Cobertura Festival Málaga. Día 3

El culo del mundo, Los fenómenos, El inventor de la selva, Amor en su punto y Natalia Nikolaevna Por Jose Cabello

Domingo. Cierre de la semana. Día extraño que pone boca abajo tus entrañas. Todo está sujeto a balance. Todo se replantea. Cómo ha ido la semana. Tareas acabadas. Tareas inacabadas. Tareas pospuestas a otra semana. Y entre cómputos y recuentos, el penúltimo día de nuestra cobertura en Málaga también viene a establecer un diálogo, frente a frente, con este sentimiento de final de un periodo, llámese semana, año o cualquier otra fase de tiempo. Un diálogo que encara parte de nuestra historia reciente, la cara más trágica marcada por la crisis económica de 2008. Los fenómenos del gallego Alfonso Zarauza radiografía la atmósfera de la pre-crisis española captando la esencia de la incertidumbre y el desasosiego de un grupo de albañiles que funcionan como muestra de lo ocurrido en el conjunto de la sociedad. El mensaje actúa al unísono con Margin Call (J.C. Chandor, 2011), incluso podría decirse que las dos películas dialogan entre sí aportando una perspectivas más global del suceso, ya que Los fenómenos desecha las altas esferas ejecutivas para focalizar en la extinguida clase media, pero buceando en los mismos miedos que J.C. Chandor. Una mirada devuelta desde detrás del espejo.

Los fenómenos trocea en tres partes la realidad que quiere mostrar. Uno. Neneta, vive con su pareja al margen de la sociedad habitando en el interior de una furgoneta. Dos. Neneta se ve forzada a integrarse en la sociedad tras la fuga de su pareja y comienza a trabajar como albañil para pagar sus gastos y los de su bebé. Neneta experimenta un proceso de adaptación a sus nuevas condiciones de vida. Tres. El momento de inflexión de Neneta se produce cuando la empresa de construcción en la que trabaja comienza a no pagar los salarios. Uno, dos y tres cargan, a su vez, con tres modelos de existencia, tres opciones para subsistir. En sociedad, fuera de ella o contra ella. Lola Dueñas, Neneta en Los fenómenos, cae y se levanta en cada uno de los cambios de ciclo que reestructuran su recorrido, ejemplificando una actitud luchadora cuando el cuento de La lechera que España creyó, derramó el primer tarro.

Lo fácil se convierte en imposible. Los préstamos pasan de regalarse con el suplemento dominical a extinguirse. El ambiente de competitividad por mayor plus de salario vira a un apoyo colectivo contra el enemigo de arriba. Y Los fenómenos adquiere una potente electricidad estática que absorbe la médula de esos años donde los axiomas del Estado de Bienestar empezaron a demostrar lo tramposos que eran. El tambaleo de los cimientos que no eran tan resistentes como parecían, también llegó al mundo del espectáculo, en concreto a la televisión. El proyecto de Andreu Buenafuente, El culo del mundo, es la consecuencia directa de la cancelación de su programa diario por falta de audiencia. Otra visión de la crisis, en este caso mucho más personal, originada cuando el humorista recibe un correo electrónico de un argentino que le hace replantearse los motivos por los cuales se dedica a la comedia.

El pretexto para comenzar el documental es repudiado al olvido para hacer un particular acopio de las diferentes opiniones de los cómicos de este país. Amparándose en el “yo no sé hacer otra cosa”, los cómicos deciden sin juez ni juicio, que nadie puede arrebatarles ese oficio. Como excepción a la regla, José Corbacho y El Gran Wyoming declaran sin titubeos la otra realidad del cómico: salarios altos, calidad de vida y sobre todo, la necesidad de crear una comparsa de risas que les acompañe allá donde van. El motor de su vocación.

En este último punto Buenafuente no sale bien parado. Su paso por El culo del mundo le dibuja como un showman obsesionado por salir en televisión, tener un programa y que todos rían sus chistes. Sin embargo, hay pinceladas que hablan al trasluz y parecen denotar un trauma mayor tras la cancelación del programa, pero se esquivan y El culo del mundo sólo se utiliza como un proceso de exorcización unilateral de los males interiores de Buenafuente. Silvia Abril, cómica y mujer del director, aporta la frescura y el cariño para respirar, de vez en cuando, de esta oda al onanismo.

El culo del mundo

El culo del mundo

Mucho más positiva es la visión del documental El inventor de la selva una obra que surgió como proyecto final de carrera del catalán Jordi Morató y donde se narran las increíbles peripecias de un hombre, conocido con el nombre de Garrell, que levantó con sus manos una jungla entre el paso de una autopista en Argelaguer, un pueblo de Girona. Las retorcidas construcciones de Garrell y la habilidad del montaje de Jordi Morató recrean la sensación de despertar en otro planeta. Un país imposible que lleva más de quince años en construcción y en donde Garrell jugó de niño, inocente juego que se le fue de las manos y aun hoy perdura. Sobre la marcha, como él repite cuando se le pregunta por su método de trabajo, la jungla ha sido el escenario de las tres películas que quiso dejar como legado. Películas interpretadas por él mismo y basadas en la figura de Tarzán.

