Distopías Young Adult: la saga Divergente

Sociologías del Pos y Culturas Teen 3.0 Por Matias Colantti

“Únicamente la sociedad, ya directamente y en su totalidad, ya por mediación de uno de sus órganos, está en condiciones de desempeñar un papel moderador. Porque ella es el único poder moral superior al individuo y cuya superioridad es aceptada por este. Únicamente ella tiene la autoridad necesaria para declarar el derecho y señalar a las pasiones el punto más allá del cual no deben ir. Solamente cuando la sociedad esta perturbada por algún estado patológico se muestra provisionalmente incapaz de ejercer esa función (…)
No estamos destinados a un empleo especial; tenemos sin embargo gustos y actitudes que limitan nuestra elección. Si no se les tiene en cuenta, chocan sin cesar con nuestras ocupaciones cotidianas, sufrimos y buscamos un medio para poner fin a nuestro sufrimiento. Ahora bien, no hay otro que cambiar el orden establecido y rehacer uno nuevo. Para que la división del trabajo produzca solidaridad, no basta pues, que cada uno tenga su tarea; es preciso además, que esta tarea le convenga.”Durkheim, Emile. ('La División Social del trabajo', 1893)

“Paz…Tiempo atrás, cuando los fundadores establecieron nuestra ciudad ese mundo era insignificante. Un ideal tan ilusorio como un sueño. Ahora nosotros somos la prueba viviente, de que la paz es alcanzable. La razón de esto es obviamente, nuestro sistema de facciones:Erudición, Osadía, Cordialidad, Verdad, Abnegación.

Dividiendo la sociedad según personalidad y aptitudes, creamos un mundo en donde cada facción tiene un papel igual de importante para mantener el orden social. Pero esta armonía que hemos alcanzado ahora está bajo ataque encabezado de un pequeño pero extremadamente peligroso grupo de individuos: Los llamamos ‘Divergentes’.”

(Discurso político de Jeanine Matthews. Insurgente, Robert Schwentke, 2015.)

¿Las teorías sociológicas del pre o del pos? ¿Qué tan anticuados eran aquellos planteos intelectuales del siglo XIX en la efervescente sociedad europea occidental? ¿Aún es posible pensar una sociedad como predicaba el positivismo?

¿Es posible encontrar diálogos entre esta sociología del siglo XXI y la cinematografía literaria de siglo XXI? Por supuesto que sí. Jeanine Matthews parece una sabia pragmática de las citas de Durkheim y hasta en términos similares de discurso. ¿O acaso la división del trabajo social no se parece a las facciones? ¿O acaso la pasiones individuales no se asemejan a esas “aptitudes y personalidades de la sociedad de facciones? ¿Los Divergentes no son un estado patológico que perturba a la sociedad? ¿La paz asegurada no era el fin teórico de una sociedad pensada como un sistema orgánico que tiende a la armonía?

Durkheim, Comte, Parson, Spencer y algunos otros colegas hablaban de este tipo de sociología del progreso hace dos siglos. En plena época de las luces del modernismo y en un floreciente pensamiento científico que instalaba metodologías de laboratorio en fenómenos sociales, una corriente llamada positivismo anunciaba que las comunidades debían delinearse a la denominada “teoría de los sistemas”. El desarrollo conceptual de esta teoría básicamente se centraba en la construcción de un sistema de estratificación social que suponía el diseño de un estado armónico comprendido por ciertas normas estrictas e instituciones en donde cada individuo cumple su función y ello generaba una tendencia colectiva destinada a un solo objetivo: El bienestar general en la sociedad.

El post-apocalipsis de la cultura cinematográfica del siglo XX y XXI supo encontrarle la vuelta a estos conceptos y en varias obras futuristas, se aplico la re-lectura de estas perspectivas sociológicas que predicaban destinos de progreso incesante y sociedades armónicas. El pos modernismo, el pos positivismo, el pos apocalipsis, se convirtieron en términos arraigados en una cultura obsesionada por diseñar augurios del mañana lejano, en donde la existencia terrenal ha sufrido un colapso generalizado de síntomas catastróficos que debieron engendrar una fundación absoluta de las comunidades y los sistemas de la “antigua” raza humana.

La noción de los “fundadores” de nuevas patrias y naciones pensadas en mecanismos de control y dispositivos automáticos de paz asegurada, se convirtieron en el recurso narrativo clave de un cine distopico que ha reinstaurado la imagen del prócer histórico y el clásico teórico en formatos de gobiernos 3.0 (cualquier semejanza con Orwell y Huxley es pura coincidencia).

