Beautiful New Bay Area Project

Género fluido Por Yago Paris

I. Kiyoshi Kurosawa y los géneros

No descubrimos nada nuevo si señalamos lo cómodo que se siente Kiyoshi Kurosawa en el cine de género. Esto alude no solo a su extenso trabajo en obras tan codificadas como las propias del V-Cinema, como explica Álvaro Peña en el texto inaugural de este especial , sino también a su interés por ofrecer un modelo de cine de autor que se enraiza en las claves genéricas, como debaten los integrantes del podcast Perros Verdes en el episodio dedicado a la figura del realizador nipón, que también forma parte de este dossier. Kurosawa se siente tan cómodo en el género que lo visita, reformula y transgrede constantemente, algo que se puede observar con especial énfasis en obras de su última etapa, donde la libertad a la hora de narrar, y quizás la renuncia definitiva a crear gran cine de consenso, lo han llevado a una experimentación fluida y mutante.

2013 se sitúa como un año clave para entender esta tendencia en su cine, pues ofrece hasta un total de tres filmes, dos largometrajes y un cortometraje, todos ellos cortados por el mismo patrón de evolución imprevisible. Se podría aludir que ya desde el inicio de su carrera el contraste entre géneros se puede observar en cintas como Sweet Home (Suwīto hōmu, 1989), donde una escena de humor infantil da paso a una perturbadora escena de terror con apenas un corte de montaje entremedias. No obstante, en este caso se trata de una narración cerrada, donde el intercambio entre tonos se describe desde el principio y por tanto la evolución del relato no ofrece sorpresas en este aspecto. Por el contrario, películas como Real (Riaru: Kanzen naru kubinagaryū no hi, 2013), Seventh Code (2013) o la obra que se analizará en este texto, el cortometraje Beautiful New Bay Area Project (2013), transitan con soltura por un terreno del desconcierto, donde los códigos de diferentes géneros parecen colarse a través de las grietas que deja una puesta en escena más centrada en crear instantes visuales memorables que una obra orgánica y coherente. Si el de Kurosawa nunca ha buscado ser un cine de tesis, cerrado en sí mismo, en estas cintas la sensación es de apertura total, casi como si se tratara de obras de la última etapa de Terrence Malick, donde cada día se reescribe la parte del guion que toca filmar esa jornada y la película solo toma cierta forma en la sala de montaje. Se trata de tres creaciones que parecen establecer una suerte de universo compartido, donde una mirada autoral se da la mano sin tapujos —esto no debería ser sorprendente— con el telefilme de explotación; y los personajes, aunque cambien de cuerpo y de nombre, en cierta manera se pueden interpretar como diferentes vertientes de un mismo ser.

Beautiful New Bay Area Project es un cortometraje que pertenece a Beautiful 2013, un filme episódico que comisionó y produjo la Hong Kong International Film Festival Society ese año, donde Kiyoshi Kurosawa comparte espacio con Wu Nien-jen, Lu Yue y Mabel Cheung 1. La historia gira en torno al presidente de una compañía, que en una visita a la zona portuaria donde construirán una nueva área residencial —proyecto cuyo nombre da título al filme— se queda prendado de una de las trabajadoras de un almacén, tras lo que decide hacer todo lo posible por conocerla. El protagonista (Tasuku Emoto) es un joven cuyo nombre se desconoce, que ha accedido a su puesto gracias a que la empresa pertenece a su familia, algo que, lejos de generarle satisfacción, lo oprime en el hastío. El encuentro con la chica (Mao Mita), de nombre Takako, revoluciona su vida, hasta entonces carente de sentido, lo que lo arrastra a una persecución obsesiva y bastante ridícula.

