Introducción: Monográfico El doble en el cine
Todos esquizofrénicos Por Manu Argüelles
Cuando a principios de este año nos planteábamos el primer monográfico de la web, tuvimos claro desde el primer momento que éste debería versar sobre el mito de El doble en el cine, dada la condición bicéfala de nuestro proyecto, meridianamente ilustrada a través de nuestro logo. Para ello hemos decidido contar, aparte de los (excelentes) autores que habitualmente podéis leer en nuestro espacio, con amigos invitados a los que admiramos y consideramos firmas privilegiadas en este mundo tan heterogéneo y plural donde se escribe y se piensa sobre cine. Y es que como comenta Pablo S. Blasco en su artículo: “todos esquizofrénicos”. El cine, desde que aspiró al sueño de la narración, rápidamente absorbió las fuentes de inspiración ampliamente desarrolladas en la literatura romántica, donde el doble tuvo un desarrollo fulgurante, dominando, por ejemplo, la literatura alemana con los ejemplos de Jean-Paul o E.T.A Hoffman. Con la llegada del psicoanálisis, el sujeto ya no se percibe como una entidad unitaria sino que éste compone su identidad sujeta a múltiples movimientos y, por tanto, inestable. En cuanto se conceptualiza el ello, esa parte de nuestra vida psíquica que escapa a nuestro control, el cine explotará a fondo la retórica del desdoblamiento y se embargará en alegorías, metáforas y símbolos que manifiesten y expliciten nuestros temores más ancestrales. El ser se verá atenazado por múltiples amenazas, pero ya no son externas, surgen de sí mismo. Por ello es oportuno empezar con la Alemania de entreguerras, donde Lluís Rueda nos desgranará con su excelente afilado ojo analítico cómo el cine del expresionismo alemán y aledaños se hacía acopio de la figura del doble para manifestar “una clara metáfora de las secuelas de la Primera Guerra Mundial y del auge del nazismo”.
El gabinete del Doctor Caligari
Pero bien es cierto que el estudio del doble en el cine no se acaba con el fundacional doppelgänger alemán. De hecho, si algo posibilita un medio como internet es que el área nunca se agota y nunca se cierra. Queremos considerar en este sentido nuestro especial como un work in progress, al que en el futuro querremos seguir añadiéndoles nuevas perspectivas y nuevos enfoques que seguramente ahora echarán de menos. Porque la ramificación es inagotable.
Para su lanzamiento hemos querido estructurarlo desde diferentes prismas que ya supongan un aliciente y la lectura resulte rica y variada. Porque nuestro objeto de estudio no sólo lo podemos considerar como una área temática, sino que también funciona como parte troncal de las filmografías de ilustres realizadores. Hemos contado para ello con tres ejemplos cristalinos: Brian de Palma, bajo la pluma estimulante y adictiva de Óscar Brox; David Lynch, bajo la sagacidad y la mirada apasionada de Martín Cuesta; y Woody Allen bajo el estudio riguroso y certero pero no exento de cariño de Samuel Sebastian. Nuestro estimado colaborador ha decidido bifurcar su texto en tres direcciones. A Woody Allen le suma la indagación sobre los casos de suplantación de identidad reflejados en el cine para concluir con las realidades virtuales como el espacio idóneo donde “nuestra existencia duplicada alcanza la máxima expresión a través de la virtualización de nuestra identidad”.
Matrix
La realidad virtual nos lleva a la fantaciencia más actual donde el doble y su poder arquetípico se transmuta a través de la figura del clon. Una ultimísima serie, Orphan Black, se organiza en torno a ellos y Pablo S. Blasco desgrana con lucidez y con agudo bisturí todos los entresijos y consideraciones de la serie. Sí, lo extendemos a la televisión, pero también al cómic, fruto de nuestro interés de expandir nuestra página web a otras manifestaciones colindantes, inextricablemente ligadas. Para ello hemos contado con otro de nuestros amigos, Carlos Benítez, que repasará con jovialidad y jocosidad el frondoso y abultado universo del cómic de superhéroes donde nuestros protagonistas siempre se estructuran a partir de dobles identidades y dualidades.
Si antes hemos hablado de universos fílmicos de directores con una personalidad singular y arrolladora, hemos querido también detenernos en largometrajes únicos y excepcionales que por sí solos merecen un estudio pormenorizado. Sobran comentarios. Sus títulos no merecen más presentaciones: Ciudadano Kane de Orson Welles, donde Manuel Quaranta con una encomiable economía de gestos se aproxima al uso del espejo en el film; Persona de Ingmar Bergman, donde Aarón Rodríguez se quita de encima el manoseo que se ha efectuado al film y nos conduce brillantemente de forma hipnótica por “una topografía de la escisión del Yo precisamente allí donde ya no queda espacio para ningún Otro”; y El sirviente de Joseph Losey, donde Laura del Moral con su acostumbrado gesto aterciopelado y lleno de tremenda humanidad realiza un découpage de este laberinto de “servilismo y dominación hasta llegar a la completa inversión de sus papeles”. Tampoco podían faltar dos de nuestros films favoritos, aunados por la presencia de los gemelos, la declinación de El doble por la vía de la idéntica biología física. Dejamos en las buenísimas y eruditas manos de Montse Rovira a los gemelos de Inseparables de David Cronenberg y a los niños de El Otro de Robert Mulligan.
Inseparables
El doble puede adoptar muchas fisionomías y adaptarse con facilidad en muchas texturas y tonalidades. También funciona perfectamente cómo eje estructural en el reino del desconcierto y de los equívocos. Fernando Solla, con su persuasiva y entusiasta escritura se hace cargo de la comedia donde observa al doble desde dos vertientes y cuatro películas fundamentales. Juego de pares. La sátira política con El gran dictador de Charles Chaplin y Teléfono rojo ¿volamos hacia Moscú? de Stanley Kubrick. Y la confusión de géneros a través de Con faldas y a lo loco de Billy Wilder y ¿Víctor o Victoria? De Blake Edwards.
Finalizamos con el índice de los textos y agradeciendo infinitamente la participación en este especial a todos los valiosísimos integrantes. A Lluís Rueda, Óscar Brox, Martín Cuesta, Montse Rovira y Carlos Benítez por aceptar la invitación de forma tan generosa. Y por supuesto, no nos cansaremos de dar las gracias tanto a los que no están aquí como a los que sí: Pablo S. Blasco, Manuel Quaranta, Aarón Rodríguez, Laura del Moral, Fernando Solla y Samuel Sebastian, porque todos ellos hacen que Cine Divergente sea lo que es. Disfruten la lectura tanto como nosotros lo hemos hecho: