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Contra la neutralidad queer Por Ana Jiménez

Bobby, el protagonista de la película Bros: Más que amigos (Bros, Nicholas Stoller, 2022), es escritor, historiador y divulgador de la Historia LGTBQ+. Al inicio de la película será nombrado director de un nuevo museo sobre eso mismo. Por esta razón, el conflicto del filme, además del amoroso, esencial en una comedia romántica, es la dificultad que tiene Bobby para sentirse identificado con la exposición estrella del museo. Es entonces una narración que se muestra preocupada por la representación de la Historia, por hacerle justicia. Sería entonces lógico por parte de la película que se compartiese el interés por el reconocimiento de la historia del cine queer, que sirviese como guía mainstream de acceso a su genealogía.

En general existe un desinterés por indagar en esta genealogía desde el cine contemporáneo. Harry Styles declaraba en una entrevista[1] que, en la actualidad, hablando del estreno de la película que protagoniza, My Policeman (Michael Grandage, 2022), era posible hacer un cine queer “diferente”, menos sexual, menos explícito, que rebosara sensibilidad e intimidad. Según el cantante, esta posibilidad permitía hacer un cine gay más representativo. La entrevista de Styles le acarreó ya duras críticas, primero porque como artista se ha nutrido de estéticas asociadas al propio colectivo, así como al cine queer de los 70 u 80, como el camp o el glam. Y segundo, porque demuestra la tendencia del cine LGTBQ+ contemporáneo de renegar de una genealogía anterior identificada como explícita, aunque solo en algunas ocasiones sexualmente, y siempre comprometida políticamente.

La Historia, como explica el personaje de Bobby, es política. ¿Por qué ignorar entonces la Historia del cine y sus relaciones políticas al reducir el cine queer a películas como Brokeback Mountain (Ang Lee, 2005) o Call Me by Your Name (Luca Guadagnino, 2017), y siendo Milk (Gus Van Sant, 2008) aquella que suele mencionarse por la autoría de un director abiertamente homosexual? Reducen la rica y compleja historia del cine queer a películas narrativas trágicas que han sido dirigidas a un público mayoritario, y por tanto, heterosexual, cuya intención conmovedora acaba fetichizando las relaciones homosexuales. Esto lo explica el propio Bobby: el cine no se ha preocupado por las vidas LGTBQ+. El personaje incluso efectúa una crítica al estado de la comedia romántica gay, al señalar que ahora las películas navideñas románticas[2] pretenden ser diversas, creyendo que es suficiente trasladar narrativas estereotípicas heterosexuales a la relación romántica entre dos hombres, o limitándose a incluir como secundario a un personaje o actor gay. La segunda crítica de Bobby apela a algo que lleva sucediendo décadas: en el género cómico, los personajes amanerados, incluso hogareños, son identificados como gays y, por tanto, son objeto de burla en la narración. La primera cuestión que critica Bobby resulta irónica porque, en parte, esto es lo que ha hecho Bros: Más que amigos.

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Una de las primeras escenas consiste en un flashback en el que Bobby rechaza la escritura de un libro porque el editor define el encargo como un trabajo dirigido a la concienciación del público heterosexual. Desde ese momento, la película se autodefine como una obra comprometida y dirigida al público que representa, el LGTBQ+ en general[3] y el gay en particular. Pese a esta bien intencionada labor, con un guion que incluye comentarios irónicos y sarcásticos sobre el colectivo queer, las bromas en torno al voguing, por ejemplo, que funcionan como running gag, no dejan de tener un objetivo divulgativo al apoyarse en largos monólogos en los que los personajes protagonistas —tanto Bobby como su interés amoroso, Aaron— explican sus identidades, divagan sobre la aceptación de ser gay o, simplemente, acerca de por qué es importante estar representado en un museo. El público homosexual que iría al cine a ver una comedia romántica de estas características probablemente ya esté familiarizado con dichas cuestiones. Así que o subestima a su público objetivo, o de forma velada manifiesta la intención de concienciar sobre las opresiones cotidianas a las que se enfrentan los hombres gays blancos de clase media alta.

