Hit the Road

Un viaje de ida Por Matias Colantti

Un niño toca un piano dibujado sobre el yeso de su padre. Las teclas del piano coinciden con las notas de la canción que suena de forma extradiegética. Estas primeras imágenes son una primer declaración de principios en la ópera prima de Panah Panahi: el realismo del relato no será convencional y lo fantástico o surrealista aparece como un indicio estético del joven realizador.

Hit the road (Jadde Khaki, 2021) es una obra que promete consagración internacional. Es la gran ganadora del Festival de Mar del Plata en la sección oficial de la Competencia Internacional. El cineasta iraní, hijo de Jafar Panahi, debuta en su carrera cinematográfica con temas, narrativas y estéticas que son una clara evidencia de la influencia de su padre y otros grandes maestros como Abass Kiarostami, a quienes asistió en sus películas.

Más allá de la herencia recibida y sus referencias a la línea clásica del cine iraní, Panah Panahi construye un relato poderoso, con estilo propio y como si fuese un director con larga trayectoria. El film es una road-movie de viaje familiar que inicia con escenas cargadas de humor y que conforme avanza el auto en la ruta se van abriendo caminos de tintes oscuros, dramas existenciales, denuncia política y hasta episodios de thriller policial.

Hit the Road

Los protagonistas de la historia son un cuarteto familiar: el padre (Hassan Madjooni), la madre (Pantea Panahiha), el hijo más pequeño (Rayan Sarlak) y su hermano mayor (Amin Simiar). El viaje que nos propone Panahi, no solo es por la ruta hacia la frontera con Turquía, sino que es un viaje hacia las profundidades de la condición humana. A medida que nos adentramos en el paisaje montañoso la trama familiar empieza a develar la verdadera intención del viaje hacia la frontera: el hijo mayor debe resolver un asunto/negocio que aparenta ser ilegal y desde allí emerge una atmósfera de misterio, angustia y miedos. La cuestionable moralidad del propósito y la construcción de buenas costumbres que tienen los personajes de la familia nos permite hacer una primer lectura: en el relato se asoman tensiones de clase, una sutil mirada a la violencia política iraní y una crítica a principios éticos de base religiosa de un modelo familiar tradicional.

Hit the Road

Sobre este punto, la escena en la que se ven obligados a llevar a un ciclista que atropellan accidentalmente, abre un debate sobre la moral y ética humana que es sencillamente maravilloso.

Sin embargo, el ritmo dominante de la película lo lleva adelante el hijo pequeño de la familia que es un niño con una insoportable inocencia, pícaro y atrevidamente inteligente. Sin lugar a dudas el rol de Rayan Sarlak marca un camino consagratorio para el niño actor. Además del sólido personaje que construye Panahi, también es necesario destacar el trabajo visual de su película: logra que ese paisaje montañoso y desértico abrumadoramente bello, también se convierta en un territorio hostil y peligroso cuando se van acentuando los conflictos del relato. Las imponentes y luminosas imágenes de las montañas que acompañan los iniciales momentos de comedia familiar se transforman luego en un clima de tensión y vacío existencial con la llegada de la noche.

La destreza y rebeldía a la hora de manejar la cámara es también un punto a destacar. La puesta de Panahi se atreve a planos fijos con una amplia profundidad de campo donde los personajes van desarrollando los conflictos con un ambiente visual que da la sensación que se los va a devorar. Construye escenas de larga duración con un admirable despliegue de movimientos de cámara que le aportan ritmo y profundidad a la historia.

Hit the Road

Así como se indica al principio del artículo, la intención narrativa de llevar el realismo a límites fantásticos o surrealistas también se puede ver en una interesante manera de romper y combinar géneros a lo largo del relato: esto se puede ver en las transiciones que hay entre los momentos de tipo musical Bollywood, a diálogos de mucha densidad dramática que luego se rompen con algún hilarante episodio cómico o de miedo persecutorio en la ruta. Y lo más destacable de esta combinación de momentos es que están perfectamente balanceados y armónicos.

Panah Panahi se lleva el máximo galardón del Festival de Mar del Plata y su carrera como cineasta parece que va a ser un viaje consagratorio a nivel internacional. De este lado, esperamos que su cine pueda ser un viaje igual de maravilloso que su ópera prima.

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