BAFICI – Cierre
Apuntes de otoño Por Damián Bender
El domingo 22 de abril finalizaba la veinteava edición del BAFICI, y con ello le ponía fin al desenfreno de las corridas para llegar a las funciones de prensa matutinas, las salidas de quince minutos entre películas, los reportes tuiteros desde la oficina de prensa y los juegos de aplausos entre espectadores antes de que arrancara el nuevo corto de Don Hertzfeldt. Pero sobre todo, terminaba un período de once días en los que el cine se transformó en la prioridad número uno, en una presencia permanente y demandante. Intensa, pero muy satisfactoria. No puedo negar que la he pasado bien. Pero ya ha pasado un buen trecho desde ese domingo. La marea ha bajado y la efervescencia que me acompañaba en esos días ya se acopló a la inmutabilidad de la vida cotidiana. Si tenemos en cuenta que este es el primer festival que cubro integralmente es una cosa positiva estar escribiendo las conclusiones luego de un tiempo prudencial –bastante accidental, aclaro-. La distancia trae cierta perspectiva que ayuda a la reflexión, a ver las cosas más claras.
En realidad mis posiciones/observaciones no han cambiado pero bueno, es lo que dicen. Veamos qué es lo ha puesto sobre la mesa este BAFICI.
Impresiones de la Competencia Internacional
Empezaremos por aquí ya que como se mencionó en la introducción previa al inicio del festival, la Competencia Internacional iba a ser el foco principal de la cobertura. Las razones eran muy sencillas: con 16 películas en la Selección Oficial y 3 fuera de competencia teníamos una buena cantidad de obras para analizar y mucha variedad tanto en países como en temáticas. Además, la apuesta de esta sección competitiva es la de captar talentos noveles, directores con un máximo de dos películas previas en su haber que pueden dar el primer campanazo en el circuito global.
En términos de nivel ofrecido la sección quedó un tanto en el debe. Algunas de las razones fueron sugeridas en la crítica de La Flor: la distancia que separa a la locura de Mariano Llinás del resto de participantes se hizo muy obvia y en más sentidos que solo su duración. Esto no quiere decir que el resto haya sido un desastre, sino que estamos ante un caso de comparar peras con manzanas. En líneas generales la mayoría de las películas fueron correctas en términos de realización y prolijidad, pero sin ofrecer mucho más para destacarse. Entre las excepciones al promedio destaco especialmente a la “anti-tragedia griega” 1048 lunes (Charlotte Serrand), las brasileñas Azougue Nazaré (Tiago Melo) con su cuidada atmósfera de samba y misticismo religioso y As Boas Maneiras (Julian Rojas, Marco Dutra) que mete en la licuadora el fantástico, el terror y Disney y sale bien parada de todo ello; la sencillez del amor juvenil de Les Faux Tatouages (Pascal Planté), el hiperrealismo silencioso de When She Runs (Robert Machoian, Rodrigo Ojeda-Beck) y la comedia desaforada de Dry Martina (Che Sandoval). Las cosas podrían haber tomado otro color si An Elephant Sitting Still (Hu Bo) hubiese formado parte de la competencia, sin embargo el fallecimiento de su director obligó a un cambio de planes (esto es pura deducción, porque tenía el nivel para dar el campanazo).
Dry Martina
Siempre hay lugar para una canción
Lo que en los primeros días aparecía como una coincidencia, para los últimos días del festival era una constante que aparecía en gran parte de las películas que me tocó ver. Esta constante es la fuerte presencia de elementos relacionados directamente a la música: ya sea temáticamente o como una parte fuerte de la cosmovisión individual de la obra en cuestión, muchísimas películas incluyen algún segmento cantado o directamente deconstrucciones de la comedia musical. Les faux tatouages y Paisaje (Jimena Blanco) tienen su juventud rockera, Azougue Nazaré gira en torno al maracatú y el carnaval, Village rockstars (Rima Das) contrapone la pasión por la música y las adversidades de la vida, hasta Llinás tiene en el episodio dos toda una historia que gira en torno a la música. Y luego está As boas maneiras que incluye momentos musicales muy inspirados en la escuela Disney, Bruno Dumont y su Jeannette, l’enfance de Jeanne d’Arc que juega con los códigos del género para crear una puesta en escena única y paródica; y sobre todo Lav Diaz que adapta el musical a su poética personal para hablar de las espinas históricas y actuales de su Filipinas en Season of the Devil. Como pueden llegar a deducir, estaba difícil salir de la sala sin canturrear alguna melodía.
