El cuerpo

No prescindamos de la imaginación Por Fernando Solla

“Ya te llamaré”Jessica del Pozo en Los sin nombre (Jaume Balagueró, 1999)

Jueves 04/10/12, 19h. Sesión inaugural de la 45ª edición del Festival Internacional de Cinema Fantàstic de Catalunya. El de Sitges, para que nos entendamos todos. Empezamos la maratón cinematográfica con autoría autóctona (catalana o española, depende quién reivindicaba escogía una o la otra) y ópera prima. Interesante premisa y bienvenida a Oriol Paulo al terreno de la dirección, después de firmar el guión de Los ojos de Julia (Guillem Morales, 2010), interesante reconversión en thriller psicológico feminista y fetichista del giallo italiano al más puro estilo de Mario Bava o Dario Argento.

Y fue precisamente el nombre de Bava uno de los que más se repitió durante la velada previa a la proyección de la esperada película, ya que aprovechando la ocasión, se entregó el premio Màquina del temps a una emplumada Barbara Steele, musa del realizador italiano durante la década de los años sesenta. La que debutó interpretando el personaje de Katia Vajda en La máscara del demonio (La maschera del demonio, 1960) subió al escenario del Auditori a recoger el galardón transmitiendo su agradecimiento y desconcierto, a partes iguales. A sus setenta y tres años habló de la crisis como una dificultad transversal que incentiva la creatividad, la energía y el talento. No acabamos de ver cómo el momento cultural que vivimos actualmente puede desarrollar ninguna de estas cualidades, aunque agradecemos el apoyo, la visita y la ilusión de la veterana actriz.

La misma ilusión que ha permitido que Sitges celebre el género fantástico durante cuarenta y cinco años. Se dice pronto. Ángel Sala, actual director de la efeméride, se mostró enérgico y satisfecho al destacar la repercusión internacional del festival, así como su alcance intergeneracional, tanto del público como de los participantes en el certamen. De los herederos de lo que se Sala denominó generación Sitges de los años ochenta ha surgido una nueva hornada de realizadores, entre ellos Oriol Paulo y Andrés Muschietti, que subió al escenario para recordar que, tras el pase en la edición de 2008, su cortometraje Mamá encandiló ni más ni menos que al mismísimo Guillermo del Toro, que ha ejercido de productor ejecutivo del largometraje homónimo que se estrenará en todo el mundo a partir de enero del año que viene. Dirigido por el propio Muschietti, manteniendo parte del equipo técnico original y protagonizado por Jessica Chastain. La cinta promete.

Pero centrémonos en la gran promesa de la noche. Flashes, cámaras, photocall con los principales artífices del largometraje que se estrenaba… La abarrotadísima sala recibió con una sonora ovación al productor Joaquín Padró, al realizador Oriol Paulo y a los intérpretes principales del largometraje. El máximo responsable de Rodar y Rodar recordó que con El cuerpo inaugura por tercera vez el festival. Tres han sido las óperas primas impulsadas por la productora (que parece haber encontrado en la ESCAC, Escola Superior de Cinema y Audiovisuals de Catalunya, una prometedora y taquillera cantina de realizadores y en Sitges la plataforma de lanzamiento ideal). Que se lo digan a J. Bayona, que inició aquí la espectacular andadura de El orfanato (2007) o a Guillem Morales, que hizo lo propio con Los ojos de Julia (2010). Tres han sido las mujeres, protagonistas de cada una de las cintas, para una única actriz. Laura, Julia y, ahora, Mayka Villaverde. Belén Rueda se ha convertido en una especie de estandarte patrio o musa de esta hibridación genérica local tan al uso estos últimos años, que mezcla elementos de thriller sobrenatural, drama de suspense y terror psicológico. La actriz se sumó al entusiasmo mostrado por Paulo, que consideró esta primera proyección su pérdida de virginidad como realizador, y compartió con sus compañeros de reparto José Coronado, Hugo Silva y Aura Garrido la voluntad de conseguir que “…nuestro cine de género sea tan querido aquí como lo es fuera”.

Después de la atronadora lluvia de aplausos que recibió la primera proyección oficial de este año del teaser protagonizado por nuestro gorila favorito, que acompaña al logo del festival, por fin comenzamos a descubrir qué sorpresas esconde El cuerpo. Las expectativas eran altas y, aunque no todas se cumplieron, Paulo consiguió ganarse nuestra simpatía gracias a su ilimitada y persistente ambición por contar historias (quizá las mismas de siempre) pero siempre buscando algo nuevo que decir, ya no tanto en lo referente a la temática pero sí en la técnica narrativa, provocando giros argumentales constantes que tienden un pulso al espectador para finalmente ganar la partida, ya que al final caemos en las redes del realizador novel que nos guía por el argumento como le da la gana, consiguiendo casi siempre no caer en la inverosimilitud más estrepitosa, haciendo en su estupendo uso dramático de la coincidencia una de sus mayores bazas.

