BAFICI 2019 – Introducción

Tradiciones y contextos Por Damián Bender

Esta afirmación puede llegar a sonar obvia, pero los festivales de cine se producen en un contexto. Contexto social, contexto laboral, contexto político. A pesar de esta aparente obviedad, generalmente el contexto no suele ser muy tomada en cuenta, ya que la presencia estoica e inamovible de las diferentes citas anuales hace que las pensamos como si fueran entidades imperturbables. Y si bien algunos de estos festivales realizan ajustes y cambios en el tiempo, estos tienen que ver con la búsqueda de un mejor posicionamiento en la industria en la mayoría de los casos –pensemos en Berlín con su cambio de director artístico y ajuste de fechas para celebrarse luego de los Oscars o en la orientación de la programación de Venecia hacia películas con potencial de ser nominadas por la academia de Hollywood– y no con un contexto más amplio. En los festivales más relevantes esta estabilidad tiene mucho que ver con el establecimiento de una tradición, de una importancia cultural tanto local como global que lo afinca como un evento que no puede faltar, y que incentiva a garantizar una estabilidad económica que permita el mantenimiento de ese estatus de relevancia.

Hace aproximadamente un año, escribía en este mismo sitio que para el BAFICI –Buenos Aires Festival Internacional de Cine Independiente, para los que no lo conozcan por las siglas– llegar a las veinte ediciones suponía la llegada simbólica al establecimiento de la tradición, de una identidad cultural dentro y fuera del mundo cinematográfico. El balance de la veinteava edición resultó positivo: fue una edición marcada por La flor (Mariano Llinás, 2018) y su kilométrico metraje repleto de cine, con varias películas resonantes como An elephant sitting still (Hu Bo, 2018), El silencio es un cuerpo que cae (Agustina Comedi, 2017) o Las hijas del fuego (Albertina Carri, 2018), una sólida sección Trayectorias con películas como Season of the Devil (Ang panahon ng halimaw, Lav Diaz, 2018), Pororoca (Constantin Popescu, 2018), o Jeannette, la infancia de Juana de Arco (Jeannette, l’enfance de Jeanne d’Arc, Bruno Dumont, 2018) y estupendas retrospectivas a directores como Phillipe Garrel, John Waters, Kira Muratova o James Benning.

Y sin embargo, el contexto.

La flor Bafici

La flor

Algunos problemas se veían venir desde lejos, desde mediados del año pasado para ser más específicos. Resulta inevitable pensar en las perspectivas de pagar los screening fees de las películas mientras el dólar canta las cuarenta y el presupuesto se licúa en tiempo real. Si a la volatilidad cambiaria provocada por la crisis económica que atraviesa el país se le suman las políticas de austeridad y recorte en áreas como educación y cultura promovidas por el gobierno nacional –que es el mismo en la Ciudad de Buenos Aires, principal impulsora económica del festival–, el recorte presupuestario era un hecho bastante factible desde el vamos. El recorte se nota en la cantidad de audiovisuales que formarán parte del festival: entre largometrajes y cortos el total es de 315, 51 menos que en la edición pasada –366 audiovisuales– y en aspectos como la imposibilidad de traer a Brian de Palma como invitado y la cancelación de un libro sobre su carrera cinematográfica, o el súbito cambio de sede tras no conseguir llegar a un acuerdo con la cadena Village Cines, que en las últimas ediciones había establecido como punto neurálgico sus sedes en los barrios de Recoleta y Caballito. El nuevo punto de encuentro será en el barrio de Belgrano debido al acuerdo con la cadena Multiplex, lo cual supone ciertas complicaciones al tener menos salas y ubicarse en una zona más alejada del centro de la ciudad, lo cual puede suponer problemas de acceso para los que no vivan cerca. Todos estos sucesos suponen un resquebraje de las bases, un cimbronazo a la estabilidad con la que uno asocia a un festival de cine entrado en años. Esto no quiere decir que el BAFICI esté en una situación comprometida, pero sí muestra una matriz ligada a las vicisitudes de la situación económica del país y a las políticas culturales del gobierno de turno que evidencia una posición inestable que podría agravarse en caso de que el contexto se mantenga desfavorable en el futuro. El festival ha resistido embates peores, pero lo ha hecho poniendo a la comunidad cinematográfica en alerta, siendo claros al respecto de las dificultades. Lo problemático de esta ocasión se encuentra en que a pesar de lo evidente, no se diga nada sobre el tema.

