El espejo en Ciudadano Kane
El doble a través del espejo en Ciudadano Kane Por Manuel Quaranta
No es necesario ser una luminaria para advertir que doble refiere a dos, a reproducción, a reflejo. Doble significa según la RAE: “Que contiene exactamente dos veces una cantidad” o “Dicho de una cosa: Que va acompañada de otra semejante”. El doble de riesgo, por ejemplo, es un actor que, ocupando el lugar del “original”, lo reemplaza en una acción peligrosa. Son dos, sin embargo resulta imposible captar la duplicidad y nos contentamos con la unidad.
En el cine han existido una serie de personajes, a todas luces, problemáticos. Un caso conocido por todos. Robert De Niro en Taxi Driver (Martin Scorsese, 1976). Este hombre se para frente a un espejo que reproduce su imagen, uno-doble, y (se)pregunta: «¿Are you talking to me?» en varias ocasiones, mostrando así un des(doblamiento) patológico que, como saben, tendrá graves consecuencias en el desenlace del film.
Pero el personaje que nos ocupa en este escrito es otro. Charles Forster Kane, protagonista de la genialmente borgeana Ciudadano Kane (Citizen Kane, Orson Welles, 1941). Este magnate tiene un pasado que a pesar de sus millones no puede recuperar, y se pasa toda la vida intentando comprar objetos que sustituyan el amor de una madre que perdió cuando niño. Charles Forster Kane: Comunista, fascista, americano, ¿quién es, verdaderamente, este hombre? ¿Cómo acercarse a una personalidad múltiple? El mismo Kane se encarga de aclarar la situación al Sr. Thatcher: “No se da cuenta de que habla con dos personas”. Evidentemente, se queda corto. Uno no es dos: es una multiplicidad. Infinitos sujetos que atraviesan una existencia signada, por la opacidad, el desconocimiento; cómo acceder a lo infinito, sería la cuestión.
En Ciudadano Kane, el intento de aproximación al personaje (periodistas, entrevistas, cartas, memorias), con el fin de descubrir aquello que Rosebud ocultaba, termina por desvelar a un Charles Forster Kane fragmentado
Aquí la imagen paradigmática muestra a un avejentado multimillonario atravesando un pasillo con un espejo que lo refleja infinitas veces; en este momento, la reconstrucción, el intento por averiguar quién fue realmente y definir qué significaba Rosebud quedarían absolutamente vedados puesto que sobre lo infinito no queda otra que callar (o narrar infinitamente). En esta escena vemos, por fin, a un multiplicado Kane o como afirma Borges, “comprendemos que los fragmentos no están regidos por una secreta unidad: el aborrecido Charles Foster Kane es un simulacro, un caos de apariencias”.
El fotógrafo y ensayista catalán Joan Fontcuberta, en su libro El beso de Judas, reflexiona acerca de la fotografía en tanto espejo de la realidad, y concluye que nunca lo ha sido ya que
«La elección entre diversas posibilidades representa una pequeña dosis de ‘manipulación’: encuadrar es una manipulación, enfocar es una manipulación, seleccionar el momento es una manipulación…La suma de todos estos pasos se concreta en una imagen resultante, una “manipulación” sin paliativos. Crear equivale a manipular, y el mismo término ‘fotografía manipulada’ constituye una flagrante tautología” (Fontcuberta, 2007: 125-126).
El espejo devuelve la imagen, pero ¿duplica físicamente el objeto?, nuestra carga simbólica adhiere a la idea de reflejo de lo mismo. El espejo sería el que suministra la verdad, la revelación y la sabiduría. Sin embargo podemos apreciar en la imagen que el espejo también es capaz de multiplicar al infinito una figura que a todas luces resultará incognoscible. ¿Quién es Charles Forster Kane? ¿Puede el espejo decirnos algo certero?
Etimológicamente, espejo procede de speculum: especulación, en sus dos acepciones: “Dicho de dos cosas simétricas: Que guardan la misma relación que la que tiene un objeto con su imagen en un espejo” y “Meditar, reflexionar con hondura, teorizar”. Así las interpretaciones se cruzan: ¿Por qué razón si el reflejo del espejo es aséptico, genera tantas especulaciones?