Beautiful New Bay Area Project

II. El personaje masculino es drama y es comedia

La posición del individuo en la sociedad japonesa, su rol y lo que se espera de este, y todo lo que esto puede diferir de las expectativas vitales del propio individuo, es un aspecto abordado de manera habitual en las películas de Kurosawa. Un caso paradigmático es el de Tokyo Sonata (Tōkyō sonata, 2008), donde los cuatro integrantes de una familia de clase media se debaten entre lo que quieren ser en la vida y lo que la sociedad espera de ellos. El personaje más similar al protagonista masculino de Beautiful New Bay Area Project en este caso sería el de la madre, Megumi (Kyōko Koizumi), quien tiene un momento de rebeldía frente al rol asignado, pero finalmente vuelve a su posición original, pues sabe que no hay posibilidad de encontrar un camino más satisfactorio en la vida, o no tiene suficiente fuerza como para labrárselo. El protagonista de Beautiful New Bay Area Project se ha resignado a ser el jefe de una compañía que le importa más bien poco. Kurosawa lleva su desidia al extremo cómico del sopor. El corto comienza con un primer plano del personaje, dormido en la furgoneta de camino al lugar donde posteriormente descubrirá a la mujer que lo volverá loco. Posteriormente, de vuelta en la oficina, también aparece dormido encima de su escritorio —en este caso, posiblemente alcoholizado—, hasta que su asistente lo despierta y lo fuerza a continuar trabajando, argumentando que ese es su destino, y que la compañía solo funciona si él trabaja. Este desdén por un trabajo de clase alta contrasta con la actitud del padre de familia de Tokyo Sonata, Ryūhei (Teruyuki Kagawa), quien se aferra con uñas y dientes a su oficio incluso tras haber sido despedido. En ambos casos se trata de una crisis de identidad ligada a la actividad laboral: mientras uno pierde su identidad al perder su trabajo, el otro la ha perdido por estar condenado a permanecer en su empleo.

Aunque estos aspectos de la historia conecten el filme con temas habituales del drama social, las situaciones se narran con un tono ligero, que permite la aparición, en mayor o menor medida, de otro género como el de la comedia. Drama social y comedia son los dos géneros que caracterizan el punto de vista del protagonista masculino —cuando la narración cambie el punto de vista al de la mujer, los géneros que aparecerán serán el fantástico y el de artes marciales—. Así pues, aunque exista una representación crítica de la presión que sufre el individuo en una sociedad tan estandarizada y jerarquizada como la japonesa —al menos, a ojos de su autor—, al mismo tiempo las situaciones se retratan desde lo ridículo, con un personaje tan hastiado que directamente se duerme en el trabajo, una aproximación muy similar a la que se muestra al retratar la crisis de identidad que atraviesa el protagonista de Charisma (Karisuma, 1999).

Beautiful New Bay Area Project

Tampoco es demasiado razonable que el personaje tenga una revelación al ver a la chica, lo que lo empuja a perseguirla e incluso acosarla debido al impulso que siente en su interior, que resulta inexplicable —un comportamiento idéntico al de Akiko (Atsuko Maeda), la protagonista de Seventh Code, quien persigue de manera irracional a un joven al que apenas conoce—. Como en infinidad de personajes masculinos de la filmografía de Kurosawa, el director de esta empresa es otro ser idiota y ridículo, que en los momentos más cómicos del relato no duda en ponerse a danzar y dar gritos en las proximidades del almacén cuando localiza a la mujer por segunda vez, o se arrastra por el interior de dicho edificio como alma en pena cuando pierde de vista su objeto de deseo. En este sentido la banda sonora parece funcionar como puente entre géneros, catalizando el salto de uno a otro de manera que, aunque enfática, resulta natural en este ecosistema creativo. Este aspecto conecta el cortometraje con Real, un filme donde se utiliza la música con especial énfasis en los momentos de melodrama desbocado. El histrionismo musical de Beautiful New Bay Area Project combina con el de Tasuku Emoto, quien en otro de los momentos más relevantes de comedia física expresa su desencanto con su trabajo abandonando la oficina corriendo —en el filme el lugar de trabajo se representa como un lugar del que huir—.

Ya sea desde un drama ligero o una comedia histriónica, el fragmento del cortometraje que se narra desde el punto de vista del protagonista masculino aborda la crisis existencial que provocan los valores de la sociedad japonesa. Ya lo expresa Damián Bender en su texto La fragilidad de ser, donde recoge una cita del propio Kurosawa, quien advierte de que «los valores que el individuo ha terminado por abrazar […] son de hecho las fuerzas que han venido a oprimirlo». El crítico posteriormente señala con lucidez que «el protagonista típico en un film de Kurosawa es introvertido y solitario, un ser humano que guarda dentro de sí una pena o una duda existencial que lo consume por dentro y terminará por servir como epicentro y catalizador del discurso audiovisual», una definición que describe con precisión al protagonista masculino de Beautiful New Bay Area Project.

