Chuck Norris vs Communism

Rebobíname por favor. Por Domingo López

Que nadie se lleve a engaño: Chuck Norris no es el verdadero protagonista de esta cinta documental cuyo título quizá sea uno de los mejores reclamos de los últimos tiempos. El intérprete de películas como Invasión USA (Joseph Zito, 1985) o Desaparecido en combate (Missing in Action, Joseph Zito,1984) no es sino el gran McGuffin de este sorprendente retrato de los últimos días de la dictadura de Ceaucescu en Rumanía. ¿Ayudó el karateka a derrocar al tirano, tal y como hizo repetidas veces en sus actioners de repertorio? Pues por lo que hemos podido ver, la respuesta es un rotundo sí.

Como los que ya peinamos canas recordamos bien, los 80 trajeron consigo el boom del video doméstico, aquella posibilidad inédita hasta entonces de llevarte el cine a casa y poder compartirlo con la familia, los amigos o incluso los vecinos (al menos en los primeros tiempos, luego nos volvimos todos un poquito más egoístas). Durante aquellos primeros años de la década de los 80, Rumanía vivía sus años bajo el terror del comunismo extremo y corrupto del inefable Ceaucescu; un país aislado del resto del mundo en el que solo se producía cine-propaganda y el único canal de televisión existente se limitaba a retrasmitir durante un par de horas al día los greatest hits del tirano en glorioso blanco y negro.

En este panorama gris, un hombre (no revelaremos quién) introdujo y distribuyó ilegalmente en el país miles de producciones americanas, que llegaban a los hogares en formato videocassete, mediante un entramado clandestino que aportaría una inesperada ventana a un mundo nuevo para miles de ciudadanos, culturalmente presos. Cómo, por qué y para qué son solo algunas de las preguntas a las que responde esta película, que, mediante un montaje ágil y ameno, logra trasladarnos a unos años en los que personajes como Rocky o Michael Knight (sí, el del Coche Fantástico) lograban ser tan populares entre la población rumana como en occidente, si bien dichos visionados podían llegar a ser a riesgo incluso de sus propias vidas.

Más allá de las estrellas de occidente (incluido el gran Chuck) la verdadera protagonista del documental es Irina Nilson (o mejor dicho, su voz). Irina era una trabajadora de la televisión del régimen que iba a ser la encargada de traducir de viva voz la gran mayoría de cintas de VHS que llegarían hasta los ciudadanos de aquel país que habían logrado adquirir sus reproductores en el mercado negro. Ella, y otros personajes igual de importantes, nos cuentan en primera persona lo que sucedió, intercalando sus testimonios con los de aquellos que vivieron aquellos tiempos de magia en una época oscura, así como recreaciones ficcionadas de los hechos más insólitos.

Chuck Norris vs Communism 2

Teniendo en cuenta su país de origen, no costaba mucho esperar que el documental intentase discurrir por la senda del nuevo cine rumano, adoptando ciertos estilemas que estamos ya acostumbrados a anticipar. Nada más lejos de la realidad. Esta película (curiosamente producida por Brett Rattner, director de la trilogía Hora Punta, protagonizada en territorio norteamericano por Jackie Chan) se encuadra con facilidad dentro de la última corriente de documentales cinematográficos dedicados a estimular la curiosidad del espectador. Recientemente, hemos podido ver cintas sobre la productora Cannon (algunas de cuyas “joyas” también hacen su aparición estelar por aquí), el exploitation filipino, los remakes no autorizados turcos, el cine de acción indonesio, etc. Es en esta liga en la que juega con gusto Chuck Norris vs Communism, delineando una intriga más cinéfila que política, que remite a la nostalgia con todos los efectismos a su alcance (las imágenes de las películas que aparecen lo hacen con definición VHS, naturalmente), manipulando las emociones mediante un acertado montaje y una reseñable banda sonora (que no desperdicia utilizar cortes de la partitura que Francesco di Masi compusiera para McQuade, el Lobo Solitario, una de las masterpieces del Sr. Norris que aparecen en el documental).

El documental no entra a cuestionar ni discutir la calidad de las películas que produjeron el fenómeno (un gran cajón de sastre en el que se incluyeron desde blockbusters como Regreso al Futuro a la más infame serie Z de ninjas), pero sí que logra capturar en imágenes la emoción y pasión por el cine que sentían aquellos videoespectadores de mirada inocente, que lograban sentirse un poquito más libres con cada uno de aquellos visionados. Si el tracking se lo permitía, claro.

 Chuck Norris vs Communism 3

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