Felices 140

Yo quiero tener un millón de amigos Por Jose Cabello

Si reflexionamos un microsegundo sobre la igualdad de género en nuestro cine, quizás tendríamos pesadillas por una semana, pues solo el 8% del cine creado en España está dirigido por mujeres. Ahí lo dejo. Durante la presentación de su última película, Gracia Querejeta, un grano más en este ridículo porcentaje, especificó que Felices 140 supone un leve giro en su filmografía. Gracia se autodefine como realizadora de un cine destinado al público femenino, una impronta que podría llegar a aceptar a regañadientes ya que habría que diferenciar entre hacer cine para mujeres y hacer cine con mujeres, dándoles a ellas el peso de la trama del que normalmente carecen. La diferencia es abismal y el sujeto de estudio también, así que, alejándome de esta cuestión, Felices 140, según la propia directora, es una película donde la mujer y el hombre aparecen, por primera vez, con el mismo grado de protagonismo, distanciándose así de la tónica habitual de su cine.

La trama de Felices 140 comienza con la excusa de la celebración del cuarenta cumpleaños de Elia, para ir desgranando una a una las intrahistorias de las tres parejas que acuden a la fiesta, situada en un chalet alquilado para el evento: la hermana con viejas rencillas; el ex al que todavía sigue amando; la chica joven despampanante, nueva novia del ex, claro; el amigo tieso que necesita dinero; el sobrino majo y, cómo no, el elemento estrella, el marido maltratador. A pesar del cóctel mortal de necesidad, los personajes consiguen escapar casi ilesos de este aluvión de arquetipos gracias al trabajo de los actores, aunque en más de una ocasión el guión obstaculice la salida.

Felices 140

El punto de inflexión donde Felices 140 retuerce a los personajes para iniciar el baile de giros argumentales, comienza en la primera cena tras llegar a la casa.
La conversación durante la comida versa sobre lo mejor que le ha ocurrido ese año a cada uno de ellos, y en este escrutinio, cada uno intenta quedar por encima del resto mientras mantiene una sonrisa en la boca. Lo triste de los diálogos es que consigue vestir de patética una buena idea referenciando como hechos significativos o sinónimos de alegría eventos de los noventa, véase bodas, bautizos y comuniones. El egoísmo llega a su máximo cuando Elia, la cumpleañera, desvela que ha ganado 140 millones de euros en un juego de lotería.

A partir de aquí, Gracia Querejeta se frota las manitas para intentar desplegar la artillería pesada de Felices 140, queriéndose acercar a películas que parten de la misma premisa, como Tumba abierta (Shallow Grave, Danny Boyle, 1994) o La comunidad (Alex de la Iglesia, 2000), pero eliminando todo vestigio de autoría. La directora aporta un enfoque mínimamente distinto cuando renuncia al happy end, pero al mismo tiempo, lo lleva a cabo con una actitud frente a la cámara que suma artificialidad a la ya existente. Felices 140 acaricia la idea de explicar los límites del ser humano, o incluso establecer fronteras en la amistad cuando el dinero entra en juego, pero la película queda a años luz de su objetivo, no logra resolver el conflicto que ella misma plantea y rompe la armonía entre acción y reacción de los personajes.

Por otro lado, la localización en un lujoso chalet, aun siendo un único espacio, permite a Gracia Querejeta poner en práctica acrobacias a la hora de rodar. No obstante, a ratos, los ejercicios de técnica no finalizan en un estado totalmente pulcro, quedan empañados por problemas de luz, giros bruscos u otras cuestiones técnicas que deberían haber bastado para desechar ciertas escenas del montaje final. Aunque quizás entro en el terreno de los gustos personales de Gracia, pues tampoco ayuda el continuo fundido a negro, recurso paradigma de su cine, que hace destilar olor a rancio en continuo bucle. Consecuencia del olor, siempre vuelve a mi cabeza el pensamiento de asemejar este cine a un producto de marca blanca -algo que podría estar dirigido por cualquiera-, manteniendo las distancias, claro está, pues el cine no es un bien básico y no funciona con las misma leyes del mercado. Pero quizás dentro de un tiempo, las jóvenes generaciones, entre las que me incluyo, empecemos a dejar atrás las marcas blancas en pro de los sellos de autor.

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Comentarios sobre este artículo

  1. Brenda dice:

    Me ha parecido una película interesante!
    Dejo mis comentarios: https://el-pensadero.com/felices-140-una-dramatica-para-pensarnos/

  2. Por ponerle algún pero, quizás echamos de menos un poco más de intriga, una mayor pizca de juego psicológico y un ritmo un poco más rápido que le hubiera aportado un toque más atractivo. Pese a ello estamos ante otra buena película de Gracia Querejeta que bien vale la pena ver. Aquí os dejamos nuestra crítica sobre la peli http://macguffin007.com/2015/04/12/critica-felices-140/

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