Demasiado cerca (Tesnota)
¿Cuál es la frontera entre Oriente y Occidente? Por Paula López Montero
Rusia siempre está en guerra
Como afirma el novel director de Tesnota, Kantemir Balagov, el cine caucásico brilla por su ausencia. Si hacemos un poco de introspectiva ¿qué sabemos de esta región situada entre las orillas del mar Negro y el mar Caspio y a las faldas de la cordillera del Cáucaso? ¿Sabemos al menos a qué paisajes se entrega? Parece que el gran silencio se hace sobre sus llanuras. Poco o nada sabemos y lo que nos llega son a menudo historias a medio camino entre la ficción y la realidad como es el caso de las graves vulneraciones de los Derechos Humanos y las grandes represiones hacia el colectivo LGTBIQ que se están dando en Chechenia y que a menudo sus conciudadanos consideran inexistentes.
Si intentamos adentrarnos al menos superficialmente en los límites de la región caucásica, lo primero, y que es destacable de toda su geografía, es su situación limítrofe entre, no sólo Oriente y Occidente, sino entre estados islámicos y estados ortodoxos, entre Europa, Rusia y los territorios musulmanes colindantes al Golfo Pérsico. Y ¿qué lugar para la identidad queda para sus habitantes? A lo que respondo con otra pregunta ¿históricamente que le pasan a los territorios limítrofes? A menudo, por la cercanía de lo otro se sienten tentados a repensar constantemente su propia frontera, su propia condición. Los conflictos en el Cáucaso, tan rudos y ásperos, bien obedecen a esta cuestión y la identidad caucásica innegablemente ha bebido de esta situación tremendamente amenazante y atenazadora. De esto trata Demasiado cerca (Tesnota), de la libertad en un territorio plagado de yugos nacionalistas, de una minoría religiosa extranjera en territorio caucásico, de enfrentamientos entre tribus, del nacionalismo vinculado a la lengua cabardiana, del ser mujer en tierra de hombres y de la violencia ya intrínseca al comportamiento de sus ciudadanos.
Pero antes de entrar en un film que se ha posicionado para mí como faro para ahondar en la representación de la Rusia del sur y los países más allá de Europa del Este, me gustaría empezar a hablar del cine contemporáneo de la gran nación a la que pertenece Demasiado cerca (Tesnota) –Rusia- para tener un bastón donde poder apoyar algunos argumentos del propio film al que nos vamos a referir más adelante, no sin antes hacer un breve apunte sobre el viejo efecto Kuleshov 1, modo de montaje por excelencia ruso y que luego lo fue de la sintaxis fílmica mundial.
En realidad, el efecto Kuleshov es más un efecto interesante desde un punto de vista psicológico que fílmico. Las grandes preguntas que nos pueden surgir para sacar jugo al asunto más allá de si el buen uso del montaje es indispensable para un film es ¿cómo afectan las identidades culturales, emociones, percepciones y pasados del espectador a la hora de reconstruir los espacios en blanco del film? Pero otro punto importante es: ¿acaso no es la contraposición, la puesta en frente o separada del otro o de lo otro mediante el corte lo que determina su significado? Esto en realidad dice mucho del momento en el que Kuleshov regaló su modo de hacer –en torno a los años 20 del pasado siglo- y de nuestra identidad contemporánea, formada frente al enemigo, a lo otro, frente a la diferencia. Y en cierta medida, Demasiado cerca (Tesnota) es un ejercicio sobre ello desde un modo de montaje mucho menos brusco y más sutil.
Con el efecto Kuleshov la audiencia proyecta sus emociones ante un montaje deliberadamente articulado. Lo de enfrente ¿cómo afecta a nuestras emociones? y lo más importante ¿cómo las justifica? Lo otro siempre justifica mi identidad, el relato final. En Demasiado cerca (Tesnota), los cortes y heridas propios del film vienen de una forma mucho menos invasiva, el montaje con planos excesivamente largos y nada violentos sino delicados vienen a proponernos una realidad mucho menos mediada –como nos acostumbraba la antigua propaganda y modos de comunicar rusos- dejando más espacio a los personajes para que se expliquen y a su vez permiten al film que se deje conocer con muchos más silencios como ya nos acostumbró el gran Tarkovsky. Demasiado cerca (Tesnota) ha de entenderse no en el vertedero de emociones y habladurías del espectador o del crítico que ante el abismo del silencio vuelca sus miedos, fobias e intolerancias, sino en los propios esquemas del film.