Es interesante repensar y reflexionar los sentidos de esos nuevos “Padres Fundadores” que surgen en las historias de tiempos futuros en donde la auto-destrucción humana ha regenerado las construcciones socio-culturales y ha instalado una política de neototalitarismo.Figuras dictatoriales surgen para dar fruto a un nuevo Estado que tiene como manual de instrucciones, muchas de las concepciones que la teoría de los sistemas estimaba para el lejano siglo de las luces modernas, pero que son perfectamente aplicables millones de años después.

En la reciente película La Purga: La noche de las bestias (The Purge, James De Monaco, 2013), ya podíamos visionar la configuración social y política de un Estado que seguía al pie de la letra estas premisas de la armonía generalizada y el orden social a través de un sistema perverso de liberación catártica de violencia masiva que establecía la legalización del asesinato y el crimen humano por 12 horas. Esta distopia estaba precedida por el surgimiento de unos “Nuevos Padres Fundadores”, a los que la ciudadanía alaba casi religiosamente, que comprendieron que el anterior problema de desequilibrio económico de las naciones devastadas por la pobreza, el hambre y la inseguridad podía ser solucionado a través de un aparato institucional de tonalidades maquiavélicas que permitiera el libertinaje sanguinario una vez por año.

Así también, es el ejemplo de Los juegos del hambre (The Hunger Games, Gary Ross, 2012) en donde el futuro social está sujeto a un pasado norteamericano devastado nuclearmente y que ha sido regenerado a través de nuevos fundadores, que le dieron origen a Panem como una sociedad controlada por un Capitolio y trece distritos que están atravesados por una rigurosa división social del trabajo en donde cada comunidad se dedica a una rama productiva que favorece al orden social de la nación entera. El castigo a la raza humana por el final catastrófico de su pasado es a través de una competencia de matanzas comunitarias televisadas como “reality show”.

Y así podemos seguir trazando la línea generacional de muchísimos films que repiten de distintas formas estos procesos de futuro político avalado por el fin de una “paz asegurada”, sin importar los medios opresores que utilicen para lograrlo.

En conclusión, pareciera que el patrón político del látigo totalitario del mañana, es el principio rector de una humanidad que debe encaminarse al equilibrio total por medio de la aplicación de aquel célebre fundamento generacional de los Estados Europeos que según Maquiavelo debía profesarse bajo el puntilloso cumplimiento de la frase: “El fin justifica los medios”.

Divergente

El cine distópico de actualidad, se ha direccionado en la explotación comercial de las sagas literarias para jóvenes, hasta más no poder. Hablamos de una época, en donde cada historia atravesada por héroes adolescentes en distopias totalitarias y mundos pos apocalípticos se ha convertido en la llave del éxito de la rama literaria y consecuentemente una oportunidad magnífica de explotar cinematográficamente esos mundos en trilogías y sagas de más de 5 capítulos. Hollywood, viejo sabedor del show business, ha encontrado la estrategia ideal del lucro en este tipo de obras y por supuesto ha implementado toda una maquinaria formal que la sostiene y que tiene algunas características centrales: La instalación en pantalla de celebrity teens, los fabulosos efectos especiales y el avasallamiento del 3D que tiene explosión dentro del fructífero género de la ciencia ficción , y por supuesto la infalible táctica de especulación comercial de fabricar estos productos y distribuirlos anualmente con la mayor cantidad de capítulos posibles, logrando que el “To be continued” no termine jamás.

La génesis de este formato de secuelas y precuelas que dio origen a la posibilidad de recrear mundos continuados en sagas, comenzó de forma explosiva con la obra galáctica de George Lucas y así continuaría con el relato épico de la Tierra Media (dividido en 6 partes entre ‘El señor de los anillos’ y ‘El Hobbit’) y las aventuras mágicas del joven Harry (8 partes), solo por nombrar las más populares y exitosas que no tendrían mejor idea que contagiarles su masividad a tantas otras que vinieron después. Lo interesante de este proceso pos contemporáneo del cine de adaptación de “libros teen”, es que los autores cinematográficos, de forma fantástica, se han lanzado a la valentía de extender, construir, inventar y re inventar esos mundos literarios con vastísimos recursos del lenguaje del séptimo arte que no solo incluyendo personajes nunca leídos en las novelas sino también nuevos relatos y posibilidades de narración que en términos generales hacen de ese terreno fantástico literario una experiencia audiovisual mucho más rica desde las posibilidades tridimensionales o efectistas del siglo XXI.

