Horace and Pete
Por Antonio Miguel Arenas
Si no hubiera sido por la generosa invitación de los amigos de Cine Divergente a participar en el presente especial, con el que celebran sus cinco y bien aprovechados años de existencia (basta comprobar las firmas y artículos que me rodean), lo cierto es que no me habría enfrentado a la siguiente cuestión, que si había preferido esquivar hasta el momento no era sino por la falta de distancia temporal para llevarla a cabo (y eso que en esta casa nos encantan las listas): decidir diez películas fundamentales del lustro. Ni más ni menos. Con todo lo que ello conlleva y lo poco que importa al mismo tiempo.
Dispuesto a enumerar una serie de títulos con los que me sintiera identificado, que a su vez representen la diversidad de voces y de geografías del momento que vivimos, pero sobre todo películas de las que confío volver a encontrar algo nuevo en próximos visionados, compruebo que salvo un título concreto como Holy Motors (Leos Carax, 2012), no tiendo a coincidir con el criterio canónico del resto. Algo que me extraña especialmente en el caso concreto de El Havre (Le Havre, 2011) de Aki Kaurismäki o Las mil y una noches (As Mil e Uma Noites, 2015) de Miguel Gomes, pero comprendo en el de Los tres chiflados (The Three Stooges, 2012) de los hermanos Farrelly, todo sea dicho. Lo que como diría un célebre crítico, no es bueno ni es malo, sino todo lo contrario. En el fondo confirma mi intento por mostrar otras sensibilidades, autores y lecturas del presente de la imagen más allá de las establecidas. Así que en consecuencia, me termino de salir por la tangente y decido que lo mejor no es hablar de ninguna película en concreto, ya que probablemente lo hará mejor algún otro compañero o se haya escrito sobre ella con mayor profundidad en estas mismas páginas. Además, creo preferible dejarlas respirar para seguir volviendo a ellas con cierto pudor e inocencia. Toca hacerlo de algo que no haya escrito y me siga removiendo por dentro. Y si no se trata de una película, mejor que mejor.
Estas razones y no otras son lo que me motivan a juntar unas breves líneas sobre Horace and Pete, el OVNI de Louis C.K. que nos pillado desprevenidos y sin capacidad de reacción durante 2016. Que casi le llevara a la ruina así nos lo confirma. Horace and Pete no es una obra cinematográfica al uso, tampoco se trata de una serie convencional, ni siquiera se ha emitido en televisión, lo ha hecho por streaming en la propia web de su autor, y calificarla simplemente de teatro filmado sería subestimar todo lo que pone en juego. Entonces, ¿qué es Horace and Pete?Quizá sea la obra audiovisual a la que tengamos que volver en el futuro para apreciar todos los cambios que se avecinan en el consumo y la producción televisiva y cinematográfica, con el VOD cada vez más instalado en los hábitos y costumbres del espectador frente a las salas tradicionales y las televisiones privadas. Pero ante todo es el fruto de ver a un guionista trabajando con una libertad inusitada, la de un cómico que se adentra como nadie en las miserias del ser humano, que reflexiona sobre las miserias de la sociedad norteamericana retratando a una panda de borrachos, maleducados, misántropos y sociópatas con tanto dolor como ingenio. Pero ante todo, Louis C.K se ha desvelado como un cineasta que confía en la capacidad y las posibilidades del plano, que explota al máximo toda su dimensión espacial y temporal, dando como resultado una obra de arte que se antoja signo de nuestros tiempos y de nuestra atormentada alma.
Hell no
I can’t complain about my problems
I’m OK the way things are
I pull my stool up to the bar
At Horace And Pete’s
Sometimes I wonder
Why do we tear ourselves to pieces?
I just need some time to think
Or maybe I just need a drink
At Horace And Pete’s.