As boas maneiras
El cine por fuera del INCAA
Una década después de Historias Extraordinarias, La Flor vuelve a traer el debate de si es posible hacer cine en Argentina sin apoyo económico del ente nacional cinematográfico, y la respuesta es un claro “sí”. Pero con algunas condiciones. Dentro de este nicho del cine independiente, La Flor es más una excepción que una regla, una suerte de superproducción con nombres de peso a los que el realizador promedio no puede acceder tan fácilmente. Si comparamos a esta película con otras presentadas y que también se realizan por fuera del INCAA como Expiación de Raúl Perrone o El silencio a gritos de José Celestino Campusano nos damos cuenta de que hay una diferencia importante. Afortunadamente es posible hacer películas sin fondos públicos, pero la realidad es más dura para los independientes. Como dijo Llinás en su discurso al recibir el premio a Mejor Película, el cine más independiente es el que necesita la mayor ayuda posible. Sea dentro o fuera del INCAA, sin cine independiente no hay cine argentino.
El silencio a gritos
Los ganadores
Antes de entrar en las minucias mejor hacer un repaso general del palmarés:
Competencia Internacional
– Mejor Película: La Flor (Mariano Llinás)
– Premio Especial del Jurado: Violence Voyager (Ujicha)
– Mejor Director: Tiago Melo, por Azougue Nazaré
– Mejor Actor: Anders Juul, por A Horrible Woman (Christian Tafdrup)
– Mejor Actriz: Elisa Carricajo, Valeria Correa, Pilar Gamboa y Laura Paredes por La Flor
– Primera Mención para A Tiger in Winter (Lee Kwang-kuk) y Segunda Mención para As boas maneiras (Julian Rojas, Marco Dutra)
– Mejor Música Original: Nilotpal Borah, por Village Rockstars
Competencia Argentina
– Mejor Película: Las hijas del fuego (Albertina Carri)
– Mejor Director: Lola Arias, por Teatro de Guerra
Competencia Vanguardia y Género
– Gran Premio: The image you missed (Donald Foreman)
– Mejor Largometraje: The seen and unseen (Kamila Andini)
– Mejor Cortometraje: Watching the Detectives (Chris Kennedy)
– Mención especial para Braguino, de Clémént Cogitore
Competencia Derechos Humanos
– Mejor Película: Meteors (Gürcan Keltek)
– Mención especial para El silencio es un cuerpo que cae, de Agustina Comedi
Competencia Latinoamericana
– Mejor Película: Averno (Marcos Loayza)
– Mejor Director: Mauricio Alfredo Ovando, por Algo quema
– Mención especial para La cuarta dimensión, de Francisco Bouzas
Competencia de Cortos Argentinos
– Ganadores: La prima sueca (Inés Barrionuevo, Agustina San Martín), Las flores (Renzo Cozza) y El liberado (Martín Farina)
Premios del Público
– Mejor Película Internacional: Virus tropical (Santiago Caicedo)
– Mejor Película Argentina: Foto estudio Luisita (Sol Miraglia, Hugo Manso)
Como podrán notar, la cantidad de competencias es tan vasta como la cantidad de películas del BAFICI en general. Es difícil seguir varias a la vez a menos de que ya se tengan vistas las películas exhibidas previamente en otros festivales. Por ejemplo, la Berlinale en esta edición ha aportado un número importante de películas para competición y también para nutrir otras secciones. Este hecho es bastante lógico teniendo en cuenta la cercanía entre los dos festivales en el calendario. Con todo esto quiero decir que hay muchas cosas que no pude ver o que apenas estoy recuperando gracias a la videoteca del festival, por lo que un análisis pormenorizado de cada sección es imposible. Sin embargo, puedo dar algunos pincelazos.
En la Competencia Internacional las cosas están bastante claras: el triunfo de La Flor como Mejor Película era bastante obvio, y si bien tenía algunas dudas de si le iban a dar a Piel de Lava el premio a Mejor(es) Actriz(ces) también era muy merecido. Las menciones para A Tiger in Winter y As boas maneiras son bastante lógicas, la primera por sus ecos al cine de Hong Sang-soo que podía –y queda claro que pudo- entusiasmar a los jurados, y la segunda por su original propuesta dentro del género fantástico. En Mejor Director la cosa estaba más abierta, pero el triunfo de Tiago Melo tiene sentido: Azougue Nazaré tiene momentos brillantes que le deben mucho a la buena madera de su director, y se destacó pese a un guión un tanto disperso que no aprovecha las potencialidades del relato. En Mejor Actor el asunto pasaba por Anders Juul (A horrible woman) o Anthony Therrien (Les faux tatouages), porque la competencia estuvo rebosante de protagonismo femenino, tanto en cantidad como en calidad. El Premio Especial para Violence voyager se me hizo un poco incomprensible, porque la animación de Ujicha me resultó tan acartonada como sus propias figuras, hechas literalmente de cartón.