Verónica Roth, autora de la exitosa saga literaria ‘Divergente’, sin duda se ha nutrido de todos estos nuevos paradigmas culturales que se vienen construyendo desde el siglo pasado, y esto influye directamente en el análisis de su obra.Esto tiene que ver con la presencia actual de ‘Divergente’ como una saga que roza el límite que hay entre las fuentes inspiradoras y el plagio. Roth vendría a pertenecer a la última discípula, hasta el momento, de esta generación literaria y cinematográfica de distopias juveniles. La herencia genética de hace poco menos de una década, habla de una seguidilla de sagas que marcaría a ‘Divergente’ como la última dentro de este fenómeno. La antecede ‘Crepúsculo’ (2005), ‘Cazadores de sombras’ (2007), ‘Los juegos del hambre’ (2008) y ‘El corredor del laberinto‘ (2009), entre otras. Estos datos hablan.

Y hablan de una cuestión: El patrón reiterativo de formas y contenidos en el argumento de la saga Divergente está relacionado con todas estas obras anteriores. La cita introductoria es bastante explicita en cuanto a esto y que nos permite hacer una lectura de las normas narrativas de este nuevo cine distopico, si así se le puede decir. La trama de Divergente se centra en la historia de Tris en un Chicago refundado bajo nuevos sistemas sociales regidos por facciones. Erudición (los inteligentes), Osadía (los protectores), Cordialidad (trabajadores de la tierra), Abnegación (solidarios) y Verdad (honestos). Son las 5 partes que han construido para mantener el funcionamiento general y la paz social en la ciudad. El conflicto se desencadena cuando, Tris descubre que ella no encaja en el perfecto mecanismo social y sus comportamientos generan una crisis interna, propia de una raza peligrosa para la humanidad, que se denomina “divergentes”. Ellos son la falla del sistema y son los únicos que han podido salirse del esquemático orden de clasificaciones que aquella nación opera sobre sus ciudadanos.

Durante el desarrollo del relato, encontramos algunos elementos que completan la narrativa y que son muy similares a los de otras obras. La fragmentación de facciones (como los distritos de Panem), el edulcorante melodrama amoroso entre Tris y Four (el amor de los vampiros de ‘Crepúsculo’), la fuerza gubernamental tirana encarnada en una figura común que sería la presidenta Matthews (similar al presidente Snow de Panem y Ava Paige la mandataria de CRUEL) y por supuesto los infaltables epílogos revolucionarios y triunfantes contra el sistema opresor, embanderados por jóvenes.

Y esto último, referido a la explosiva rebelión contra el sistema opresivo, termina de cerrar la idea de que la historia está atravesada por contradicciones profundas que tarde o temprano generan una ruptura en las estructuras y la necesidad de refundar las bases de la sociedad. Así sucedió siempre y desde hace siglos la humanidad ha ido derribando modelos políticos, económicos, culturales y productivos que los estaba hostigando, abriendo paso a nuevas formas de construir la existencia. Estos neo-recursos del pos apocalipsis narran la fractura de una antigua Tierra y una por refundarse a través de la fuerza revolucionaria que cada momento histórico ha tenido, nada más que en esta oportunidad, siempre están lideradas por jóvenes efervescentes.

En cada una de estas claves, se condensa la trilogía de Divergente, salvando por supuesto algunas que otras originalidades que han generado suficiente intriga y suspenso a la espera por lo que sucederá en los siguientes capítulos cinematográficos de Leal (la tercera parte, dividida en dos fragmentos). ¿Son musas inspiradoras? ¿Son patrones literarios destinados al exitismo económico? ¿O son pura coincidencia artística?

La respuesta es compleja, y la interpretación del espectador sabrá deducir cual es la intención de esta generación cinematográfica-literaria de la distopia protagonizada por jóvenes. Sin embargo, los datos estadísticos son irrefutables y es asegurado que la mayoría de las producciones de sagas tienen un destino taquillero millonario, hasta en las de más bajo nivel presupuestario.

A pesar de todo este análisis que se puede hacer, tengo que decir que la Saga Divergente con todas sus similitudes a películas “hermanas”, cumple con una correcta adaptación cinematográfica y desarrolla una trama que en lo audiovisual es aceptable. Las maniobras del director Robert Schwenke (se hace cargo de la segunda parte: Insurgente), son mucho más efectivas que el responsable de la primera entrega, Neil Burger. Ya en este segundo episodio, a través de un buen manejo del suspenso, la intriga y el enigma de la profecía mitológica de una caja secreta, que funcionaría como el elemento conductor de la historia, Insurgente abandona la obsesión efectista de la ciencia ficción y las abusivas escenas de acción, para condensar el relato hacia una dirección más dramática y que sin duda se fortaleció desde el trabajo del guion. Por otro lado, me pareció indicado señalar que el director elaboro un film que no ha marginado a los públicos y que no se dirigía específicamente al colectivo de fanáticos de la saga. Es importante remarcar este aspecto, ya que a veces es complejo absorber la técnica de separar los límites entre el lenguaje literario y el cinematográfico, considerando que a pesar de que se complementan, son muy distintos entre sí. Este error, lo sufrió la última entrega de la trilogía de Los juegos del hambre: Sinsajo (The Hunger Games: Mockingjay Part 1. , Francis Lawrence. 2014), en donde el destino de la película estaba más cerca del conocedor o seguidor exhaustivo de la obra literaria que el del público cinéfilo.

