David Lynch: The Art Life

Un cuadro en movimiento y con sonido Por Fernando Solla

I don’t think about technique
The ideas dictate everything
You have to be true to that or you’re dead
David Lynch (1990)

Cuando se trata de analizar el imaginario de David Lynch a través de su técnica narrativa nos enfrentamos al infructuoso intento de sacar conclusiones claras. Podemos indagar en la tipología de personajes y sus roles y en cómo Lynch los deforma y reformula a su antojo, pero nunca llegaremos a consensuar una hipótesis definitiva o concluyente. Para muchos, este factor es primordial para dejarse llevar por el poder de las imágenes de sus largometrajes, por sus temáticas y sus personajes. Esta capacidad de sugestión a través de la experimentación más contemplativa nos acerca, prácticamente por osmosis, a la observación de una obra de arte.

Algo parecido debieron pensar los realizadores de este documental cuando se plantearon el formato para desarrollarlo. Presentado básicamente como una entrevista filmada con Lynch como único protagonista, David Lynch: The Art Life termina siendo un retrato convencional de un artista que para nada lo es. Esta decisión es, sin duda, el gran acierto de los realizadores, puesto que el contraste es todavía mayor.

David Lynch The Art Life

En cualquier caso, nunca habrá interpelación directa. Siempre escucharemos al autor explicándose a sí mismo, a través de su obra y de sus vivencias pasadas. El documental se centra en la obra pictórica de Lynch y en su realización. Durante el filme veremos cómo diferentes episodios de su infancia y juventud le llevaron a expresarse artísticamente a través de esta disciplina y cómo su figura de realizador cinematográfico fue una consecuencia, casi irrefrenable, de llevar esta necesidad un paso más allá.

Lo más interesante del largometraje, además de escuchar y ver a Lynch en su hábitat de trabajo, es vislumbrar qué sucesos e inquietudes concretas han servido de base para algunos personajes o hilos argumentales de sus obras. Tanto las pinturas que veremos como las películas que ya conocemos. A través de las declaraciones y algún material gráfico como fotografías de infancia y juventud, los espectadores participaremos de un juego intuitivo que será más rico en función de nuestro conocimiento previo sobre la filmografía del autor.

No deja de ser un hallazgo, todo lo perverso que se quiera a nivel ideológico o moral, que su hija se llame Lula, como el personaje interpretado por Laura Dern en Corazón salvaje (Wild at Heart, 1990). Cuanto más conozcamos a Lynch veremos que la perversión no será más que una necesidad vital de canalizar y expresar sus inquietudes. Lo mismo con sus personajes ficticios y los seres humanos que le rodean. En su caso, también llegaremos a la diatriba en la que el arte y la vida se imitan el uno a la otro, inseparable e irremisiblemente.

David Lynch The Art Life 2016

Como no podía ser de otra manera Rick Barnes, Jon Nguyen y Olivia Neergaard-Holm, han dirigido y montado el documental combinando las explicaciones de Lynch con la filmación de sus obras pictóricas. Su trabajo con el fotógrafo Jason S. consigue integrar cada episodio narrado con una pieza, enfatizando su presencia en plano y convirtiéndose en protagonista total. Los materiales, texturas y mensajes de Lynch son a la vez alegóricos y elocuentes de su estado de ánimo y entre la fotografía y el montaje consiguen situar cada trabajo en el lugar enfático que le corresponde para que los espectadores, participemos, de nuevo, del juego ilusorio que supone sumergirse en el imaginario del autor. Veremos cómo algunas de las piezas cobran vida a través del uso del stop motion.

Estos momentos serán los más significativos de David Lynch: The Art Life, puesto que se conseguirá explicar al protagonista precisamente a través de su obra. Si todos los elementos no estuviesen perfectamente alineados y situados esto no sucedería así. Pasaremos de nuestra percepción de una personalidad estrambótica a la certeza de que nos encontramos ante un artista inquieto capaz de transformar en material noble todo lo que toca.

De este modo, el surrealismo extravagante de los productos de su imaginación estará profundamente conectados con su historia personal, incluso con una filosofía y manera de ver el mundo muy influenciadas por las figuras materna y paterna. El largometraje se transformará ante nuestros ojos en un estudio expansivo sobre los impulsos creativos y las preocupaciones de Lynch al mismo tiempo que éste relata de primera mano sus experiencias formativas, que dieron (y dan) forma a su mundo y a su imaginación. Lynch también mostrará a todas aquellas personalidades que le han influido. Veremos antes al discípulo que al maestro, algo que a día de hoy, resulta bastante significativo.

David Lynch

Finalmente, David Lynch: The Art Life se erige como un monólogo documental que nos muestra a un personaje a sus setenta años como nunca antes se había conseguido. Quizá no veamos lo que hay tras la cortina roja, pero sí lo que hay antes de ella. Sin subterfugios ni bombas de humo. El uso de más de veinte audios grabados durante tres años, sus anécdotas y su plasmación en pantalla, consiguen que el documental no sea sólo un complemento a la interesantísima obra del autor, sino un largometraje a tener en tener en cuenta por su valía individual, como documento y como obra de arte en sí mismo.

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