadora, en una metáfora de la selva paraguaya del relato bélico de Paz Encina. Este simbolismo del Mercado 4 como una jungla de salvajismos humanos, está repleto de “carretilleros” que se ganan la vida buscando llevar la pesada mercadería de la masiva clientela que asiste a diario. Víctor, que forma parte de este mecanismo laboral se entretiene con unos cuantos televisores que hay en algunos puestos precarios donde cotidianamente trabaja para escaparse de su realidad y soñar con llegar a estar delante de las cámaras en algún momento de su vida. Sus deseos de fama se resumen en obtener el dinero suficiente para un celular de última tecnología que tiene filmadora, y a partir de eso la trama se va ir densificando en torno a un hecho confuso y circunstancial que lo hace pasear con siete cajas misteriosas por los recónditos del Mercado 4.
Las favelas de Ciudad de Dios, Tropa de Élite (Tropa de Elite, José Padilha, 2007) y la reciente Trash, ladrones de esperanza (Trash, Stephen Daldry, 2014) guardan conexión con la puestas en escena y decorados del film guaraní en esa imagen realista de la marginalidad y la opresión a las clases sociales más bajas de la comunidad latina. Maneglia y Schambori mueven la cámara registrando al Mercado 4 en lugares frívolos, sombríos, lúgubres, que rozan lo tétrico, pero que básicamente son el retrato de los suburbios urbanos y que también llegan a reflejar la precariedad de servicios públicos, como la policía y el hospital.
“- Acá en el mercado 4, necesito un móvil.
-Imposible, no hay móvil, oficial.
-Tengo un fiambre y un detenido ¿Qué quieres? ¿Qué los lleve en una carretilla?”
A igual que Trash, ladrones de esperanza y la reconocida obra de Fernando Meirelles, la mirada se ve a centrar en los niños marginales. El desafío de sobrevivir a la jungla es un principio de vida y base de su educación, añorando escapar o adaptarse a este mundo donde les tocó vivir. “Si corres te agarran. Y si no corres, también” sentencia Buscapé cuando nos explica cómo funciona la existencia en las favelas de la Ciudad de Dios. La vida como una carrera, es para los niños de los suburbios la posibilidad de salvarse de las miserias y luchar en el pantano. En 7 cajas la carrera entre Liz y Víctor hasta la “Virgencita” (una escena maravillosa), a igual que las corridas en medios de disparos y persecuciones, es una síntesis de esa infancia golpeada y preparada físicamente para aguantar y no caerse, entre paredes que se le cierran como el laberinto de El corredor del laberinto (Maze Runner, Wes Ball, 2014).
La ecuación imperialista de dólares, televisores como metáforas del sueño americano y celulares importados no son los únicos componentes narrativos que orbitan sobre el eje del universo marginal, porque hay distintos personajes que se suman al reparto y le dan fuerza a esta idea. Nelson y su pandilla de carretilleros criminales, Don Darío y Luis como los miserables estrategas de un delito confuso, Tamara y Liz que son cocineras explotadas en un restaurante chino, terminan de teñir de colores oscuros la trama y funcionan como una especie de microcosmos que son el retrato fiel de grupos oprimidos, pero que en ellos subyace un fenómeno más profundo que tiene que ver con la conexión de una cadena de mandos que hay entre estos personajes. Puedo decir que se refiere al acercamiento a una estructura de jerarquías donde parece que siempre hay jefes superiores, pero que hay uno que está en la cumbre y actúa casi invisiblemente: El imperialismo.
Por último, en el tejido de estas relaciones entre la clase trabajadora y una burguesía invisible se desata una interesante batalla simbólica entre sexos, donde el feminismo está condenado a conformarse con el rol que el hombre trabajador le ha otorgado, pero que ira revirtiéndose con el correr de los minutos y acercarse a una realidad más contemporánea con respecto a los géneros.
“Accidente de trabajo dice la puta cuando se embaraza.”
La obra de Maneglia-Schambori utiliza los recursos narrativos clásicos del thriller scorsiano, y le añade colores de humor negro y escenas vertiginosas cargadas de intriga y suspenso que redondean una película atrapante, pero que debe ser leída entre líneas y desmenuzada reflexivamente para descubrir en ella como los realizadores, casi de manera subliminal, ahondan en la profundidad de las heridas abiertas de Latinoamérica, su pobreza y su incansable lucha por sobrevivir con la ideología capitalista que los devora.
“…Plata, plata el que no tiene mata sobrevivir, sobresalir al fin del túnel la luz junta tus mano y clama por Jesús anda vivo, vivo por este mercado aquí jamás fue crucificado”
Canción “Huye hermano”, Revolber
BIBLIOGRAFÍA:
– Boaventura de Sousa Santos. “Refundación del Estado en América Latina, perspectivas desde una epistemología del sur”. Lima, julio de 2010.
– Quijano, Aníbal. “La colonialidad del saber: eurocentrismo y ciencias sociales”, Edgardo Lander. Capitulo “Colonialidad del poder, eurocentrismo y América Latina”. Buenos Aires, 2000.
- Boaventura de Souza, “Refundación del Estado en América Latina”, 2010. ↩