Accidence

Voyeurismo lejano Por Antoni González Gilabert

Accidence

A modo de la observación más pura, y con cierto recuerdo a La ventana indiscreta (Rear Window, Alfred Hitchcock, 1954), el trío experimental formado de nuevo por Guy Maddin y Evan y Galen Johnson, sellan una única toma sobre las vidas disímiles de los vecinos de un bloque de apartamentos. Un hombre con la cara cubierta por vendas y un disparo en la cabeza acaba de cometer un asesinato arroyando a un hombre por el balcón. Esta historia, al igual que posiblemente la mayoría de ellas, está narrada al revés. Nos alejamos lentamente y vamos descubriendo un total de 30 balcones donde cada uno guarda un relato distinto; una historia sobre la violenta soledad y sobre la contemplación. Maddin nos brinda el mismo espacio contemplativo a nosotros para atestiguar los hechos que se acontecen.

El final descubre un ciclo infinito. Las imágenes empiezan de nuevo a doble velocidad y la historia se sucede una y otra vez durante cinco, quince o veinte veces; eso no importa. El significado reside, como bien comenta Guy Maddin a continuación, en el poema establecido de forma casi magnética en cada balcón, en el significado mismo de la existencia:

Cada balcón es un poema, un canto, un músculo. Pero quien vive con ese lujo adicional de un balcón vive en el lado equivocado de una sección transversal, en el lado ocupado y narrativo de algo así como una ventana de una granja, un arreglo arquitectónico descarado que vende ascuas baratas en los pasillos desnudos de lo cotidiano, incluso de lo espeluznante. Dad un paso al frente. Mirad. Una pared de diez pisos de músculo sólido que se contrae.

Cubierto por una incesante melodía, el compositor experimental Ensign Broderick firma su debut a los 59 años con esta mágica pieza que le sirve como promoción para su primer álbum Feast Of Panthers. Al igual que el tratamiento recurrente de la música en la filmografía de Maddin, los sonidos y la melodía se deforman como si se reprodujese de un disco de vinilo rescatado de un edificio en llamas. Broderick consigue un ejercicio milimétrico de sincronización con el tempo interno de la imagen. La música se fusiona con el contenido visual y avanzan sincrónicamente al son del estado de “ánimo” de la cámara.

Accidence explora una narrativa que se establece de forma independiente en cada balcón dónde se sitúan una infinidad de historias sin inicio y sin final. Todos los habitantes del bloque del apartamento viven el transcurso de la noche ajenos a las locuras o las desdichas de sus vecinos. De una forma maravillosa se consigue crear una narrativa que, aún siendo imposible seguir la complejidad de todas las acciones en los 9 minutos de duración, se crea un ambiente de misticismo al más propio estilo del voyeurismo  hitchcockiano.

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