Citadel y Francotirador (Tower Block)
Por Manu Argüelles
¿Dónde se encuentra hoy la clase obrera británica cuando ésta se refleja en el cine? A día de hoy, podemos considerar que el cine británico ha superado el síndrome Ken Loach, cuando éste pierde las formas al deslizarse hacia un maniqueísmo/simplificación que hace un flaco favor a los personajes de extracción humilde que retrata, por no hablar de su cada vez más acusada tendencia al discurso demagógico. Mike Leigh, en cambio, sin que haya recibido tanta atención, resulta siempre más atinado. Sin contar que, hoy en día, en lo que respecta a las cinematografías europeas, son los hermanos Dardenne los que han impuesto, merecidamente, un modelo influyente para abordar los dramas personales de las poblaciones más desfavorecidas.
Ante esta coyuntura apareció el año pasado por estos lares un pequeño film fantástico, Attack the Block (Joe Cornish, 2011), que acabó llevándose el gato el agua, en cuanto a éxito de público y reflejo en el palmarés final de Sitges. Su propuesta híbrida era muy clara: recuperar el aroma de la serie B fantástica de los años 80 (la saga de Critters era una seña evidente) y contextualizarlo en el entorno contemporáneo de los chavs, término despectivo que se utiliza para denominar a la juventud británica de la (desclasada) clase obrera, especialmente demonizados a tenor del reflejo de la prensa sensacionalista ante los disturbios del mismo año en el Reino Unido. La connotación social del film quedaba patente y los directores combatían esa estereotipación negativa que recaía sobre el lumpen británico, el área tradicional de Ken Loach, convirtiendo en inesperados héroes aquellos que en el primer tramo del filme habían sido villanos y agresores.
La trama se desenvolvía en un edificio, el cual se erigía en una especie de símbolo de una época pasada de (presunto) desarrollismo, los años 60 y 70, y que el presente ha denigrado hasta tal punto que éste acaba resultando un emblema de la degradación urbana contemporánea, cuyas huellas quedan inscritas como restos de una falsa e ilusoria época de gloria y esplendor. Aunque las connotaciones simbólicas del bloque quedaban plasmadas de forma subyacente en el film de Cornish, Citadel y Francotirador (Tower Block) desarrollarán y trabajarán sobre este punto de partida haciendo énfasis sobre aquello que era sugerido. Por consiguiente, Attack the Block funciona como materia de inspiración, constituyéndose en un (¿precipitado?) patrón para desarrollar largometrajes de género. Es más, también desde las islas británicas, con un presupuesto más holgado, nos llega Dredd (Peter Travis, 2012), también localizada en un similar espacio físico, asentada en las películas de John Carpenter, pero desde el planteamiento de distopía futurista.
Citadel
Citadel (Irlanda-Reino Unido, 2012). Director: Ciaran Foy. Sección Oficial Fantàstic Panorama
Citadel, irlandesa, pero afín a la misma sensibilidad británica, preferirá trabajar sobre estos preceptos pero declina la base social de Attack the Block desde la dimensión alegórica que propicia el fantástico cuando explota los desórdenes psicológicos. Para ello, Ciaran Foy absorbe con mucho acierto las enseñanzas del maestro Polanski (Repulsión, La semilla del diablo y El quimérico inquilino), cuando labra su filme en ese terreno de ambigüedad que aporta una subjetividad fracturada psicológicamente y los términos perceptivos se vuelven borrosos y difusos. En cierta manera, es lo mismo que ya explosionaba desde el clásico expresionismo alemán, cuando recreaba espeluznantes y deformados escenarios, fruto de una subjetividad que producía sombras retorcidas, las cuales consumían los espacios. No hay entornos habitables, convirtiéndose estos en lugares torturados y esquinados, de continua amenaza, exactamente lo que sucede en Citadel, a partir de la enfermiza agorafobia que sufre el trémulo personaje principal, fruto de un episodio traumático del que no logra recuperarse. Dada la identidad irlandesa fuertemente marcada por el catolicismo, Citadel trabaja sobre el especialísimo sentido claustrofóbico del citado Polanski y aplica las connotaciones religiosas que tantos réditos proporciona dentro del género fantástico. El resultado es cuanto menos desasosegante, obteniendo una punzante y tensa atmósfera que sabe combinar con sumo acierto el sentido desvalido y frágil de su personaje principal (un ajustadísimo actor que transmite una honda aflicción) con los contenidos fantásticos y terroríficos, siempre colindantes entre la vigilia y la pesadilla. Una lectura sombría del entorno de los chavs, donde Citadel se lee como una espeluznante parábola del desmoronamiento de lo que fue la clase obrera antes de que el Thatcherismo la aniquilase.
Citadel
Francotirador (Tower Block, Reino Unido, 2012). Director: James Nunn, Ronnie Thompson Sección Oficial Fantàstic Panorama
Si Citadel se mueve en el ámbito fantasmagórico y tenebroso, singularizado en un personaje enfermo y amenazado por el entorno exterior, Tower Block juega desde el ámbito del thriller, incluso ya ni disimula la deuda en cuanto en el mismo título del filme incluye el término Block, poniendo el acento todavía más en las consideraciones sociales inherentes de Attack the Block. La diferencia con ésta es la corrección de los tics triunfalistas y peliculeros que hereda de las películas grupales infantiles de la era de Spielberg de los 80 (Los Goonies, por ejemplo), aunque en su caso están utilizados con un sentido irónico. En consecuencia, el tono gamberro y sarcástico de Joe Cornish desaparece para dar paso a la trama de personajes sitiados por un psicópata francotirador que tiene en jaque a toda una planta de vecinos. El filme explora la convivencia forzada por personajes de distinto signo que deben trabajar en equipo para lograr escapar de la amenaza, siguiendo el esquema de los filmes prototípicos de zombies. Posiblemente por eso mismo, por explorar un diseño trillado, el filme adolece de falta de garra, aunque se esmera en cincelar una tensión que se diluye, dado lo previsible de la premisa.
No oculta su condición de ser un filme derivativo, algo descafeinado y gobernado por una sensación de déjà vu, aunque permite verse sin excesivas complicaciones, especialmente por su esmero en construir personajes que tratan de superar el arquetipo. Francotirador (Tower Block) trata de luchar contra la perniciosa generalización y la mirada reduccionista cuando se aplica sobre caracteres en entornos urbanos envilecidos. Más bien, es un filme que parece plantearse como un banco de pruebas para que sus directores noveles puedan experimentar las pieles del thriller con acento social, de acuerdo a la senda marcada que ya hemos señalado. Honesto en sus limitadas intenciones, sí, pero excesivamente visible en sus costuras.
Tower Block