III. Impregnación fantástica

A los diez minutos de metraje se alterna por primera vez el punto de vista de la narración. Una escena de transición muestra inicialmente a la protagonista femenina trabajando, posteriormente olas del mar y a continuación diferentes vistas de la zona portuaria donde trabaja. Mientras tanto, en off, se escucha la voz de la joven, quien explica su lugar de procedencia, que describe como un lugar muy profundo en el fondo del mar, que ningún ser humano ha visitado jamás. De manera sutil, mediante sobreentendidos y voluntarias lagunas de información, la narración se sumerge de manera sugestiva en el terreno del fantástico, pues da a entender que Takako en realidad no es humana. En la parte final de esta escena de transición, la joven aparece mirando directamente a cámara y relatando el resto de la historia, en una ruptura narrativa similar, aunque no tan desconcertante y juguetona, como la que se produce al final de Seventh Code, cuando la narración se apropia de dinámicas de representación propias del videoclip. Esta transgresión de lo propuesto hasta entonces es la materialización de la mutación genérica y de perspectiva que está teniendo lugar: ya nada será igual a partir de ahora. Conceptos como el extrañamiento y lo fantasmático se asocian con asiduidad al cine de Kiyoshi Kurosawa, y también es el caso incluso en un filme que abiertamente muestra su condición de mero divertimento. El género fantástico solo toma el control de la narración en esta escena de transición, pero modifica irremisiblemente el significado de todas las imágenes, impregnándolas de ese más allá, de «la intuición vaga de otro mundo», como lo define Ignacio Pablo Rico en su análisis de Tokyo Sonata . El fantástico no vuelve a manifestarse como género, pero el resto de imágenes del cortometraje serán, a partir de entonces, inherentemente fantásticas.

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Desde el punto de vista de lo que se cuenta, la escena de transición explica en buena medida los motivos del conflicto del filme. La joven explica que el mundo del que procede está fundamentado en aceptar la realidad, por cruda que esta sea. Se trata de un sitio donde las batallas entre fuertes y débiles es constante, pero, como ella misma las define, son actos de mutuo entendimiento y aceptación. Takako contrapone este statu quo de corte budista con el mundo de los humanos, dando a entender que tales  características no son habituales en estos lares. Esto se manifiesta en su interacción con el protagonista masculino, un ser débil que no asume su condición y lucha de manera absurda e inevitablemente infructuosa contra el destino que le ha tocado. El joven es rechazado por la chica, pero este insiste, ahondando más en su herida emocional. Puesto que la decisión del joven de interactuar con Takako a toda costa parece más fruto de un capricho temporal que de una verdadera motivación que se alinee con su verdadero yo —podría establecerse una lectura de los tiempos modernos, donde una vida acelerada impide un estado meditativo y provoca que se malinterpreten los deseos pasajeros como necesidades capitales—, Kurosawa parece afirmar que vale más aceptar un sino desfavorable que vivir la fantasía de un cambio que es imposible.

IV La ruptura definitiva: el género de artes marciales

La protagonista femenina, que es retratada como un ser espiritualmente superior, vive en conexión consigo misma, satisfecha con su posición en el mundo y capaz de valorar lo que posee. Esto se manifiesta a través del respeto y aprecio que muestra por el apellido que ha heredado y por el empleo que tiene. Esta situación contrasta con la del personaje masculino, quien no parece valorar el nombre que ha recibido, a tenor no solo del desdén con el que se relaciona con la manifestación física del mismo —la empresa familiar y su puesto de trabajo—, sino también, de manera más general, de su comportamiento antipático y ridículo —una deshonra para la familia—. En su huida desesperada hacia un panorama en el que pueda encontrar algo de significado a su vida, actúa como un idiota, lo que lo condena a pasar un calvario. La toma de decisiones estúpidas como manifestación de la desalineación espiritual es uno de los aspectos más característicos de las narraciones de Kiyoshi Kurosawa. En este sentido, Charisma quizás sea su mejor ejemplo: como señala Álvaro Peña en el podcast citado anteriormente, la película se puede entender como un repertorio de personajes ridículos tomando decisiones estúpidas y perdiendo el tiempo. La decisión que toma el personaje del cortometraje consiste en robar la placa identificativa de Takako, como si en cierta manera le estuviera robando el nombre que venera. Esta acción es fruto de su frustración, y desencadenará la furia de la joven, que, en una cinta tan libre como Beautiful New Bay Area Project, tomará las formas nada menos que del cine de artes marciales.