Garrell destapa el lado salvaje de todo ser humano, cuestionando, en la ficción de su particular versión de Tarzán, al hombre blanco civilizado, hombre que en varias ocasiones supondrá un punto de inflexión en el futuro de su obra. A diferencia de la mirada y el tratamiento del arte en El cuaderno de barro (Isaki Lacuesta, 2011), donde Miquel Barceló, aclimatado a la vida en Malí, se toma demasiado en serio su trabajo, Garrell no se considera un artista, ni se muestra como tal, a pesar de trabajar con las manos y elaborar trampas y laberintos tan rebuscados que ni Dédalo pudiera haber concebido. Construir y destruir. Conceptos que modelan la filosofía de vida de Garrell, aleccionando con su afán de superación y sintiéndose cómodo ante cualquier coyuntura elegida o no por él, hecho que Jordi Morató explota como máxima virtud contagiando de actitud positiva a El inventor de la selva y engendrando un viaje extraordinario.

El inventor de la selva

El inventor de la selva

Acompaña a la proyección de El inventor de la selva, el cortometraje documental Natalia Nikolaevna, dirigido por Adrián Silvestre. Otra singular historia. Natalia llegó a Cuba hace veinte años, procedente de la antigua Unión Soviética, bajo la promesa de trabajar como cantante lírica en una ciudad donde más tarde se instalaría la primera central electro nuclear. El bloque soviético se desmembró y la financiación cesó, paralizando así las obras de la ciudad y condenando a sus habitantes a vagar por una localidad a medio construir, en el limbo de Cuba, a más de cuatrocientos kilómetros de La Habana. Natalia perdió su trabajo y, a cargo de un hijo, comenzó a vagabundear por las calles de la ciudad con el fin de ganar dinero actuando en pequeños espectáculos improvisados para turistas.

Natalia Nikolaevna viene a mostrar las últimas consecuencias de vivir en Cuba como opositor al régimen. Inhabilitada por la dictadura bajo una enfermedad mental, Natalia vive en un David contra Goliat diario carcomida por la psicosis del enemigo invisible, alimentando la paranoia fruto de la persecución y la vigilancia sometida. La cámara de Adrián Silvestre refleja el estado de vigilia en el que vive Natalia, marcando especial atención a un personaje que mantiene una tenacidad implacable, y al mismo tiempo, parece fracturarse en cualquier rincón. Como en la eterna pregunta del huevo o la gallina, la inquietud extrema de Natalia, que roza la insalubridad mental, no resuelve si sobrevino con el régimen o fue anterior. Nadie se libra de un grado de excentricidad y menos bajo unas circunstancias como las que ella vive.

Natalia Nikolaevna

Natalia Nikolaevna

Como cierre,  Mesa para dos (Amor en su punto) una comedia romántica apoyada en la gastronomía como pretexto para hablar de las relaciones sentimentales. Richard Coyle da vida a Oliver, un reputado crítico gastronómico que desde niño ansiaba formar parte del mundo culinario. De la misma manera que Antonie, en El marido de la peluquera (Le mari de la coiffeuse, Patrice Leconte, 1990), fijó su vocación casi con sus primeras palabras a pesar de la desaprobación de su padre, en Mesa para dos (Amor en su punto), Oliver también es un incomprendido en su entorno. Con la ayuda de revistas especializadas, que oculta en su dormitorio como si de porno se tratara, comienza su personal viaje hacia la exploración de la cocina.

Mesa para dos (Amor en su punto) rehúsa los estándares del género para navegar en los entresijos de la pareja dotando a los personajes de profundidad. Si al principio Oliver es incapaz de mantener una relación durante más de seis meses, tras cruzarse por casualidad con Bibiana, Leonor Watling, el convencionalismo desaparece y hace emerger el flanco más interesante de Mesa para dos (Amor en su punto): la evolución dispar de la pareja. Mientras ella comienza a preocuparse por la comida ecológica y el activismo, él continua exactamente igual que cuando se conocieron. Inevitablemente, sus estilos de vida son cada vez más opuestos. Las buenas intenciones de la cinta las intercepta tanto la escasa fuerza de la intrahistoria como el sello de coproducción que genera un espacio extraño, a pesar de estar rodada en la ciudad de Dublin. Todos estas señales advierten que Mesa para dos (Amor en su punto) será un producto de extravío mental acelerado.

 Amor en su punto

Mesa para dos (Amor en su punto)

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