Cincuenta sombras de Grey

Patriarcado y sumisión en Cincuenta sombras de Grey Por Paula López Montero

“Es cierto que la elevación de la mujer a objeto amoroso sublime equivale a su rebajamiento a materia pasiva, o a pantalla para la proyección narcisista del ideal del yo masculino ” Slavoj Zizek “El amor cortés, o la mujer como la Cosa” (2003). Las metástasis del goce. Seis ensayos sobre la mujer y la causalidad.

El otro día accedí a un film que estaría muy lejos de la lista que yo recomendaría, pero que sin duda alguna ha sido un fenómeno y ha conquistado la taquilla y efervescencia de los espectadores (todo hay que decirlo, en su mayoría femeninos), y que no podía si no ver con curiosidad y mirada más crítica de lo habitual. Cuando algo se populiza es muy interesante saber el por qué.

Aquí arrancaba mi predisposición al film. Y ahora, tras su visionado y lejos de analizar una estética que me pareció vacía, cansada, rutinaria, nada original, donde los rascacielos y los interiores de áticos de alto standing venden pero huelen a aburrimiento; me voy a centrar en el discurso que se esconde detrás de la primera parte de Cincuenta sombras de Grey. Y perdonad el descarte de la puesta en escena, e incluso de la adaptación, porque no me he leído los libros así que no sé si es mejor o peor, pero eso me ayuda a centrarme sólo en el discurso inmerso del film.

Cincuenta sombras de Grey

Cuando accedí a la película, los primeros minutos me parecieron de telenovela renovada, un ritmo muy pausado, que da por hecho una historia, o que simplemente no tiene más jugo que sacar y por eso parece pobre ya desde el principio. Una escena clásica: chica de clase media, introvertida, desaliñada, conoce a chico de clase alta, guapo, adinerado… la primera asociación directa que hice fue al clásico cuento de La cenicienta, y luego pensé que los mismo se me estaba yendo de las manos, pero repensándolo creo que tiene sentido. No hay zapato de cristal sino fusta y látigo (todavía mucho más sumisivo que el relato de Disney).

Mi contrariedad a Cenicienta, no viene más que del discurso inmerso en la narración: a las niñas pobres, sólo les queda o bien ser amas de casa sumisas a la tiranía de la madrastra fálica, o esperar a su príncipe azul para ser rescatadas. ¿Acaso tenemos que enseñar a nuestras hijos a que aparezca un príncipe en su vida para ser dueñas de sí mismas, o ni siquiera, sumisas de nuevo al hombre, en este caso a Grey? Menciono también el caso de La bella durmiente: sólo con el beso de un hombre eres capaz de salir del estado de ensoñación… Hace cincuenta años se podría entender el discurso que hoy parece arcaico y machista, pero estaba implícito en la sociedad.
Lo que a mi hoy me sorprende es que habiendo ya desmontado todo ello, y de una forma ya poco subliminal se sigan haciendo relatos como Cincuenta sombras de Grey. La única de éstas propuestas “cenicentianas” que me sorprendió ya hace tiempo fue la serie Shameless (Paul Abbott, John Wells 2011- ), donde se encuentra este mismo discurso, pero de una forma mucho más original y crítica, donde a la mujer le queda una representación mucho más dueña de sí y actualizada.

 Cincuenta sombras de Grey 2

El caso es que Cincuenta sombras de Grey, estalla en honda expansiva, amenaza sutilmente a una imagen que muchas mujeres han tratado de desmontar, y lleva consigo dos discursos ya implícitos en la sociedad, y por cierto, los dos anclados en el sistema patriarcal: uno, como hemos visto, el clásico cuento de La Cenicienta, y dos el sadomasoquismo.

Para el apartado de sadomasoquismo voy a rescatar al gran Žižek, con un capítulo titulado: El amor cortés, o la mujer como la Cosa 1. En él, el filósofo nos cuenta cómo el sujeto femenino, la idealización por parte del hombre está vacía de toda sustancia real, y si acaso funciona como contenedor de fetichismos e impulsos libidinales del hombre (en definitiva, proyección narcisista). Para Freud:

“La necesidad erótica pierde considerable valor psíquico en cuanto se le hace fácil y cómoda la satisfacción. Para que la libido alcance un alto grado es necesario oponerle obstáculo y siempre que las resistencias naturales opuestas a la satisfacción han resultado insuficientes, han creado los hombres otros para que el amor constituyera verdaderamente un goce ” 2

De esta forma el placer se ve incrementado con la negación. Gilles Deleuze diferencia entre sadismo y masoquismo:

“En el sadismo encontramos la negación directa, la destrucción violenta y el tormento, mientras que en el masoquismo, la negación asume la forma de rechazo, es decir de simulación de un “como si” que suspende la realidad. Dependiendo de esta primera oposición se encuentra la oposición entre institución o contrato. El sadismo sigue la forma lógica de institución y encuentra placer en su resistencia, y el masoquismo, por el contrario, está hecho a la medida de la víctima: es la víctima quien inicia el contrato con el amo, autorizándola a humillarlo de cualquier modo que considere apropiado ”. 3.

