Alma mater

Una contemplación al horror Por Antoni González Gilabert

El sonido del amanecer se confunde, casi en perfecta sintonía, con el ruido de disparos a una distancia casi imperceptible. A modo voyeurista, observamos desde la lejanía de una ventana la repartición de alimentos que se da entre vecinos en las inmediaciones de un conjunto de viviendas. Desde un punto impreciso, un francotirador les dispara. El abuelo que contempla la escena, fuma indiferente ante el horror de la situación. Se enciende otro cigarrillo y se sienta en el sofá. Se crea así, a modo de retrato y de narrativa circular, la actitud que acarreará todo el filme: una espera formulada en base a la contemplación.

Alma mater

En el interior de un apartamento en Damasco de clase media-alta, dos familias conviven bajo el miedo de la amenaza exterior. El personaje interpretado por Hiam Abbas refuerza el poder femenino construyendo un refugio en su casa para mantener a salvo a quienes pueda proteger. A la familia de ella compuesta por su suegro, sus tres hijos y la pareja de una de ellas, se suma una de las vecinas con su hijo recién nacido y marido, cuya marcha al exterior será el detonante del mayor grueso narrativo. Una atmósfera que se va desarrollando sobre el intento de cotidianidad de sus acciones, pero que no escapa del desgarrador conflicto sirio.

El cinefotógrafo belga Philippe Van Leeuw, ahora convertido en director, apuesta fuerte para que Alma mater (Insyriated, 2017) devenga más en un relato sobre la guerra; las implicaciones humanas y las actitudes desprendidas de ella, que en enseñar el conflicto. Por ello, la coproducción belgo-francesa podría situarse en cualquier otro conflicto bélico sin que su narrativa variase en ningún punto.

Aunque la cinta está plagada de situaciones de extrema violencia, Van Leeuw opta por situar la cámara en los rostros agonizantes de sus personajes sin llegar a ver, en ningún momento, la crueldad explícita del momento. A veces se crea un fuera de campo resuelto y otras no. Pero en dichos fuera de campos, la mayoría de ellos formulados en base al sonido, se ofrece al espectador la capacidad de estar presente en todo momento en el conflicto exterior. Como bien apunta el filósofo, Maurice Merleau-Ponty, el mundo está alrededor de mí y no enfrente. En un ambiente cerrado donde se desarrolla toda la acción, la importancia del por qué todos sus personajes residen encerrados se encuentra en el exterior; un exterior invisible para nosotros. Lo primordial aquí, que se erige sobre el sonido, mora en el espacio que se le excluye al espectador, y más aún cuando las decisiones autorales marcan un punto de vista tan determinante como son las reacciones ante lo que sucede, no el suceso en sí.

Alma mater 2017

La atracción que la fotografía ejerce sobre nuestras emociones […] se debe ampliamente a sus dotes de autenticidad. El espectador acepta su autoridad y, al verla, cree necesariamente haber visto esa escena o objeto exactamente del mismo modo que si hubiese estado ahí. 1

Esta tesis que desarrolla la importancia del rostro y de la capacidad del espectador de “ver” lo que sucede fuera de campo, se agudiza con la idea de la ausencia, casi por completo, del plano contra plano. Las composiciones, acompañadas de un laborioso seguimiento a los personajes, trabajan la unión de sus personajes a través de reflejos o, simplemente, del no ofrecer el contracampo de una acción requerida.

La importancia otorgada al primer plano culmina en la escena final dónde se realiza un pausado zoom in al rostro del suegro convirtiéndose en un primerísimo primer plano de su mejilla. Alma mater termina así, de la misma forma en que empezó: el abuelo fumando a través de la ventana esperando la próxima barbarie.

Alma mater Van Leeuw

En contraposición del laborioso uso otorgado al sonido, la música dista de ese trabajo milimétrico que casi pasa desapercibido a oídos nuestros. Con una función que reside casi únicamente en la exaltación de los puntos climáticos, recuerda más a la resolución basada en enaltecer de forma casi gloriosa el dramatismo de alguna de las escenas, que el de acompañar una puesta en escena sobria.

Destaca la capacidad de los personajes por encontrar esa cotidianidad en la prisión donde viven. Algunos bajo la inocencia de la edad y otros, desde la experiencia, se crea una actitud que por momentos hace olvidar, incluso a los mismos protagonistas, el mal que acecha desde el exterior de la puerta. Una sola sonrisa consigue transmitir Abbas a lo largo de la película, una felicidad que dura tres segundos hasta que el ruido de una bomba le vuelca de nuevo a la realidad.

En relación con esto, Van Leeuw omite durante largas secuencias a algunos de sus personajes hasta que encuentra el momento oportuno para su participación, es decir, parece que en las situaciones donde uno toma el protagonismo, el resto desaparece de la vida familiar. No es que no exista una jerarquía de protagonismo, que la hay, sino más bien que sus personajes existen únicamente para desarrollar actuaciones en momentos concretos; no vemos cómo los niños están al fondo de las conversaciones, o cómo la sirvienta limpia mientras la protagonista discute.

Insyriated Alma mater

La fuerza de la historia reside en la capacidad del guion de presentar una serie de dilemas morales que formulan continuas cuestiones sobre las actitudes de los personajes. Durante la violación a Halima, interpretada por Diamand Bou Abboud, ¿debería Abbas haber revelado su paradero, así como el de su familia para salvarla? Siguiendo los distintivos de la madre protectora, Oum actuó en defensa de sus hijos, ¿pero les hace esto más seguros? Lo que queda seguro es que el personaje de Abbass marca el raciocinio de la historia, la razón que acompaña, o lo intenta, a las actuaciones de los personajes secundarios. Resulta ser el punto de anclaje entre el miedo y la cordura; entre el mundo exterior y el interior.

Como símbolo recurrente de Lorca, y del filme de Van Leeuw, cuando el agua no corre augura muerte. Una muerte escenificada a la perfección por las actuaciones que le acompañan, a falta de una dirección más firme que no centre todos sus recursos únicamente en el trabajo actoral.

  1. Weston, Edward citado en Aumont, J., (1998): El rostro en el cine, Barcelona, Editorial Paidós
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