It’s not The Time of My Life

Vida en vano Por Manu Argüelles

Don't want to be free of hope
And I'm at the end of my rope
It's so tough just to be alive
When I feel like the living dead
I'm giving it up so plain
I'm living my life in vain
And where am I going to?
I got to really try
Try so hard to get by
And where am I going to?
I don't know where is up or down
And there ain't any love left aroundDaniel Johnston - Life in Vain

I

Una de las películas más interesantes del 2016 no salía del hogar familiar. Después de nosotros (L’économie de couple, Joachim Laffose, 2016) establecía en un espacio físico muy acotado una precisa geometría del (des)amor. Laffose enclavaba mejor que nadie los estragos de la crisis económica en el ámbito doméstico. Cuando la pobreza entra por la puerta, el amor salta por la ventana, así titulaban El último de la fila uno de sus antiguos discos. En el film de Laffose el amor todavía no había saltado por la ventana, aunque pareciese todo lo contrario. La pregunta sobre la que giraba todo el largometraje no podía ser más pertinente. ¿Qué queda de nosotros cuándo todo se ha acabado? ¿Cómo reparamos aquello que nos parece insalvable? ¿Podemos hacerlo? Después de nosotros hablaba del último impulso, aquel necesario para recuperar ese tiempo que parecía definitivamente perdido. 1

Parece muy fácil sentirnos propietarios de nuestra existencia…pero no. It’s not the time of my life se acoplará perfectamente a la película de Laffose, como si fuese el capítulo anterior a ese momento en el que gobierna la pérdida material y sentimental del matrimonio de la película belga. Szabolcs Hajdu también los encierra en un domicilio y aquí hace convivir a dos parejas unidas por el lazo sanguíneo de las dos mujeres, ambas son hermanas. Una vuelve con su marido e hija inesperadamente de Escocia, un poco (mucho) con el rabo entre las piernas. El proyecto de construirse una vida mejor fuera del país natal, Hungría, ha sido un estrepitoso fracaso que difícilmente puede maquillarse. Solo les queda mantener, a pesar de todo, la dignidad. La otra mantiene un piso, bien acomodada, en el centro de la ciudad, del que los personajes entrarán y saldrán, pero no así nosotros. Para los propietarios de la vivienda, la vida matrimonial está lejos de encontrarse en un punto apacible. La llegada del hijo ha agrietado los vínculos matrimoniales y están más cerca del desencuentro y de la falta de entendimiento entre la pareja que de lo opuesto. Como muy claramente define su título internacional y así se refuerza con la canción final de Daniel Johnston, Life in Vain, este no es el tiempo de sus vidas. Toda la película parece establecer un discurso amargo que contradice claramente aquel principio sartreano de la trayectoria vital entendida como un proyecto. La película bascula en un oceáno lleno de tiranteces, sinsabores, insatisfacciones, complejos de inferioridad y, sobre todo, frustraciones. El existencialismo posibilista tirado por tierra. Ese momento justo en el que somos conscientes que todos nuestros objetivos e ideales de felicidad se han ido al garete, ese momento convulso y de desazón, en el que como si fuésemos animales acorralados lo expulsamos hacia los demás, atacando y culpabilizando al que tenemos más cerca. La cobardía de no querer asumir nuestro propio fracaso personal, porque hemos edificado espurias ilusiones en torno a algo que es ajeno a nosotros (nuevas oportunidades en otro lugar, la llegada de un hijo para formar una familia). Cuando nos damos cuenta (It’s not the time of my life), quizás sea demasiado tarde (Después de nosotros).

 It's not the time of my life

 II

La estructura circular del film – empieza con los últimos momentos de una cena con amigos para finalizar con la preparación de otra-, junto con la oclusión a partir del principio teatral de un único espacio físico, contrasta con las vacilaciones que se dan entre los personajes, ya que todos ellos se encuentran en un punto sin rumbo. La exuberancia de contar con nada menos que con trece directores de fotografía impone así una puesta en escena que no se rige bajo un mismo principio visual sino que alterna miradas subjetivas con visibilidades borrosas y distorsionadas, cámaras que se apegan a los rostros para después mantenerse en una distancia que los enfatiza en el espacio que ocupan. Es un recorrido serpenteante y que aunque parece caprichoso, en su diversidad de los puntos de vista que maneja, nos devuelve siempre una imagen sobredeterminada, flotante y en continua turbación, afiliándose así a ese espectro anímico que está expresado físicamente por los actores en un tono nada histriónico. De esta manera, en su continuo baile dialéctico desde las diferentes interacciones que se dan entre los personajes, It’s not the time of my life desmadeja aquella naturaleza teatral que hemos comentado, poniendo énfasis en la diversidad polifónica de articular lo visual, como una manera así de definir el estatuto cinematográfico a partir del manierismo fotográfico. En ningún momento se llega a lo ininteligible, porque no es ese el propósito, sino que se trata de transmitir cierta atmósfera inestable y avasalladora, tal como se sienten los personajes. Cuando se rompe con violencia un único sistema compositivo que construya las imágenes se conduce a un tiempo que se voltea, que se pone patas arriba, un tiempo alucinado que se hace extraño, que les perturba y los mantiene alejados de sí mismos. Porque aquello que está a punto de romperse está determinando una nueva posición, aquella que buscaban afanosamente en Después de nosotros.

Es como si la imagen necesitase siempre de un movimiento para definirse y cuando nunca llega a encontrar una única solución visual para caracterizarse, se sirve como símbolo de una transfiguración psicológica que desnuda a los personajes y nos los devuelve tal como son, hundidos, derrotados y agotados, desprotegidos de sus máscaras que ellos mismos utilizan frente al otro. Es el fin de las certezas, el principio del fin.

It's not the time of my life 2016

  1. Recomiendo leer la crítica de Diego Salgado en Cine para leer de la película de Laffose: Agudo retrato de las miserias económicas de las relaciones de pareja.
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