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Si el chico es el ser débil del relato, la chica es el fuerte, algo que se manifiesta en un dominio de las técnicas del kung fu. Todo sucede en las oficinas de la compañía, a las que accede Takako en busca de aquello que se le ha sustraído. Comienza de esta manera una micropelícula de acción donde los diálogos se tornan en puñetazos y patadas. Esta transformación del relato en su tramo final es tan inesperada como la que tiene lugar en Seventh Code, donde la protagonista pasa de ser una mujer a merced del destino a convertirse nada menos que en una agente especial, lo que provoca que la narración, hasta entonces en tono de drama con tintes de thriller, se convierta en una cinta de espías. Lo mismo se puede decir de Real, una mezcla de melodrama y terror psicológico que finalmente visita el fantástico, monstruo CGI inclusive. En el caso de Beautiful New Bay Area Project, al mantenerse un tono tan ligero durante todo el relato, la transformación sorprende y fácilmente provoca la carcajada de quien no se puede creer lo que está contemplando y al mismo tiempo disfruta por la inesperada coherencia interna que semejante decisión presenta.

La estructura de la secuencia es la típica de este tipo de filmes, donde, como si se tratara de un videojuego, el personaje se va enfrentando a diferentes adversarios, cada uno en un escenario nuevo. La filmación de las coreografías de batalla es probablemente el aspecto más perjudicado por un modelo de producción basado en la ligereza y la despreocupación. Esto se aprecia en el uso de diferentes perspectivas para rodar las escenas, que en muchos casos se solventan gracias al montaje y no tanto a la espectacularidad de las coreografías de las peleas. Cierta sensación de improvisación a la hora de construir el plano y de mover la cámara, así como evidentes desajustes del etalonaje, muestran que la intención en ningún caso pasaba por la emulación del género, sino más bien por una visita al mismo y posterior traslación a las condiciones de esta manera particular de rodar. El resultado solo podría entenderse como empobrecedor si uno le exigiera a la cinta que fuera lo que abiertamente está mostrando no querer ser.

Este modelo narrativo de “la conquista del castillo” culmina con el enfrentamiento con el adversario final, en este caso un patético y débil personaje como el protagonista masculino, que lo único que puede hacer es huir. Durante el segundo tercio del metraje, este había adoptado un rol más activo y solemne, mostrando interés en su trabajo —para poder ganar la adjudicación que le daría acceso al control del área donde trabaja la persona que podría dar sentido a su vida— y una gran exigencia hacia sus trabajadores. Esta evolución del personaje culmina con la disparatada escena donde un grupo de empleados huye de un ratón que se ha colado en la oficina, mientras él observa en la distancia sin inmutarse. Los trabajadores, que huyen del animal y terminan abandonando el plano —un recurso muy habitual en el cine de Kurosawa—, se llevan consigo la comedia, que ya no está asociada, aparentemente, al protagonista masculino. El humor patético retorna en el tramo final, cuando el personaje asume que, por mucho que se esfuerce, nunca será un ser fuerte . El último intento se manifiesta en la escena final, cuando trata de lanzarle una bicicleta a la chica y fracasa estrepitosamente. En una última muestra de mezquindad, al saber que la derrota es inminente, este lame la placa de identificación de manera lenta y repulsiva, lo que desencadena una somanta de palos por parte de Takako, al estilo de los videojuegos de peleas. El protagonista finaliza su historia en el suelo, destrozado —aunque, de manera cómica, sin una sola herida o moratón— y humillado, patético por ser incapaz de aceptar su sitio en el mundo. Termina así un cortometraje fascinante por su libertad creativa, un flujo de narración que parece construido a partir de los pilares del subconsciente de Kiyoshi Kurosawa y que, a pesar de haber dado un triple salto mortal con tirabuzón, cae de pie precisamente por no tomarse demasiado en serio a sí mismo, por estar más interesado en alcanzar tonos e imágenes desbordantes que un conjunto cerrado y rotundo.

Beautiful New Bay Area Project

 

 

  1. KERR, Elizabeth. (2013): “Beautiful 2013: Hong Kong Review”, 27 de marzo en Hollywood Reporter, https://www.hollywoodreporter.com/review/beautiful-2013-hong-kong-review-431276
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