El árbol de la vida, de Terrence Malick
Del camino de la Naturaleza al camino de lo Divino Por Eduard Grañana
Uno puede descifrar diferentes mensajes a lo largo de El árbol de la vida. Significantes que adquieren nuevos significados tras posteriores visionados, y significados carentes de interés para otros espectadores, creadores de su propio significado. De alguna forma, el film de Malick se asemeja a The Matrix (Lana y Lilly Wachowski, 1999) en que, tal y como nos recordaba Slavoj Žižek a propósito de este último film, actúa como una especie de test de Rorschach, donde se pone en marcha un proceso universal de identificación, es decir, cada espectador, verá reflejado en el film su propia creencia filosófica o, en el caso del film de Malick, también religiosa. De hecho, el propio concepto que da título al film, árbol de la vida, es ambiguo. Uno, no solo lo puede identificar con multitud de religiones (la Cábala judía, el Yggdrasil de las religiones nórdicas, la cruz de Cristo…) sino que también ha sido utilizado por la biología para plasmar sus ideas filogénicas, es decir, el origen, la formación y el desarrollo de una especie biológica.
Naturaleza y religión. El árbol de la vida pueden ser dos caras de una misma moneda. Una, representación de lo divino, otra, de la naturaleza. Desde un principio, el film nos ofrece esta doble vertiente, cuando la voz de en off de la figura materna nos advierte que en su niñez, las monjas le enseñaron la existencia de dos caminos a elegir, el de lo divino y el de naturaleza. Dos caminos con cualidades propias, y cuya descripción, realizada por el propio personaje, se podrá extrapolar al resto de personajes del film. Lo divino, encarnación de la figura materna, como algo que acepta el menosprecio y el olvido, las heridas y los insultos y que no busca ser agradado a si mismo. Por contra, la vertiente de la naturaleza, le gusta darse de gran señora, salirse con la suya y siempre encuentra razones para su infelicidad, incapaz de ver aquello que le rodea y el amor que hay en todas las cosas. Una descripción, esta última, que encaja a la perfección con la figura paterna.
No siempre estas descripciones se podrán extrapolar tan fácilmente. Jack O’Brian, el hijo mayor de la familia, parece que adquiera cualidades de ambas vertientes, y es que, tras sus acciones violentas, su aceptación de hacer siempre lo que odia y el reconocimiento ante su padre, que se parece más a él que a su madre, hay una especie de atracción continua hacia la figura materna o lo que es lo mismo, hacia el camino divino. Una atracción que se apreciará, no solo, a través de los momentos placenteros que madre e hijo viven conjuntamente (recordemos por ejemplo, como ante la ausencia del padre tras macharse de viaje, Jack y sus hermanos, viven alegremente con su madre sin la presión del yugo paterno) sino también subjetivamente, como la visión que Jack tiene de su madre imaginándosela muerta, cercana, como nos lo recordó Moritz Pfeifer 1, a la imagen que Disney nos ofreció de su Blancanieves (Snow White and the Seven Dwarfs, 1937, David Hand).
El árbol de la vida, es, desde un punto de vista teológico, un camino hacia la redención. No solo de Jack, sino también de su padre, quien, pese a guiar continuamente a sus hijos hacia ese sueño americano y cumplir sus deberes ante la iglesia, reconoce finalmente, a través de esta reflexión , su equivocación a la hora de escoger su camino:
– Quería que me quisieran por ser alguien importante, un gran hombre. No soy nada. Mirad la gloria que rodea: árboles, pájaros. Vivía en el pecado. Todo lo mancillaba y no me fijé en la gloria. Soy un hombre estúpido.
Para seguir este camino hacia la redención, Malick crea lo que el filósofo Nöel Carroll llamó una estructura narrativa erotérica, es decir, una estructura narrativa formada a partir de una red de preguntas (macro-preguntas y micro-preguntas) y respuestas que nos llevan hasta una respuesta final 2 . Partiendo de una cuestión inicial extraída del libro de Job que dicta ¿Donde estabas cuando yo echaba los cimientos de la tierra?, el film da continuidad a través de una serie de preguntas, a veces reflexiones, que no siempre encuentran respuestas verbales, sino que estas son respondidas a través de acciones o de forma visual. Las imágenes oníricas que Malick nos muestra y que terminan desembocando en el parto de Jack, por ejemplo, son la respuesta a la pregunta ¿Cuándo tocaste mi corazón por primera vez?, que el propio personaje se hace. También las palabras del cura durante su homilía relacionadas con el libro de Job, sirven para dar respuesta a la pregunta que Jack se plantea, tras ver morir un niño ahogado (¿Puede ocurrirle a cualquiera?)
