Festival de Cine Fundación Mapfre 4+1

Les éclats, Crazy Horse y The Ballad of Genesis and Lady Jaye Por Déborah García

Repasando mis notas, me acabo de dar cuenta de que la tercera crónica, quizá por una cuestión de azar, la he dedicado enteramente a los documentales. Hay cuatro propuestas del género documental compitiendo en la sección oficial del 4+1, una sección que no hace diferencia entre la no ficción y la ficción, tal vez porque se entiende que hoy más que nunca la manera en la que los géneros mutan y se entremezclan permite la coexistencia de propuestas tan interesantes como las de Marie Losier o Sylvain George, con las películas de Azazel Jacobs o Johnnie To.

Las propuestas documentales que forman parte de esta crónica están tremendamente alejadas. Son tres documentales muy distintos, tanto en su forma como en su temática. El documento de Wiseman lleno de exuberancia y sensualidad sobre el local parisino Crazy Horse, contrasta con el sobrio blanco y negro que Sylvain George ha elegido para registrar en Les éclats el tiempo que pasó junto a unos inmigrantes que esperan en la ciudad francesa de Calais para abandonar el país. The Ballad of Genesis and Lady Jaye en cambio, al igual que su protagonista el artista Genesis P-Orridge, es una propuesta que rehuye las etiquetas. La directora Marie Losier nos introduce en la vida de la pareja de una manera intensa, eliminando cualquier resquicio de intimidad que pudiera existir, haciéndonos participes activos de historia de amor que pretende transmitir.

Les Eclats

Les Eclats

Hay un momento mágico en Les éclats, un auténtico momento de cine con mayúsculas, y no tiene que ver con los planos que realiza el director sobre los burgueses de calais, los fundidos en negro, ni si quiera con las imágenes en las que un inmigrante afgano emocionado cuenta la historia de su país durante el último siglo. El cine del que hablo, sucede, y creo que el director  mismo se vio sorprendido por la fuerza que desprendía uno de los inmigrantes a los que grababa con su cámara.

Ese rostro aparece en la pantalla, nos atrapa y nos domina, y me atrevo a decir que Sylvain George fue despojado de su autonomía y fue la cámara la que insistía en volver a esta cara una y otra vez.

Recuerdo que le dije a Vicente Rodrigo: “La cámara quiere a ese tío”. Para mí, el rostro de ese inmigrante sin nombre, de ese hombre sin lugar, sin identidad (muchos de ellos se eliminan las huellas dactilares para no ser identificados), concentra la fuerza de toda la propuesta de Les Eclats.  Su rostro da cuenta de su pertenencia a ninguna parte, de su miedo a la policía, a la muerte. Su rostro es violencia. Su rostro es miedo. Su rostro es muerte. Su rostro es dolor. Su rostro es política. El documental de Sylvain George es una propuesta collage, un documento fragmentado que se va construyendo con voces, rostros, paisaje, historia… un documental de ese horriblemente llamado “cine necesario”, pero también una propuesta que se pierde por momentos en esa necesariedad, y lo convierte en un trabajo irregular y por momentos tedioso.

El Crazy Horse es uno de los cabarets más famosos de París, y probablemente del mundo. Conocido por la manera en la que desarrollan sus espectáculos, llenos de sensualidad y de erotismo desde que fuera fundado en el año 1951 por Alain Bernardin, está situado siempre a la vanguardia por su carácter innovador y esteticista. El documental de Frederick Wiseman deja claro desde el principio, desde esas imágenes en donde una mujer finge un orgasmo, que vamos a entrar en el mundo de la sugerencia, de la ilusión, del juego. El documental pasa de manera sucinta por la historia del lugar, no hay apenas referencias al pasado, lo importante es el cuerpo femenino y la manera en la que estos pasan a ser expresión de la sensualidad extrema. Uno de los encargados del espectáculo, el director creativo, llega a decir: “No hay mujeres feas, solo mujeres que no quieren ser bellas porque no asumen su femineidad”. También comprobamos los problemas que existen entre el grupo creador de coreógrafos, entre la parte creativa del Crazy Horse, y la parte financiera. Desde dentro también vamos a ser testigos de los procesos de selección de las chicas, los ensayos de los números, las elecciones estéticas, y las impresiones de los que trabajan allí. El cine de Wiseman se descubre en Crazy Horse de una manera diferente, el director estadounidense se aleja de la rigurosidad y la seriedad que caracterizan otros trabajos para ofrecer un conjunto donde el propio director parece haber caído fascinado, presa de la sensualidad que desprenden las bailarinas y el propio lugar. Un espacio donde los cuerpos dejan de ser cuerpos para ser expresión máxima de belleza y erotismo.

La balada de Genesis y Lady Jaye

The Ballad of Genesis and Lady Jaye

The Ballad of Genesis and Lady Jaye es la propuesta de Marie Losier en la que realiza un retrato del artista audiovisual Genesis P-Orridge y de su esposa Lady Jaye. Genesis P-Orrigde, cuyo verdadero nombre es Neil Andrew Megson, es sin duda uno de los músicos y escritores, artista en definitiva, más inclasificables que ha existido en el siglo XX. Influenciado por la figura de William S. Burroughs, al que considera su mentor, es de él de quién toma la técnica del cut up, técnica en la que P-Orridge dice haber basado la música de Throbbing Gristle y Psychic TV. The Ballad of Genesis and Lady Jaye utiliza material de archivo tanto de las actuaciones de Genesis como de las de Lady Jaye, antigua dominatrix, cuenta cómo se conocieron y cómo desde aquel momento en el que se encontraron, decidieron no abandonarse más. Fue entonces cuando llevaron al límite su concepto de amor. Ambos decidieron modificar sus cuerpos mediante la cirugía plástica para convertirse en dos seres idénticos. Primero fueron los cuerpos, luego el pelo, la ropa, el maquillaje, con el único propósito de convertirse en un ser idéntico y único. Este concepto al que han llamado pandroginia vendría a ser la fusión por vía quirúrgica con el ser amado.

En palabras de los protagonistas de The Ballad of Genesis and Lady Jaye: “se trataba de recrearse, reformularse, a sí mismos como dos amantes-criaturas idénticos en «la más radical y nueva prueba de amor”. Esta es ante todo una historia, una historia de amor, que cuestiona “lo normal”, los géneros, las dualidades. «Queríamos acabar con las dualidades de una sociedad que divide a todo en dos: hombre y mujer, blanco y negro…». La cámara es movida con tanta rapidez durante el documental que se le niega la posibilidad de registrar con claridad, ella  al igual que los protagonistas se cuestiona la realidad.

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