Supongo que ahora, se empezará a entender esa mujer como cosificación de los deseos del hombre. La mujer, en este caso Anastasia, debe sumisión en contrato (por cierto explícito en el film) a su “dueño” Grey. En el fondo se instaura un complejo edípico bastante poco sutil, y me parece que hasta peca de él el propio film. Pero los debates psicoanalíticos sobre las sombras de Grey quizá deberían ser rescatados en un ensayo aparte.

 Cincuenta sombras de Grey 3

Por su parte, Linda Williams en: Cuerpos fílmicos: género, sexo y exceso 4, hace más explícita la violencia y la tiranía de este tipo de discursos frente a la mujer: en este caso con los films de horror, porno, y los melodramas. Williams nos dice que si rastreásemos el origen de cada uno de ellos, se vería que emergieron con la formación del sujeto burgués, y con la creciente importancia que tenían las sexualidades específicas. Veréis, si algo me llamó la atención es que la mayoría del público de Cincuenta sombras de Grey fuese femenino, cuando normalmente la pornografía ha sido consumida en su mayoría por espectadores masculinos. Clover sugiere que el placer, para un espectador masculino, oscila entre la identificación inicial con la pasiva impotencia de la vejada y aterrorizada chica y la posterior identificación con su apoderamiento. Entonces ¿cuál es la clave del éxito de su discurso en las mujeres? La verdad es que he estado pensando sobre ello, y creo que se debe al hecho de camuflar o conjugar el amor con el sexo en una sociedad posmoderna, con una narración que va de desenfadada y cercana a lo pornográfico, pero que no hay nada más poco sutil que hacer de una escena de sexo (en este caso sadomasoquista) un corta y pega de cuerpos que en ningún momento muestra nada más allá de lo políticamente correcto. Además, me di cuenta de que sí, en el fondo sí era un relato dirigido a mujeres, (había oído que para despertar su instinto sexual, por lo que no sé que visión de instinto sexual femenino tenían), en el que se les da lo que están buscando dentro del sistema: amor imposible, difícil, intento de cambiar al hombre, prácticas sexuales más allá de lo corriente en un ama de casa, y dinero, mucho dinero de por medio, que hace que la salvación femenina venga de la mano de un multimillonario que pide sumisión a gritos y que en el fondo no esconde más que un claro complejo de castración.

Perdonad si he roto alguna fantasía con la crítica, pero me pareció demasiado clasista, arma subliminal del sistema patriarcal, y lo que más me sigue chocando es que fuese una mujer quien escribiese los libros (seguramente halla una clara diferencia entre film y literatura, o al menos eso espero). Habría que tener más cuidado con la representación de la mujer en el celuloide, que se instaura luego en discurso, y rutina. En definitiva, relatos subliminales instaurados en discursos arcaicos, demasiado ideológicos y que no podían venir sino de la mano de Hollywood. Seguir comiendo de su mano depende un poco de nuestro espíritu crítico frente a ella. Grey en el fondo no es más que una metáfora del sistema y si se nos cae alguna que otra flor frente a él, estamos vendidos.

  1. ZIZEK, Slavoj. “El amor cortés, o la mujer como la Cosa” (2003). Las metástasis del goce. Seis ensayos sobre la mujer y la causalidad. Buenos Aires: Paidós. Pág.16
  2. FREUD, Sigmund, “On the Universal Tendency to debasement in the sphere of love” (1912), en James Strachey (ed).
  3. DELEUZE Gilles, “Coldness and Cruelty” (1991), en Masochism, Nueva York, Zone Press
  4. WILLIAMS, Linda, Cuerpos fílmicos: género, sexo y exceso (1991). Film Quarterly, vol 44, no.4, 1991 pp.2-13
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Comentarios sobre este artículo

  1. Sin duda es interesante la lectura que se hace del filme, pero parece terriblemente forzada cuando se enfoca en el aspecto sexual, porque no parece haber tal sumisión en él. Si bien hay un contrato, no obstante, Grey en ningún modo es un controlador, pues por ejemplo rompe constantemente su palabra: primero dice que no tocará a Anastasia hasta que lo haya firmado, y sin embargo lo hace; después, dice que él no hace el amor, y luego trata delicadamente a Anastasia, y hasta se da tiempo para ponerse el condón. Me parece que sí hay un «discurso inmerso», como lo llama la autora, en la película pero es de carácter económico, pues ese es el único aspecto en el que Grey controla a Anastasia, pero este discurso no solo atañe a la mujer, sino a todos.

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