Fuck for Forest
La boca erótica Por Jose Cabello
Educar y fomentar el respeto ante las diferentes formas de sexualidad. Esta frase constituye el lema del cuarto festival de La boca erótica, un festival de cine internacional que aborda la temática sexual de una manera desenfadada, comprometida y arriesgada dando cabida a los diferentes tipos de relaciones sexuales o sentimentales que pueden coexistir en la sociedad. El objetivo de La boca erótica no radica únicamente en establecer diálogo sobre la sexualidad, sino partir de la misma en la búsqueda de un acercamiento a cuestiones como la política, la educación o la propia sociedad.
El festival se desarrolló en el Centro Cultural Conde Duque del 27 al 30 de Noviembre en Madrid, albergando una gran diversidad de actividades en torno al evento, como los diálogos que versaron sobre los estereotipos del género, charlas sobre cómo gestionar los celos en las relaciones abiertas, o las consecuencias de un sistema sexual de herencia patriarcal, entre otros. La boca erótica brinda también un importante espacio a las artes plásticas, realizando un concurso de ilustraciones sobre sexo y política, además de poseer la estructura inherente a un festival de cine al exhibir tanto las obras de cortometrajes que integran la competición como largometrajes, quedando éstos fuera de concurso. En esta edición, cuatro largometrajes, uno por día, integran la programación: Fuck for Forest (Michal Marczak, 2012) Clip, Les recontres d’après minuit (Yann Gonzalez) y Otel.lo.
Fuck for Forest nace con el objetivo de plasmar la filosofía de vida de una controvertida ONG berlinesa de mismo nombre que el documental, que promulga el amor libre al mismo tiempo que dedica su esfuerzo a la conservación de la selva.
Ecología sexual. El proyecto de Michal Marczak esboza una sutil sátira contra una comuna carente de ideología que rentabiliza la libertad sexual de sus miembros para cubrir ciertas necesidades y prácticas que de otra forma les sería imposible, marginando a tercer plano el objeto de su razón de ser. El credo de Fuck for Forest invita a desconocidos a posar desnudos en fotografías, o vídeos de alto contenido sexual, que posteriormente serán alojados en su web para que los usuarios, previo pago, puedan disfrutar de ellas dando rienda suelta a su sexualidad unilateral. El intercambio monetario se justifica como medio para garantizar la conservación de los bosques, ya que más tarde se invertirá en la plantación de árboles.
Donar el físico a la flora del planeta Tierra no sería descabellado si por el camino parte del ideario no se apease del vehículo en marcha, inteligentemente el director analiza en primer lugar el modus vivendi de un joven noruego que regresa a casa. El retorno no se caracteriza por la efusividad afectiva y la animadversión de la familia queda descrita una vez se abandona la individualidad del relato y se graba la colectividad en la ONG donde las prácticas diarias avergüenzan a una familia corriente. A pesar de vanagloriarse de la libertad sexual disfrutada vía orgías, Fuck for Forest rezuma una similitud en su estructura a las instituciones mormonas capitaneadas por un macho de la manada donde el resto de mujeres funcionan más como lacayas que como amantes. Tampoco aúna pluralidad de opciones sexuales predominando el machismo de harén que decreta la norma de un hombre entendido como amo de un puñado de mujeres y escaseando el contacto masculino entre sus miembros.
La cumbre del documental llega cuando estos activistas del sexo deciden que deben vivir acorde a su doctrina: los urbanitas tienen que abandonar la ciudad. Para ello contactan a través de Internet con un pueblo de la cuenca del Amazonas. Los indígenas quieren vender parte de su extenso terreno para paliar la paupérrima situación económica de la región pero esta gente marcada por estafas y castillos en el aire desconfían de un mundo occidental que por enésima viaja allí cargados de buenas intenciones. El choque entre dos mundos con preocupaciones en las Antípodas, los neohippies con su discurso de patrocinio al sexo libre y en pro de la desnudez como medio de vida, y la tribu amazónica con el problema de qué comer mañana, abofetea con la mano abierta la cara de los componentes de la ONG provocando un shock en cadena en cada uno de ellos. La realidad se abre paso entre posturas engreídas no comprendidas dentro del primer escalón de necesidades fisiológicas en la pirámide de Maslow.
La clave para entender la sutileza de Marczak reside en la elección para abrir y cerrar el film con análogo mensaje personificado, otra vez, en la figura del protagonista que tras el fracaso de igual magnitud que el equipo de rodaje desplazado hasta Bolivia en También la lluvia, (Icíar Bollaín, 2010) regresa a Noruega enrolándose, en esta ocasión, en la causa de los palestinos inmigrantes en su país, instándoles a desnudarse en público como protesta. Un solo plano basta para delatar al joven desamparado y a la caza de cualquier asilo afectivo.