Diana Toucedo

Entre la ausencia y la inestable presencia Por Yago Paris

En buena parte del metraje de Homes (2016), la cineasta y montadora gallega Diana Toucedo toma una decisión similar a la de Chantal Akerman en Jeanne Dielman, 23 quai du Commerce, 1080 Bruxelles (1976). En ella, la directora belga mostraba toda una serie de labores domésticas que realizaba su protagonista, mujer. Todas estas tareas se mostraban con detenimiento, pero sin aparente justificación narrativa. Mientras tanto, los sucesos más relacionados con la construcción de un relato al uso -sus encuentros sexuales, en calidad de prostituta-, quedaban en fuera de campo. De esta manera, Akerman sometía a su público a la exasperante monotonía de su personaje, a la verdadera realidad de la mujer en la sociedad; no bastaba con mostrarlo, había que vivirlo.

En Homes, la cineasta gallega no se ahorra ninguna de estas labores y establece un discurso similar, aunque más liviano en el énfasis y encaminado hacia otros destinos. Su visión es la de una poeta de lo cotidiano, capaz de ver en lo más mundano la belleza de lo espiritual. Con una mirada melancólica, la directora filma a una serie de mujeres en sus casas, en plena faena del hogar. Lo primero que llama la atención es el juego de exposición que establece con sus personajes, que aparecen como si de fantasmas se tratara. Con esta decisión formal, Toucedo continúa la exploración, que ya se observa en obras anteriores, sobre la corporeidad -concretamente, la femenina-, el alma y la presencia humanas. El medio, el lugar, el contexto, prevalece, mientras los cuerpos, entes inestables y cambiantes, luchan por pervivir, condenados a una desaparición inevitable.

Diana Toucedo Homes

 Fotograma de Homes

Lo femenino inunda el discurso de Diana Toucedo. Su mirada de mujer habla sobre el mundo de la mujer y para ello coloca siempre a mujeres en el plano. En sus trabajos más cercanos a lo real, como es el caso de Homes, esto le sirve para establecer el tipo de denuncia que exponía Akerman. En este cortometraje también se explota el motivo visual de la mujer en la ventana, símbolo de la opresión social y el enclaustramiento forzado al que la mitad de la población mundial se ve sometida. En sus trabajos más cercanos a lo conceptual, su mirada poética se apodera de metrajes ajenos para reformularlos y llevarlos a su terreno. Es el caso de dos cortometrajes de found footage, Ser de luz (2009) y Corpo preto (2016). En ambos, protagonistas femeninas sirven de base para reflexionar desde lo interno hacia lo externo, con una importante presencia del concepto del alma en ambos casos.

En el primero, Toucedo utiliza el metraje de Film ist (Gustav Deutsch, 1998-2014), y de El negro que tenía el alma blanca (Segundo de Chomón, 1927), a los que acompaña los preludios 1-6 de Stan Brakhage. La idea visual más estimulante de esta obra parte del cuerpo de una mujer. Esta, tirada en el suelo de un paraje natural, comienza a emitir una luz que devora su cuerpo y se extiende por parte del entorno, amenazando con colapsar el fotograma en su totalidad. El alma, la parte fundamental del cuerpo humano, que lo convierte en ese ser de luz que cita el título, que se podría interpretar como el objeto preciado que aspira a ser expoliado por el hombre. En una lucha conceptual entre luz y oscuridad, la cinta termina con una suerte de comunión interracial que se basa en una sororidad innegociable. Por su parte, Corpo preto es una inmersión en la psique de la mujer a partir del metraje de Limite (Mario Peixoto, 1930) y Stellar (Stan Brakhage, 1993). Angustia, efervescencia, inseguridad y temor sobrevuelan el grueso del metraje y definen el estado interno de las protagonistas del film, a la vez que en la interacción física se muestran dispuestas a alcanzar el empoderamiento.

Ser de luz Diana Toucedo

 Fotograma de Ser de luz.

Tan presentes se muestran los cuerpos femeninos como ausentes los masculinos. Diana Toucedo no esconde cómo ha influido sobre ella la ausencia de su padre durante su desarrollo como persona. Este, capitán de barco, pasaba 11 meses al año fuera de casa, por lo que apenas lo conoce y siempre ha sentido el vacío existencial de una figura paterna que le resulta ajena. Todo esto se expone en Imágenes secretas (2013), documental en el que la cineasta sigue los pasos de su progenitor hacia su lugar de destino, Puerto Deseado, en la Patagonia argentina. Este acercamiento a la no-ficción se establece de una manera poética, con su habitual mirada cargada de sentimientos contenidos. Toucedo muestra su desconcierto y plasma en sus imágenes la desorientación que sufre al recorrer los parajes en los que su padre ha pasado la mayor parte de su vida. Igual de desubicada que su padre, que jamás se asentó en estas tierras, Toucedo vuelca su mundo interior en una obra sosegada, en formato de carta visual, que capta la ausencia de un lugar que jamás podrá reconocer como parte de su ser.

La ausencia masculina también se explicita en el cortometraje con el que se inició este texto, Homes. A pesar de llevar en el título la traducción al gallego de “hombres”, el film se caracteriza por su ausencia, pues en ningún fotograma aparece ninguno de los hombres que conviven, o convivieron con las mujeres que aparecen en la película. Además, esta obra es una mirada al pasado de España y de Galicia, a esa herida nunca curada que fue y sigue siendo la Guerra Civil. Con una sutileza desgarradora, la cineasta dedica todo escenario ajeno al hogar a los hombres, convertidos en este film en simples voces distantes, pertenecientes al pasado, a ese combate que los condenó a la desaparición. Pocas veces la ausencia tuvo una presencia tan demoledora. Las vidas de estas mujeres, condicionadas por la ausencia de lo que probablemente fueran sus maridos, o sus padres, viven en una especie de tiempo suspendido, en el que las acciones se solapan unas sobre otras -de ahí el juego de múltiples exposiciones en el fotograma-, componiendo un estado físico y mental de detención -el reloj que se para, aunque siga funcionando-.

Entre ausencias e inestables presencias se construye el cine de la gallega Diana Toucedo. Un cine que se aleja de las convenciones narrativas, que juega con los formatos y la puesta en escena para desarrollar discursos que hablan con melancolía de la esencia femenina, arraigada a una tierra, Galicia, que determina caracteres desde sus peculiaridades orográficas y su cultura popular. Con este foco dedicado a la directora pontevedresa, que se enmarca dentro de la sección Sinais, el (S8) Mostra de cinema Periférico de A Coruña le ha dedicado un espacio imprescindible a uno de los talentos de la cinematografía española. Una voz propia que se desenvuelve con soltura entre la ficción y el documental, capaz de aportar su personalísima visión tanto a su material como al ajeno, con la serenidad propia de quien conoce el puerto de destino de su obra.

 

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