Paulo se apunta a la tendencia semiótica perpetrada por Bayona en El orfanato, que a su vez recogía el testigo del Alejandro Amenábar de Abre los ojos (1997) y sobretodo de Los otros (The Others, 2001) y sigue investigando en ese fenómeno del giro lingüístico que tanto obsesiona a filósofos y literatos desde principios del siglo pasado. El lenguaje, no como mero objeto de estudio, como instrumento o medio de comunicación, si no el medio en sí mismo en el que se accede al conocimiento, llegando a considerarse sinónimos los dos términos. El terror/suspense no como un género cinematográfico más, si no como el género dramático por excelencia, el medio que nos permite canalizar nuestros miedos o inquietudes y, si tenemos suerte, superarlos o vencerlos. La explicación de un suceso a priori sobrenatural a través de la superación de pruebas cuya resolución tomará sentido a través de la lógica expositiva y dramáticamente resolutiva de unos hechos determinados.

Algo terrorífico o sobrenatural se explicará a través del thriller más o menos convencional hasta llegar al drama convulso, difícil y desolador. Lo dicho: Los otros, El orfanatoEl cuerpo.

El cadáver de una mujer (Rueda) desaparece del depósito sin dejar rastro. El inspector Jaime Peña (Coronado) investiga un caso en que Álex Ulloa (Hugo Silva), marido de la difunta, parece el principal sospechoso. Por allí pasará la amante más o menos reconocida del último (Aura Garrido). Una serie de sospechosas e imposibles llamadas telefónicas perturbarán y trastocarán a Ulloa y su coartada. No explicaremos más, aunque invitamos a los espectadores a disfrutar reconstruyendo este interesante rompecabezas, donde no faltan los guiños habituales en este tipo de producciones, que a veces hacen tambalear la verosimilitud del desarrollo de la historia que nos traemos entre manos para hermanar el título que nos ocupa con los que suponemos son algunos de los referentes cinematográficos de Paulo. La cara desfigurada de la abuelita interpretada por Montserrat Carulla en El orfanato, la descarga de adrenalina amorosamente aplicada a Uma Thurman en Pulp Fiction (Quentin Tarantino, 1994), los planos de exteriores casi perpendiculares a la lluvia que inundaba la pantalla en Los sin nombre (Jaume Balagueró, 1999)…

El cuerpo

El joven realizador es plenamente consciente de la altísima competencia interpretativa del reparto escogido para su ópera prima y quizá a sabiendas de que sus aptitudes en el terreno de la dirección todavía están por consolidar decide aportar toda su experiencia y técnica en el campo del guión cinematográfico. De esto modo, sobresale en la dosificación de las claves para reconstruir el caso que investiga un excelente y cómplice José Coronado, que juega a ser detective y a la vez alter ego del realizador, introduciendo sus inquietantes y explicativos flashbacks a partir de las pistas investigadas por nuestro actor y encontradas por un convincente, inquietante (y dramáticamente muy efectivo Hugo Silva) en su periplo por ocultar(nos) sus motivaciones e impulsos para actuar de un modo algo cuestionable. Aura Garrido se revela como una actriz intensa. En su caso la cronología a través de la cual conocemos las intimidades de su personaje no juega demasiado a su favor hasta los últimos giros argumentales, cuando conocemos su pasado y entendemos el porqué de esa impactante mirada y esa seriedad casi impenetrable con la que consigue incomodarnos en más de una ocasión. Seguiremos la trayectoria de Aura con muchas ganas.

¿Y qué pasa con el cuerpo de la película? Belén Rueda se entrega física y emocionalmente a su personaje. Un personaje muy ambicioso en su desarrollo pero demasiado corto para poder disfrutar de todos los matices que el debutante Paulo (que no es capaz de esconder la devoción que debe sentir por la actriz, que se reveló cinematográficamente con otra de Amenábar, la oscarizada Mar adentro, 2004) quiere atribuirle. Mujer fatal y controladora por un lado; frágil, enamorada y desesperada por mantener el amor de su marido, años más joven que ella por el otro… Demasiado para una sola película e imposible de conseguir en manos de otra profesional. Estamos de suerte. La actriz (queridísima por un servidor, que como Paulo no quiere esconder su admiración) despliega más registros dramáticos por minuto que los segundos en que podemos dividir esta unidad de medida temporal. Algo excesivo quizá, teniendo en cuenta el material que tratamos, pero en definitiva, una impresionante en el gesto, inquietante en la voz, eminentemente comunicativa con la mirada… Otra estupenda interpretación de Belén Rueda, que hace ya un año se atrevió a teatralizar el personaje de la baronesa Sophie von Essenbeck en la inspirada aunque desconcertante versión que Tomaz Pandur presentó sobre las tablas del Matadero (Teatro Español) de La caída de los dioses (La caduta degli dei, Luchino Visconti, 1969).

Terminaremos recomendando el visionado de esta película (que se estrena en salas comerciales el próximo 28 de diciembre) y saludando a este nuevo realizador. Estamos seguros que una vez Paulo transforme su ansioso y algo desmedido fervor por mostrar sus incontables inquietudes, cuando se preocupe por desarrollar más profundamente su estilo narrativo y el contenido de las historias y se centre en una idea por película, dosificando su talento y no sobrecargándolo con incontables referencias a otras obras más o menos referenciales para el género, conseguiremos descubrir a un joven director al que auguramos un prometedor futuro dentro del panorama cinematográfico actual. Bienvenido, Oriol.

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