La última respuesta, no es más que la visión escatológica mostrada al final del film, donde todos los personajes se reencuentran en un paraíso, alegóricamente representado en las orillas de una playa. A este final, que un Jack adulto llega tras su deambular por el desierto, es el final de su camino, las respuestas a sus preguntas, y el reconocimiento definitivo de que, a pesar de haber estado siempre en el camino de la naturaleza, el camino de lo divino siempre ha estado allí.
Más allá del mensaje teológico que se puede extraer de El árbol de la vida, es obvio que la Naturaleza juega un papel primordial en este film, así como lo ha jugado a lo largo de la filmografía de Malick. No solo la naturaleza entendida como el espacio que rodea a los personajes, sino la Naturaleza en todo su esplendor, desde su más mínima representación hasta su forma más ubicua. Macrocosmos y microcosmos adquieren, de esta forma, una importancia similar. En las bellas imágenes de la formación del Universo que nos muestra el director, por ejemplo, el peso de la Naturaleza no recae únicamente en las formaciones de las galaxias o en el gran meteorito que aniquiló gran parte de la vida sobre la Tierra hace más de sesenta y cinco millones de años, sino también en la formación de los seres unicelulares que comenzaron a poblar nuestro planeta. Una Naturaleza que queda representada a lo largo del film, casi de forma omnipresente, por la figura del árbol. Un árbol donde quedarán reflejados los sentimientos de los seres que los rodean: el árbol que vacío de hojas y color, acompaña a la madre que acaba de perder su hijo; el árbol fuera de su ambiente natural, que de forma artificiosa, forma parte del paisaje de un Jack adulto; el árbol florecido que despide a los O’Brian cuando abandonan su hogar para dar comienzo a una vida nueva… una figura donde su omnipresencia, no solo será utilizada para potenciar unos sentimientos, sino que también servirá de nexo de unión entre los diferentes momentos que los O’Brian, y especialmente Jack, vivirán.
Naturaleza y religión. Malick nos ofrece en El árbol de la vida un doble camino, sin embargo, cada uno puede ver en cada una de las sendas, su propia interpretación. Decía Tarkovski 3 que a pesar de haber visto Persona (Ingmar Bergman, 1966) muchas veces, siempre la veía de un modo nuevo y distinto. Su condición de verdadera obra de arte ofrece al espectador, la posibilidad de entrar en relación con ella, siempre de forma nueva y personal, y de interpretarla de forma cada vez distinta . Lo mismo puede decirse del film de Malick. En esta especie de test de Rorschach que parece ser El árbol de la vida, uno puede llegar a su propia conclusión no definitiva, y es que, tras esta macro-respuesta que queda representada en este espacio escatológico de reencuentro, uno puede acoplarle su propia identificación filosófica, religiosa o, por qué no, científica.
- Pfeifer, Moritz (2011): Either and Or: On Terrence Malick’s Tree of Life en Senses of Cinema ↩
- Marcos A. y Castro, S.: “Terrence Malick. Una meditación sobre el sentido de la vida”, en Sergio Menna (ed.), Proyectando ideas. Una introducción cinematográfica a la filosofía. Jorge Sarmiento Editor / Universitas, Buenos Aires, 2015, pp. 35-66. ↩
- Tarkovski, Andrei (2015). Esculpir en el tiempo. Ed. RIALP. Madrid. ↩
Película no apta para incultos que se preguntan por que de repente aparece un dinosaurio.
Tan simple como una comparación del creativismo contra el evolucionismo.
Película que explora ambos factores, y que se representa de manera formidable en los padres: un padre que apoya una postura y una madre que representa el amor por encima de todo.
Engloba todos los sentimientos que los hijos adolescentes pueden sentir: amor, odio, confusión, perdón, ascensión….
Una oda que representa la vida de cualquier persona…..