Buscando a la mágica Doremi
Briznas de magia Por Yago Paris
Una de las características más determinantes del cine comercial estadounidense contemporáneo —y por tanto, en buena medida, el global— consiste en tomar en consideración al fandom hasta límites preocupantes. Ejemplos como los universos cinematográficos de Star Wars o Marvel dan buena cuenta de ello. Sin embargo, esta jugada no es discutible por definición, y quien esto firma defiende que, a pesar de que la aproximación a la ficción que acosumbra a ofrecer el MCU suele ser pacata y conservadora, Spider-Man: No Way Home (Jon Watts, 2021) ofrece un ejercicio inteligente de nostalgia y fan service. Lo que parece claro, más allá de los resultados creativos que se obtengan, es que el cine comercial actual tiene más en cuenta que nunca al espectador, hasta el punto de que sus gustos condicionan la creación. De manera metafórica, se podría decir que el público ya forma parte de la ficción. Sin embargo, esta aproximación a la narración se podría llevar un paso más allá a través de la conversión de la metáfora en una realidad literal. Algo por el estilo parece haber sucedido en Buscando a la mágica Doremi (Majo Minarai o Sagashite, Junichi Sato, Haruka Kamatani, 2020), a tenor de cómo se ha abordado dicho proyecto. El filme se ha creado para celebrar el vigésimo aniversario de la serie de animación japonesa La mágica Do-Re-Mi (Ojamajo Doremi, Takuya Igarashi, 1999-2003). Esta nueva aportación al universo de la serie no ha consistido en la recuperación de los personajes principales, para goce del fandom, sino que ha cogido a este último y lo ha convertido directamente en protagonista de la ficción. La historia narra el encuentro fortuito de Mire, Sora y Reika, tres jóvenes de diferentes edades y contextos vitales que se hacen amigas gracias al hecho de que las tres han crecido viendo la citada serie de animación. El trío de personajes se pasará el grueso del metraje tratando de encontrar, si es que realmente alguna vez existió, a la protagonista de su adorada serie. Al fandom se le concede cara y nombre, y se lo coloca en el centro de la narración, en un despliegue de referencias, guiños y demás situaciones narrativas que harán del visionado del filme una experiencia entre lo onanista y lo autoindulgente.
Lo descrito hasta ahora hace saltar cualquier alerta sobre el cuestionable valor cinematográfico de la propuesta. Sin embargo, enseguida se localizan motivos para afirmar que Buscando a la mágica Doremi es algo más que un masaje a los fans. Lo primero que puede llamar la atención es que se trata de un juego metanarrativo ciertamente elaborado, donde personas reales (el fandom) transmutan en personajes de ficción (las protagonistas), que viven en una ficción que aspira a representar la realidad de la audiencia (un mundo real donde, de hecho, existe la serie La mágica Do-Re-Mi). Al mismo tiempo, se trata de una ficción dentro de una ficción (el universo de la película, y la serie de animación que existe en este universo), en la que las protagonistas tratan de descubrir si lo que siempre han entendido como ficción es en realidad parte de su realidad (si la protagonista de la serie en realidad existe). Es decir, los personajes luchan por fusionar ambas ficciones en un continuum de animación (¿acaso entienden la serie como una creación de animación? ¿Son conscientes ellas de su condición de figuras animadas en un universo dibujado?), algo sobre lo que los autores del filme, el veterano Junichi Sato (uno de los artífices de la serie Sailor Moon (Bishôjo Senshi Sêrâ Mûn, 1992-1997)) en colaboración con Haruka Kamatani, tienen mucho que decir. La propuesta animadora consiste en una traslación de la estética de la serie original a la gran pantalla, y para ello se recurre a trazos muy marcados, un ritmo de movimiento corporal frenético y una tendencia a la caricatura hiperactiva, claves habituales del humor animado mainstream japonés, que aquí se llevan al extremo del melodramatismo cómico, con personajes que se pelean y enfadan constantemente, para regocijo de quien lo observa. Esta visión formalista, que toma una distancia considerable del realismo representativo, contrasta con las ambiciones narrativas del filme, que en última instancia consiste en un ejemplo de slice of life, en este caso una historia cotidiana sobre tres amigas que lidian con problemas del día a día —dificultades en el trabajo, en el amor, etc.— y disfrutan de los pequeños placeres de la vida, ya sea organizar pequeñas excursiones por por Japón, degustar manjares en restaurantes o emborracharse mientras reflexionan sobre la existencia.
El elemento unificador de estas dos vertientes contrapuestas es la clave del universo de ficción: la magia. Aunque estamos, en principio, en el mundo real, las protagonistas dedican su tiempo en pantalla a la búsqueda de la magia, en la forma de la mágica Do-Re-Mi. La película, en buena medida, consiste en un ejercicio de retorno a la infancia, una época en la que la magia se daba por sentada. Las protagonistas, por tanto, buscan volver a creer en este concepto, en un arco narrativo que conecta la cinta de manera casual e inesperada con uno de los tropos más comunes del cine navideño. Señalar esta conexión no es gratuito, puesto que en buena parte de los filmes navideños donde la magia existe, pero se manifiesta en pequeñas dosis, en detalles, el mensaje de las historias suele consistir en aprender a apreciar lo mágico, en sentido figurado, que habita en lo cotidiano. Este es, en última instancia, el mensaje que también transmite Buscando a la mágica Doremi, en la que, como ocurre en las otras ficciones con la presencia (¿real o simplemente imaginada?) de Santa Claus en el tramo final, la solo sugerida aparición de Do-Re-Mi sirve a las protagonistas para romper la barrera entre ambas ficciones y convertirse ellas mismas en brujas (una probable metáfora que, sin embargo, nunca llega a confirmarse).
Lo más destacable a este nivel consiste en la certeza de que la forma es fondo para los creadores del filme. De la misma manera que la estética anime tiende en muchas ocasiones a la falta de realismo, este énfasis en la condición mágica (lo animado como resultado de un ejercicio de magia difícil de explicar o comprender es una idea que ha aparecido en el cine desde sus orígenes) de lo representado no solo alcanza extremos por lo descrito anteriormente en torno a la manera en que se comportan los personajes, sino que también afecta a la construcción del universo profílmico, con un exquisito uso de la luz que convierte cada objeto y escenario retratado en una delicia difícil de creer sin la magia como explicación. En última instancia, todo en Buscando a la mágica Doremi es un acto de entrega a la magia de vivir, algo que, lejos de grandes destellos y formas inverosímiles, se localiza, en realidad, en las briznas de hierba acariciadas por la brisa de un atardecer veraniego.