A pesar de la preocupación y sensación de incertidumbre –queremos que siga la tradición de cada otoño–, nos quedan las películas. Afortunadamente el festival ha preservado su estructura interna, por lo que sus competencias y secciones principales permanecen intactas –solamente la sección Gastronomía ha pasado a mejor vida– y con ellas la variedad de la programación a la que nos tiene acostumbrados. Lo primero a destacar son las películas de apertura y clausura: Claudia, del director argentino Sebastián de Caro y Santiago, Italia, documental del italiano Nanni Moretti –un viejo conocido del festival, invitado en el año 2017–que va a romper con cierta tendencia hacia la comedia de las últimas ediciones –recordemos que el año pasado Las Vegas (Juan Villegas, 2018) e Isla de perros (Isle of Dogs, Wes Anderson, 2018) fueron apertura y clausura respectivamente–.

La Competencia Internacional del BAFICI 2019 se presenta como una categoría más impredecible a comparación del año pasado, en la que La flor se llevaba todas las miradas desde el primer minuto. Eso hace que no tengamos candidatos de antemano y también genera cierta falta de referencias que se traduce en la dificultad para destacar películas en esta etapa previa. Entre las 16 películas que componen la Selección Oficial se encuentra el segundo largometraje de Louis Garrel –hijo de Phillippe, más conocido por sus trabajos como actor–, L’homme fidèle, Music and Apocalypse de Max Linz –con ese nombre para el filme ya estoy intrigado–, MS Slavic 7 (Sofia Bohdanowicz, Deragh Campbell), The Unicorn (Isabelle Dupuis, Tim Geraghty), Ojos negros de las españolas Marta Lallana y Ivet Castillo, Monos de Alejandro Landes – ¡película coproducida por 9 países! –, Noemí Gold (Dan Rubintein), God of the Piano (Itay Tal), Spice It Up (Lev Lewis, Yonah Lewis, Calvin Thomas), We are Little Zombies (Makoto Nagahisa), Ray & Liz (Richard Billingham), Aniara (Pella Kågerman, Hugo Llija), Cronofobia de Francesco Rizzi –otra película con nombre atractivo–, Koko-Di Koko-Da (Johannes Nyholm), Los tiburones (Lucía Garibaldi) y Vox Lux (Brady Corbet), sorpresa con mucho star system que estará como Selección Oficial fuera de competencia. Como apuntes al paso: es curioso el número de películas co-dirigidas por dos o incluso tres personas –5 para ser más específicos– y también la ausencia de directores nacionales en esta competencia –aunque tres filmes sí tienen co-producción con Argentina–.

Garrel Bafici 2019

 L’homme fidèle

Si la Internacional tiene un aura de misterio, la Competencia Argentina del BAFICI 2019 tiene un aire más familiar, al menos para el espectador local. Hay viejos conocidos como José Celestino Campusano con Hombres de piel dura y Raúl Perrone con ITUZAIGO V3RIT4, ambos participantes en la edición anterior. También está Santiago Loza con su Breve historia del planeta verde, película ganadora del premio Teddy en la Berlinale de este año y el esperado segundo largometraje de Edgardo Castro, Familia, tras su gran ópera prima, La noche (2016). La lista se completa con Las facultades (Eloise Solaas), La vida en común (Ezequiel Yanco), Badur Hogar (Rodrigo Moncoso), Fin de siglo (Lucio Castro), Margen de error (Liliana Paolinelli), La visita (Jorge Leandro Colás), Método Livingston (Sofía Mora) –documental a priori muy interesante–, La excusa del sueño americano (Florencia de Mugica, Laura María Tablón), La creciente (Franco González, Demián Santander) e Ínsula de María Onis –directora de Arte en Zama (Lucrecia Martel, 2017)–. En la Competencia Argentina de Cortometrajes se percibe la misma tendencia debido a la presencia de cortos de Manuel Abramovich (Blue Boy), Martín Farina (El brazo del whatsapp), Nicolás Prividera (Yo maté a Antoine Doinel) y Francisco Bouzas (Todo lo cercano se aleja) –este último realizó unos de los documentales más destacables de la edición 2018: La cuarta dimensión–.