Ahora por otra parte creo interesante rastrear las referencias que nos propone el cine ruso contemporáneo y hay un director en estos días que me parece oportuno traer a colación: Andréi Zviáguintsev. Se dice de él que es el Tarkovsky contemporáneo, pero creo que la sombra de Tarkovsky no le hace ninguna justicia, si bien pueden inspirarse en un mismo telón de fondo, conviene diferenciarlos. Zviáguintsev nos acostumbra a una representación de la crudeza social de la Rusia más septentrional, con la iglesia ortodoxa al frente y la figura del padre siempre ausente y aunque puede parecer lejano al relato que nos propone Balagov, creo suficiente hacer referencia a la misma atmósfera que los rodea (religión, familia y violencia). Sin embargo, debo traer a colación aquí a George Ovashvili, cuya otra orilla [en referencia a su película Otra orilla (Gagma napiri, 2009)] del conflicto caucásico viene representada de una recientemente independiente Georgia (desde 1991), donde el resonar de los disparos aún se pueden sentir en plena naturaleza como pasa en la brillante, silenciosa y tremendamente significativa Corn Island (Simindis kundzuli, 2014).
No obstante, ahora sí, ¿dónde se sitúa Demasiado cerca (Tesnota)? Pues en este conflicto mismo, en la intersección de referencias, donde la atmósfera es la protagonista pero donde Occidente parece que sigue teniendo algo que decir en cuanto a la técnica. En esa intersección el joven director encuentra más inspiración en técnicas, formatos y representaciones provenientes de lo más occidental, Estados Unidos, con referencias innegables a films de autores como Xavier Dolan con su Mommy (2014) o Andrea Arnold con su American Honey (2016). No solo el uso del formato 4:3 nos lleva a pensar esto, sino en la propia trama de la película donde la cámara sigue a un protagonista central siempre joven y caótica, donde el conflicto interno del personaje es el motor de la historia, donde los encuadres casi claustrofóbicos nos adentran en lo más duro de sus personalidades y donde el uso del color, las luces y la plasticidad de la dirección de arte vuelven a ser sobresalientes.
En Demasiado cerca (Tesnota) son excelentes tres puntos que merece la pena mencionar respecto a las referencias que hemos traído a colación de Dolan y Arnold. Su protagonista, la construcción de su entorno y su mensaje. Su protagonista, su joya, viene determinada por unas circunstancias mucho más evidentes de lo que pueden llegar a aludir Mommy o American Honey. Si las comparásemos y quisiéramos sacar un significado a ello quizá es que la realidad americana es mucho más superficial y la realidad rusa sigue siendo tremendamente complicada y determinante. Esto es lo que hace que Demasiado cerca (Tesnota) destaque por su trasfondo, un trasfondo nada nimio y vacío sino tremendamente significante. Demasiado cerca (Tesnota) está plagada de estribos, de cadenas a referencias religiosas, culturales, contextuales y lingüísticas que hacen que su protagonista se sienta tremendamente encarcelada en su realidad. El judaísmo es el nicho donde se encierra el film para ahondar entre sus límites y tratar de poner algo más de luz en sus costumbres y tradiciones en un pueblo históricamente nómada y situado en el punto de mira de las reticencias del resto de pueblos. Si Leviatán (Leviafan, Andrei Zvyagintsev) versa sobre la iglesia ortodoxa, Demasiado cerca (Tesnota) lo hace sobre el judaísmo poniendo en evidencia que la cuestión religiosa sigue muy latente en Rusia.
Por otra parte, hay un momento del film en el que se nos propone una metarreferencia sobre la violencia en las pantallas rusas, donde se pronuncia una frase que quizá es de las más reveladoras para no sólo entender Demasiado cerca (Tesnota), sino la realidad que proponen muchos de sus films y que puede obedecer a un estado permanente de cosas que se ha anclado en la profunda historia de Rusia: “Rusia siempre está en Guerra”.
El conflicto, la contraposición, la violencia, la mirada recelosa siempre a lo otro es una fórmula reiterativa en los modos de pensar y de hacer de los gobiernos que la llevan a rastras. Demasiado cerca (Tesnota), una isla judía frente al gran mar ortodoxo de Rusia, frente a la intransigencia y violencia, ahonda en la frontera más allá del bien y del mal, en la determinación de circunstancias y tradiciones que nos han enjaulado y que hoy nos hacen ser lo que somos. La pregunta final a la que responde Demasiado cerca (Tesnota) es: ¿cómo podemos escapar de ello?
- Dejamos que sea el maestro Alfred Hitchcock quien nos lo explique: El efecto Kuleshov explicado por Alfred Hitchcock ↩