A fin de cuentas, a la Saga Divergente le quedan aún dos entregas más como para encontrarle mejoras al producto cinematográfico y por supuesto continuar el misterio sembrado por el inquietante recurso del “to be continued” eterno que Hollywood sabe manejar a la perfección. Pero antes de cerrar, no olvidemos repensar las reflexiones sociológicas y cuasi-científicas que profesan al inicio de este texto y que en la observación analítica de este tipo de obras parece señalar un destino oscuro.

Divergente 2014

El regreso a las teorías de la “comunidad equilibrada” y la sociedad que funciona como un organismo vivo tendiente a la armonía, parece ser el camino elegido y no se bien cuál es el real significado.El valor de la Sociedad en este territorio cercado por una “paz absoluta” llega a los extremos de que sus ciudadanos profesen la cita: “FACCIÓN ANTES QUE FAMILIA”. Desde las instituciones del gobierno, los fundamentos que protegen el funcionamiento correcto del sistema le inculcan a su pueblo la idea de que la sociedad es de mucho más valor que la propia vida y el núcleo familiar. Aquellas pasiones individuales de las que hablaba Durkheim deben ser controladas y resignadas a una prioridad menor y el privilegio humano debe ser el mantenimiento estricto del sistema de pacificación general.

Las medidas son tan rigurosas, que se les tiene permitido mirarse al espejo solo tres veces al año y así desviar las actitudes individualistas relacionadas al reflejo de la propia persona en un cristal. ¿Qué ocasiona la mirada de nosotros mismos? El exacerbado individualismo del capitalismo salvaje de siglos pasados parece haber logrado un egoísmo nocivo que llego a destrozar los lazos que el ser humano mantenía con la sociedad entera. En los tiempos de distopia, la paz corre peligro y su principal fragilidad es la incontenible necesidad de preservar la vida individual por debajo de la colectiva. En términos sociológicos, Durkheim distinguía estos procesos de relación a través de la solidaridad mecánica (la sociedad absorbe la vida individual) y la solidaridad orgánica (donde cada individuo se especializa y se diferencia, pero su trabajo se corresponde a una función y así al mantenimiento de la cohesión social). Lo clave de estas traducciones sociales, es que en la búsqueda del “equilibrio comunitario” esa cohesión social de la teoría, independientemente de la solidaridad que se aplique, es la columna vertebral de todo el sistema de facciones, que es la ideología dominante en Divergente. La humanidad nunca ha existido sola y a pesar de eso, la ruptura progresiva de la cohesión social y su desprendimiento en la colaboración de la comunidad entera son la enfermedad más temida, porque cuando el germen del pensamiento individual comienza a esparcirse estamos en presencia del embrión que gesta las revoluciones contra la opresión sistémica y sobre todo cuando la presencia de la ideología dominante comienza a verse como la amenaza de perder nuestra libertad y la conciencia de clase que alguna vez tuvimos.

¿Significara el augurio del “progreso” moderno o es en realidad un retroceso a pensadores que creían que en algún momento todo iba a estallar y la raza humana debería haberlos escuchado? Porque, si hay algo que queda claro es que en las pantallas y en las páginas de best sellers pos apocalípticos nosotros somos un pasado oscuro marcados por la culpabilidad absoluta de llevar a la Tierra al límite de los extremos catastróficos y colapsar el sistema hasta la desaparición total de lo que creíamos que era la existencia humana. A veces es el deterioro ambiental, en otras es la devastación de las naciones por gobiernos que la hundieron en miserias y pobrezas, en otras es el egoísmo natural y la violencia exacerbada de guerras nucleares y así con millones de situaciones del presente.

Durkheim, desde el pasado del siglo XIX algo nos decía. La presidenta Jeanine Matthews desde el futuro nos cuenta sobre murallas que protegen a la nueva sociedad de monstruos de la antigua raza que la auto destruyeron. Los distritos de Panem sufren los castigos generados por ancestros revolucionarios que destrozaron el hábitat en la Tierra. En el mundo de El corredor del laberinto (Maze Runner, Wes Ball, 2014.) la vida humana está al borde de la aniquilación ambiental y la culpa la tiene el calentamiento global. Y así millones de futuros sufren las consecuencias de problemáticas actuales

¿Sera que nos están queriendo decir algo desde el más allá? ¿O será que ya nos lo dijeron y no estamos escuchando? El apocalipsis y las nuevas humanidades que funcionan como organismos parecen ser nuestro único destino del futuro lejano ¿O cercano?

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