La Competencia Vanguardia y Género del BAFICI 2019 sigue en su espiral habitual de cine de género y diversas mutaciones de cine experimental, de las que marcamos con resaltador Leyenda dorada del genial Chema García Ibarra e Ion de Sosa, Instructions on How to Make a Film (Nazli Dinçel), Ceniza verde (Pablo Mazzolo), Ojo de mar (Pavel Tavares, Benjamín Garay), Apuntes para una película de atracos (León Siminiani), Fordlandia Malaise (Susana de Sousa Dias), Anteu (Joao Vladimiro), Where do we go (Siefried A. Fruhauf), The Children of the Dead (Kelly Cooper, Pavol Liska) –esta pinta para ser la más rara de las raras del festival– y la película que más expectación me genera: Ma nudité ne sert à rien de Marina de Van. Como entusiasta del extremismo francés, la curiosidad por lo nuevo de la directora francesa es inmensa.

La Competencia Derechos Humanos del BAFICI 2019, que el año pasado nos dejó obras como Meteors (Meteorlar, Gürçan Keltek, 2017) y El silencio es un cuerpo que cae este año tiene entre sus filas filmes como Putin’s Witnesses (Vitaly Mansky), película que potencialmente puede llegar a dialogar con Our New President (Maxim Pozdorovkin, 2018), Kabul, City in the Wind (Aboozar Amini), Espero Tua (Re)Volta (Eliza Capal) –en Brasil los cineastas están pensando mucho sobre su presente–, Soleils Noirs (Julien Ele), ¿Quién mató a mi hermano? (Ana Fraile, Lucas Scavino), Vigilia en Agosto (Luis María Mercado), 1999 (Samara Chadwick), Selfie (Agostino Ferrente), Il dono (Giuliano Fratini) y Hamada (Eloy Dominguez Serén).

La Competencia Latinoamericana del BAFICI 2019 también se hace presente, aunque con menos películas que el año pasado. Serán de la partida La fundición del tiempo (Juan Álvarez Neme) –documental prometedor que gira sobre el fantasma de Hiroshima y Nagasaki– , Casos Complejos (Omar Forero), Antes que llegue el ferry (Juan Caunedo, Vladimir García, Raúl Escobar), La asfixia (Ana Isabel Bustamente), Gran Orquesta (Peri Azar) –Jazz de los cincuenta y cine, el BAFICI lo hace de nuevo–, Cartero (Emiliano Serra), Mr. Leather (Daniel Nolasco) –más actualidad brasileña– y Los días de la ballena (Catalina Arroyave Restrepo).

Cronofobia BAFICI 2019

Cronofobia

De las secciones no competitivas la más atractiva es por supuesto Trayectorias, que recolecta muchos de esos filmes de peso que han desfilado por festivales de todo el globo y que no han conseguido aterrizar como estrenos en la cartelera nacional –aunque algunas terminan apareciendo tras un paso exitoso por el BAFICI–. Lo más atractivo a ojos del que escribe dentro de las veintitantas películas que componen la sección: Nuestro tiempo (Carlos Reygadas), Répertoire des villes dispaires (Denis Côté), Genèse (Philippe Lesage) –si el colega Javier Acevedo Nieto la recomienda hay que tomar nota–, Alpha, the Right to Kill (Brillante Mendoza) –posible contrapartida conceptual de Season of the Devil–, Meeting Gorvachev (Werner Herzog, André Singer), I diari di Angela – noi due cineasta (Yervant Gianikian), Maya (Mia Hansen-Løve), The House That Jack Built (Lars Von Trier) y They Shall Not Grow Old (Peter Jackson), documental y homenaje a los cien años del fin de la Primera Guerra Mundial.