Pero el problema, aunque estos monólogos explicativos tratan cuestiones generales, es su despolitización, centrándose la película en gran medida en la experiencia individual. Esto provoca que sus personajes, sobre todo los secundarios, funcionen a modo de nicho, preocupados únicamente por su identidad y su lucha individual. Bros: Más que amigos se aleja por completo de una colectividad que aúna emociones y luchas sociales. La lucha social y política, aquella que en Estados Unidos se identifica principalmente con Stonewall, y cuya mención abre la película, solo está presente en Bros: Más que amigos en el museo como un leitmotiv en el que la discusión política no sale a la calle, por ello se encierra a los personajes en los espacios en los que sí les está permitido existir, como la casa, el museo o la discoteca de ambiente.. Dos mujeres trans, una de ellas negra, une persone no binarie, un hombre bisexual y una lesbiana, forman parte en la película del comité del museo. Estas identidades se reducen a al espacio del museo, en el que participan, y por supuesto su papel narrativo es mínimo, como ocurre con el grupo de amigos de Bobby: cada uno funciona como un estereotipo y los clichés asociados al mismo. No son personajes, son simplemente identidades nicho para cumplir un cupo de diversidad. La película se ríe del afán de estar representados que tienen los personajes, estableciendo guerras de opresiones entre elles. Como recurso cómico puede llegar a ser efectivo, pero demuestra el cinismo de la película, enfatizando que el colectivo queer se sustenta en una lucha de egos.

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El personaje bisexual pidiendo más visibilidad.

Por tanto, siendo una película que se pretende mostrar, desde su conflicto central, interesada por la representación de la Historia de un colectivo en su esencia complejo y diverso, esta sitúa paradójicamente a los personajes en un margen de la historia con el fin de hablar de ellos mismos en entornos cerrados, sin comunicación. Incluso dentro de la propia imagen estos están encerrados, a través de un uso del plano contraplano que los encuadra individualmente en planos medios. Muy pocas veces se ve una comunicación de los personajes en un mismo plano, proponiendo una lectura constante de la imagen desde el enfrentamiento y la distancia. Los personajes, más allá de Bobby, parece que hablasen con la pared, cumpliendo un discurso impuesto de lo que se espera que expresen. De hecho, será solo al final cuando Bobby, abandonando su egocentrismo, reconozca los privilegios sobre su identidad; ahí es cuando la película roza lo político.

Hacer una comedia romántica queer también podría ser subversivo: el colectivo merece hedonismo, y eso no es inseparable de su compromiso. En el acto de reapropiarse de la comedia hay política, pero la película abandona la ambivalencia, y lo que prometía ser una relectura de este género cinematográfico acaba reproduciendo los mismos valores y estereotipos tradicionales. La comedia romántica ha estado dominada por la heteronorma, al sustentarse en una visión del amor y el romance focalizada en las relaciones de pareja heterosexuales, acabando en la mayoría de los casos en matrimonio y en la formación familiar. Bros: Más que amigos pretendía la inclusión de giros a la norma genérica, introduce discusiones sobre el poliamor, las relaciones abiertas, la infidelidad o la gestación subrogada[4]. Rechaza amar como una acción salvadora o que hace mejores a los amantes y acaba con el matrimonio como clímax amoroso. Aun así, como decía Audre Lorde, “las herramientas del amo nunca desmontan la casa del amo”[5]. Pese a la intención se subvertir ciertos tropos narrativos, a través del humor, sigue perpetuando ideas semejantes sobre cómo el amor se sustenta en el sacrificio personal, sobre la exclusividad o la identificación del amor como fuerza trascendental para el individuo. Bobby le dirá a Aaron que su amor es fluido, que rompe con el amor romántico perpetuado desde la heteronormatividad, pero a lo largo de la película no existe demostración alguna de esta fluidez.

Si Bros resulta tan desconectada de la genealogía que le ha permitido en parte existir es porque está demasiado preocupada por demostrar su grado de “originalidad”. Por ello, se olvida de que no existiría sin haberse producido anteriormente una tendencia política y estética a los márgenes de la industria. En vez de aprovechar esta posición de privilegio en el centro neurálgico de la industria, como comedia romántica, para recontextualizar toda una historia del cine que no ha pertenecido al canon, se conforma con una etiqueta que le hace un flaco favor en 2022: “la primera comedia romántica gay de Hollywood”, que además convive con multitud de otras obras audiovisuales que ya han puesto el foco en las parejas homosexuales, incluso con más éxito en su diversidad, como el fenómeno que ha resultado ser Heartstopper (Alice Oseman, 2022). Desde la academia, múltiples teóricas del cine queer, como Ruby Rich, que acuña el término Nuevo Cine Queer[6], han rechazado la reproducción de los contenidos, las formas del “cine cisheteronormativo”, y el acercamiento evidente al cine de género, pues acaba resultando en películas que se dirigen al público mayoritario, heterosexual, y a sus gustos o expectativas. Por eso existe una fetichización del componente erótico o romantización del sufrimiento ajeno con intención de “comprometer” al público con el derecho a existir de las personas del colectivo LGTBQ+. Rich menciona que hasta los 90, la mayoría de las películas queer son sobre la identidad homosexual masculina y realizadas por hombres, inscribiéndose generalmente en lo experimental y la vanguardia, y no adoptan ningún género concreto; por ejemplo, las películas de Derek Jarman, Kenneth Anger (desde los 40 a los 70) o las primeras películas de John Greyson. Posteriormente, directores como Gregg Araki o Cheryl Dunne realizan películas todavía en los márgenes, pero que van adentrándose en los géneros de diferentes maneras. Incluso existen algunas películas como Trick (Jim Fall, 1999), más nítida en su tratamiento del género romcom, que resulta muy cercana a Bros: Más que amigos en trama.

