A Glimpse Inside the Mind of Charles Swan III

Adiós al macho Por Manu Argüelles

Este año el festival ha querido que buena parte de la prensa, seguramente el volumen más amplio de todo aquel acreditado como tal, se tome un relax durante el fin de semana.¿Dar espacio para que se puedan vender más entradas para el público en los días fuertes? Se pueden aportar diversas hipótesis, pero la decisión a última hora de segregar a los medios, restringiendo sustancialmente los pases a todo aquel que no es clasificado como A, a mí me parece que viene motivada por el factor económico. Porque el sistema de invitaciones cada vez más se parece al truco de ¿dónde está la bolita? Están en su legítimo derecho de facilitar o limitar el acceso a aquél que ellos decidan acreditar, incluso a quién deciden hacerlo. Eso no se discute ni se cuestiona. Lo espinoso del asunto de este año es que no se ha procedido con nitidez a la hora de comunicar las reglas del juego. Se vuelve a las dinámicas de otros tiempos, que parecían olvidadas y, lógicamente, el malestar se ha hecho patente. Aplican el mismo sistema jerárquico que se aplica en Festivales A como Cannes o San Sebastián pero carecen de la infraestructura para atender a la prensa convocada de forma independiente del público, con lo que una buena parte de los acreditados se han encontrado con un acceso mermado, especialmente notorio en el fin de semana. En consecuencia, me niego a obviar un sentimiento que hemos compartido entre muchos de mis compañeros que pertenecemos a medios modestos y humildes: nos hemos sentido arrinconados por la organización. Dado que siempre todos los pases son compartidos con prensa, este año se ha preferido traer a Brillante Mendoza a que presente su última película en un Auditori vacío. El público no respondía, ni haciendo ofertas de 2*1, y gran parte de la prensa se dejaba fuera, toda aquella que no era A, porque se ha decidido aplicar las normas con rigidez. Ni siquiera cuando les perjudicaba a ellos mismos como imagen.

A Glimpse Inside the Mind of Charles Swan III

Ante este clima que hemos vivido, mejor dejarse deslizar por una película tan liviana y evanescente como A Glimpse Inside the Mind of Charles Swan III en la sobremesa del domingo. La película de Roman Coppola -habitual socio de Wes Anderson, huella indefectible en el film, tanto en lo que es la recreación de lo artificial en clave pop como en los prestámos del clan de Wes Anderson en el cast- empieza recordando a All That Jazz (1979, Bob Fosse) y acaba haciendo un guiño a El desprecio (Le mépris, Jean-Luc Godard, 1963). Las citas no resulta anecdóticas porque mientras Bob Fosse renovaba y cuestionaba el musical clásico, dinamitando los mecanismos desde su propio núcleo, Godard trataba de abrazar el clasicismo, su último intento, de hecho, una especie de despedida elegíaca que acababa tornándose en una auténtica pira funeraria. Son dos extremos que tensan la película y que permanecen omnipresentes, principios rectores que exarceban la ficción como representación. Para ello, la fantasía se incorpora de la misma manera que el número musical rompía las leyes causales y la verosimilitud realista, pero ya delatando su propio mecanismo. Porque, aunque A Glimpse Inside the Mind of Charles Swan III siempre está aludiendo a la comedia de los años cincuenta y sesenta, lo hace desde la desactivación al procesarla como una continua farsa. Nostalgia que se utiliza como escenografía y atrezzo, mero significante que ha perdido su significado, quedándose en mera señal luminosa.

A Glimpse Inside the Mind of Charles Swan III 3

A un nivel temático, la película indaga sobre las mismas preocupaciones de All That Jazz (incluso hay guiños a Lenny a través de Jason Schwartzman), pero lo que allí era reflexión sofocante aquí es mera despreocupación. Una entonación frívola si se quiere, vaporosa, que aprovecha toda la carga pública de un actor como Charlie Sheen para ofrecer una sátira sobre la crisis de la masculinidad. De hecho pone en solfa el modelo del donjuanismo, cuando siempre el plano de ensoñación desde la perspectiva del playboy, la propia subjetividad de Charlie que trata de resarcirse de la ruptura de su novia Ivana, acaba abortada o amenazada por la mujer. Hay una burla con forma suave, pero subyacente al fin y al cabo, donde el hombre expresa sus ansiedades y tribulaciones cuando el modelo fuerte de antaño, el seductor que tiene a la mujer bajo su dominio, acaba roto. Una fórmula que reincide, quizás de forma excesivamente reiterativa en lo trasnochado de ese arquetipo, como quedaba implícito en Godard con el clasicismo en El desprecio. La comedia sofisticada es ya un mausoleo, reluciente y vistoso, pero ajado después de todo, en cuanto la pátina pop se ejecuta como un remanente, como un collage anacrónico en un universo de cartón piedra que nunca oculta su naturaleza sino que lo remarca. Un mundo directamente robado de las revistas de moda de los años cincuenta y sesenta y que podría entenderse como una relectura de Mujeres al borde de un ataque de nervios (Pedro Almodóvar, 1988), dado que comparten las mismas coordenadas tanto lingüísticas como referenciales, donde el papel de Carmen Maura es encarnado por un hombre. Esa inversión de roles en el seno de la comedia no supone una masculinidad feminizada, sino un modelo de desmitificación ya que sitúa al hombre en el vértice que habitualmente era ocupado por la mujer. Porque bajo su envoltorio de celebración de la añoranza por los tiempos pop y espumosos, hay también una dislocación e incerteza por el presente. Por consiguiente, la retórica del enfrentamiento entre sexos ya es pasto de la fantasía, síntoma de la neurosis de aquel hombre que quiere personificar para sí mismo un prototipo masculino fuera de su tiempo. La comedia entre algodones que es A Glimpse Inside the Mind of Charles Swan III, quizás no tenga más hondura y sea un mero divertimento superficial que sólo pretende divertirse desde el gesto autoconsciente por la resurección de un cine extinto. Pero en su buceo intertextual donde construye lo masculino como interrogación y como síntoma del desajuste con su tiempo evidencia que la crisis no cesa, pasen los sesenta, setenta o los ochenta.

A Glimpse Inside the Mind of Charles Swan III 2

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