El desfile de secciones del BAFICI 2019 continúa con Noches Especiales, que ofrece cuatro películas este año: Baldío (Inés de Oliviera Cézar), Juansebastián (Diego Levy), Los adoptantes (Daniel Gimelberg) y Pistolero (Nicolás Galvagno). Por su parte, Nocturna sigue machacando con cine de género para los trasnochados: His Master’s Voice (György Pálfi), Il primo re (Matteo Rovere), Seder-masochism (Nina Paley), Swing Kids (Kang Hyoung-chul), The Scoundrels (Hung Tzu-Hsuan), A sombra do pai (Gabriela Amaral Almeida), Bamboo Dogs (Khavn De la Cruz) –otra película con foco en Filipinas– y Demons (Daniel Hui). En Pasiones destacamos a Diamantino (Gabriel Abrantes, Daniel Schmidt), Carmen y Lola (Arantxa Echeverría), Vatreni (Edson Ramírez) y The Heat: A Kitchen (R)Evolution (Maya Gallus) –para los que extrañen la sección Gastronomía–. En el espacio “infantil” del festival, BAFICITO hay una selección interesante de films de animación, comenzando por Mirai (Mamoru Hosoda) –posiblemente la atracción principal–, Astérix: le secret de la potion magique (Alexandre Astier, Louis Clichy) –para el que tenga curiosidad de ver a Obelix en redondeada animación 3D–, Dilili À Paris (Michel Ocelot) y Hoffmaniada (Stanislav Sokolov), que con su animación stop motion parece tener ecos de maestros de la animación rusa como Ideya Garanina.

Óperas primas ofrece debuts de directores provenientes de España, Argentina, Estados Unidos, China y Hungría, y todavía nos queda Lugares, Música, Películas sobre películas, Hacerse grande, El cine de ACID –con dos películas de la nueva sección del festival de Cannes–, Comedia, Personas y Personajes y Artistas en Acción. De este conglomerado destacamos –tirando una moneda al aire en algunos casos– Keep Singing: A Tribute to Jonas Mekas (Chuck Smith) –el título lo dice todo–, Stan & Ollie (Jon S. Baird), Walking on Water (Andrey M. Padonov), La lección de anatomía (Agustín Kazah, Pablo Arévalo), El escultor de los kilómetros (Mauricio Salleses), Smuggling Hendrik (Marios Piperides), Volcano (Roman Bondarchuk), Eight Grade (Bo Burnham), Camorra (Francesco Patierno), The Real Thing – The Real Life in Fake Cities (Benoit Felici), A Punk Daydream (Jimmy Hendrickx), Fire Music (Tom Surgal) y Un filósofo en la arena (Aaron Fernández, Jesús Muñoz). Por último en la sección Cortometrajes Internacionales podemos encontrar obras como Calvalcade (Johann Lurf), Manual para una correspondencia desprolija (Diego Cendra Woodman), Testa (Karl-Heinz Klopf) o Clapotis (Mor Israeli), en una combinación entre animación, cine experimental, comedias y otras yerbas; y en Rescates nos encontramos con clásicos del cine estadounidense como de costumbre y alguna rareza de otros lares: Alien de Ridley Scott, Duro de Matar (Die Hard, John McThiernan, 1988) o The Big Lebowski (Joel & Ethan Coen) serán algunas de la partida de Hollywood, mientras que Diamantes en la noche del checoslovaco Jan Nemec y Tiro de gracia del argentino Ricardo Becher son los filmes que le dan un sabor más global.

Solamente restan los Focos, lugar donde se concentran las retrospectivas a figuras del cine que vale la pena reivindicar. En comparación con el gran nivel de figuras de peso del año pasado que ya mencionamos anteriormente esta edición puede palidecer un poco, pero ya la retrospectiva del gran director portugués Paulo Rocha vale muchísimo la pena, con 10 películas y la presencia de Isabel Ruth –actriz icónica del cine portugués– como jurado e invitada del festival. También está la exhaustiva retrospectiva de la cineasta austríaca experimental Friedl Vom Gröller con cuarenta cortometrajes de su autoría, el foco en la obra de Julien Temple, la retrospectiva de la cineasta Muriel Box –descrita en el catálogo como “protofeminista”, mucha curiosidad– y de la actriz sueca Christina Lindberg.

Con algo de preocupación pero también con ganas de descubrir mucho cine, nos embarcamos en el BAFICI 2019 haciendo foco principalmente en la Competencia Internacional al igual que el año pasado, pero sin descuidar lo que resuena en otras Competencias y Seciones paralelas. En otras palabras, Competencia Internacional y lo más que se pueda de todo lo demás. Así que a estar atentos, que en breve empezamos.

Y que la tradición perdure.

Diamantino BAFICI 2019

Diamantino

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