Back Home (Acasa la Tata)

El hombre que quiso ser Hong Sang-soo Por Domingo López

Durante muchos años, mi única exposición al cine rumano fue a través de las incontables producciones de Vlad Paunescu que llenaban (y llenan) las estanterías de los videoclubs españoles. Quizá el nombre de este sujeto no les diga nada, pero si les digo que es el productor detrás de la mayoría de actioners filmados en Rumanía por estrellas como Steven Seagal, Van Damme y demás hipertróficos, así como de más de medio centenar de títulos fantásticos de la Empire y la Full Moon, igual se van haciendo una idea de la importancia de Mr. Paunescu dentro de la industria del cine rumano. Naturalmente, existe también otro cine rumano, uno que he ido descubriendo durante estos últimos años debido a una sobreexposición por mi parte a festivales de cine de autor (algo que, a buen seguro, terminará pasando factura a mi salud mental), un cine con unas constantes y tics bastante identificables, incluso para los poco versados en la materia, como un servidor.

Por descontado, ya puedes haber visto mucho cine, que siempre aparece una película que te demuestra que todo lo que sabes nunca es suficiente, ya que el cine, como arte que es, se encuentra en constante evolución. Y los rumanos, amigos míos, parece ser que están empezando a experimentar con nuevas narrativas, inspiradas en exóticas cinematografías, dando lugar a cintas tan curiosas como este Back Home (Acasa la Tata) que nos ocupa hoy.

Back Home (Acasa la Tata)

A decir verdad, tampoco es algo que quede en evidencia al primer vistazo. La cinta arranca con un hijo que se presenta en su antigua casa familiar y se reencuentra con su padre, al que parece ser que no visita muy a menudo. Al poco, llega el desconcierto. Tras un amago de cordialidad y algunas intrigantes cuestiones sobre una mochila (que no sirven más que para distraer la atención del espectador) padre e hijo se enzarzan en una dialéctica llena de reproches que parece no tener fin. En este momento, viene a nuestra mente la incógnita de si el filme de Andrei Cohn no será sino un tour de force narrativo en el que, como si de Mi Cena con André (My Dinner with André, Louie Malle, 1981) se tratara, vamos a ser invitados de piedra enfrente de la pantalla mientras padre e hijo sacan a pasear los trapos sucios de unos cuantos años. Por fortuna, no, no iba a ir por ahí la cosa.

Para ponernos en situación, es necesario apuntar que el protagonista es un treintañero que se marchó a la capital en busca de la gloria que merecía gracias a su talento como escritor. La realidad, mucho menos prosaica, es que el muchacho apenas subsiste con su trabajo como redactor en unas cuantas publicaciones de segunda. En el pueblo no dejó solo a su padre viudo (que ha reconstruido su vida con una señora divorciada que ya está de vuelta de todo) sino también a su mejor amigo y compañero de jaranas nocturnas, y a una ex-novia de la ya lejana adolescencia. Más tarde también llegará el momento del reencuentro con ellos.

Back Home (Acasa la Tata) 2015

Es en la segunda secuencia de la película cuando realmente caemos en la cuenta de lo que estamos viendo. Dejando a un lado la ambientación rumana, las situaciones y el estilo narrativo nos resultan cada vez más y más extrañamente familiares. Esas conversaciones entre lo banal y lo nostálgico bañadas por el alcohol, ese artista de medio pelo en tertulias de terraza de bar, esos romances asépticos e interrumpidos, ese gusto por la elipsis inesperada… Blanco y en botella: Hong Sang-soo. Sí, la opera prima del rumano Andrei Cohn resulta ser un insólito tributo al enfant terrible del cine de autor coreano.

Tampoco es que la película admita comparación de tú a tú con la filmografía del laureado director de En Otro País (Da-reun na-ra-e-suh, 2012). No, para ser una primera película no está mal, pero no está libre de defectos de forma. Sin ir más lejos, los saltos temporales parecen evidenciar más un modo de pulir un exceso de metraje por mala planificación que un estudiado manejo del tiempo. Tampoco los personajes logran contagiarnos un exceso de simpatía (aunque quizá esto sea algo más buscado). Robert, nuestro protagonista, no parece ser trigo limpio y nos transmite la sensación de esconder algo durante todo el metraje (el desenlace nos llega a dar la razón, aunque lejos de lo que imaginábamos); tampoco su súper-amigo del alma, que tampoco resulta ser tan buen amigo, parece estar limpio de polvo y paja. Y luego está ella, la guapa del pueblo que ya no es tan guapa, y que parece no haber borrado al escritor de su corazón durante todos estos años, que no llega a trasmitirnos demasiado, ni en lo que concierne a sus pasados años de crisis ni en sus anhelos todavía perennes por su amor de juventud.

Son tres personajes cargados de frustración, cada uno con su carga de miseria a sus espaldas. Un reencuentro como el de la película de Kasdan pero en petit comité y desprovisto de la emoción necesaria, que arranca con el recuerdo del pasado feliz para proceder a abrir el cajón de toda la mierda acumulada del presente, desconociendo aún que estaban a punto de cerrar para siempre, y sin previo aviso, esa etapa de sus vidas. Para entonces ya habían terminado con todas las reservas etílicas de la región, claro. Si yo fuera Hong Sang-soo les mandaba una garrafa de soju.

Back Home (Acasa la Tata) Sarajevo FF

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