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Películas románticas homosexuales como Savig face (Alice Wu, 2004) o The Incredibly True Adventure of Two Girls in Love (Maria Maggenti, 1995), no siendo parte del centro de la industria y resultando comedias románticas lésbicas, proponen lecturas sobre la decepción familiar, el sexo casual, y ninguna de las dos necesita de esos largos monólogos explicativos, dejando dialogar a sus protagonistas. Otra tendencia que adopta el cine queer, y que nos traslada a una “tradición” de esta historia del cine, es la que proponen películas como Something You Said Last Night (Luis De Filippis, 2022), que pone en el centro la experiencia de una joven mujer trans y su relación familiar durante las vacaciones de verano. La película, cuyo tono costumbrista y pausado recuerda a las películas de Dan Sallit, sigue una senda estética en torno a un cine de los sentidos hápticos para hablar de la identidad y la sexualidad. Se preocupa por cómo mostrar el cuerpo, el sexo, la caricia y las miradas que los personajes se van dirigiendo. Por eso, a través de primeros planos, planos detalle, y una presencia elemental de planos fijos, busca abstraer el cuerpo de la protagonista, confundirlo con su entorno, para preguntarle sobre su existencia.

Esto es lo que enfatiza Patricia White[7] cuando habla de una estética lésbica en el cine, lo cual puede ser extrapolado a una lectura más amplia del cine queer. A través de las formas, las películas deben ser capaces de demostrar las dudas y dolores de las identidades, pero también sus placeres, porque si como hace Bros: Más amigos, se adopta la explicación para hablar sobre la existencia de los personajes, acaba resultando que no existen en la película y son solo una construcción momentánea con fines divulgativos. Bros: Más que amigos se construye en torno a la neutralidad del discurso social, político yestético. Como dijo Susan Sontag[8], no hay estilo neutro, sino que es producto de un contexto histórico artístico, y el contexto en el que se encuadra Bros: Más que amigos está dominado por el neoliberalismo, dejando cada vez menos espacio para la independencia artística. Bros: Más que amigos es lo más transparente posible para no resultar incómoda ni desconocida, ni al público al que va supuestamente va dirigida, ni tampoco al heterosexual. Al ignorar tendencias narrativas y estéticas de una genealogía del cine queer que siempre han existido, Bros: Más que amigos se convierte en justo lo que quería evitar: una mirada despolitizada, ajena a la subversión de los géneros cinematográficos y solo preocupada por la representación individual de la identidad.

 

Notas:

[1] Spanos, B. (2022, noviembre). Harry Styles: The world’s most wanted man. Recuperado de https://www.rollingstone.co.uk/music/features/harry-styles-the-worlds-most-wanted-man-rolling-stone-interview-21656/

[2] Referencia a la primera película homosexual navideña que estrenó Hallmark The Christmas House, en 2020.

[3] Además, también podemos añadir que se dirige a un público adulto, teniendo en cuenta que una gran parte de la producción LGTBQ+ está pensada para el consumo adolescente y juvenil.

[4] Que no genera discusión en la narración, porque se asume que Estados Unidos y los hombres gays podrían estar de acuerdo en la explotación económica de las personas que tienen la capacidad de gestar.

[5] Lorde, A. (2003). Mi hermana, la extranjera. Madrid: Horas y Horas.

[6] Rich, B. R. (2013). New Queer Cinema: The Director’s Cut. Durham: Duke University Press.

[7] White, P. (2008). Lesbian Minor Cinema. Screen, 49(4), 410-425. https://doi.org/10.1093/screen/hjn057

[8] Sontag, S. (2014). Contra la interpretación. Barcelona: DeBolsillo.

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