Desde acá nos ponemos más imprecisos. En Vanguardia y Género he visto más cortos que largos, y la premiación de Watching the Detectives ha sido una grata sorpresa. El corto de 20 minutos de Chris Kennedy en el que desmenuza un hilo de reddit en el cual los usuarios buscan a los responsables del atentado en la maratón de Boston es muy interesante, más aún por su carácter mudo –no hay sonido- y el uso de simples capturas de pantalla que se proyectan en 16mm. Hubo otros candidatos que podían llevarse el premio –T.R.A.P de Manque la Banca o World of Tomorrow: Episode Two de Don Hertzfeld, por ejemplo- pero es claramente merecido. En la Competencia Argentina la victoria de Las hijas de fuego y Albertina Carri era esperable. La verdad, no pude verla –las funciones de prensa coincidían con la proyección de La Flor y las normales se esfumaron en cuestión de minutos- pero por las charlas y cotilleos queda claro que no dejó a nadie indiferente. En la Latinoamericana destaco la mención a La cuarta dimensión, un documental muy original en el que el que la música toma nuevamente un rol protagónico.
Pero la que se robó el show fue la Competencia de Derechos Humanos. Tanto la ganadora como la mención especial son documentales mayúsculos, grandes obras que destacan especialmente por su originalidad y sensibilidad para tratar temáticas complejas. Meteors de Gürcan Keltek se introduce en la realidad de la población civil en el renacido conflicto armado entre turcos y kurdos, y lo hace de forma poética, aprovechando los acontecimientos que se dan en el transcurso de un año para narrar el surgimiento de la violencia, mostrar la angustiante situación de los civiles y señalar el evento inesperado por el que la paz llegó desde el cielo. Y sobre El silencio es un cuerpo que cae ya hay una entrada escrita en las primeras jornadas del festival que pueden leer aquí. Sin dudas el documental de Agustina Comedi fue la revelación argentina, que fue ganando en reconocimiento a través del boca en boca.
Meteors
Conclusiones
Antes de entrar a ver la que iba a ser mi última película del festival (An Elephant Sitting Still) compré el libro conmemorativo por los 20 años del BAFICI, titulado “Otoños Porteños”. El libro es básicamente un compendio de anécdotas, reflexiones y recuerdos de estas dos décadas de historia por parte de programadores, críticos y los antiguos directores que estuvieron a cargo del festival –exceptuando por la injustificable ausencia de Fernando Martín Peña, director artístico entre 2005 y 2007-. En el libro se percibe mucho de la atmósfera especial que cubría al BAFICI particularmente en esa primera década: una sensación de excitación y descubrimiento permanentes, la certeza de estar viendo la historia escribirse ante sus ojos. La justificación principal a este sentimiento se puede encontrar directamente en los ganadores de esos años: Kore-eda, Zhang-ke, Apitchapong, Trapero, los mismísimos Llinás y Carri, y puedo seguir nombrando unos cuantos más. Las primeras ediciones del BAFICI están cubiertas de la mística de haber coincidido con el surgimiento de una generación muy importante de directores que en esos años daba los primeros pasos. Todo era joven y nuevo, por lo tanto tendiente al éxtasis. Los años han pasado y se ha perdido un poco de todo eso. Ahora estamos ante un evento más establecido y por lo tanto sin tanta efervescencia. Quizás sea que hay demasiadas secciones competitivas y el foco –y el nivel general- se pierde un poco, o quizás que no ha sido una gran cosecha en cuanto a grandes películas descubiertas por el festival, pero esa chispa, ese momento al salir de la sala en el que pensás “uf, acabo de ver algo increíble” lo he encontrado en contadas ocasiones.
Pero eso no quiere decir que haya sido una mala edición, para nada. Haber sido testigo de la totalidad de La Flor es un evento en sí mismo, igual que poder ver Season of the Devil, An Elephant Sitting Still –futura película de culto- o El silencio es un cuerpo que cae –que ojalá siga teniendo recorrido en otros festivales-. Las grandes películas –y también las muy buenas- hacen que todo valga la pena. La visitas de Philippe Garrel y John Waters han sido un gran éxito entre la gente, y me parece que esta vez la afirmación de que “hemos tenido la mayor cantidad de público que la edición anterior” es verdadera –o eso es lo que ha interpretado mi medición a ojo-. El BAFICI sigue siendo la gran ventana con la cual acercarnos al cine mundial y también a buena parte del cine argentino, para disfrutar de ese costado del arte cinematográfico que apenas se esboza en la cartelera local, cartelera que encima se acorta a medida que nos alejamos de Capital Federal. Siendo la primera vez que hago una cobertura tan extensa, la he pasado genial a pesar de todas las horas de viaje y las pocas horas disponibles de sueño. Vamos, que ni de casualidad pienso perderme la número edición veintiuno. ¡Hasta la que viene, BAFICI!
Coda:
Recopilación de la cobertura vía twitter de la veinteava edición del Buenos Aires Festival Internacional de Cine Independiente:
BAFICI 2018