Joseph Cornell – Objetos y apariciones
Ensoñación primaria Por Damián Bender
No es ninguna casualidad que el (S8) la Mostra de cine periférico enfoque una retrospectiva sobre los trabajos de Joseph Cornell. En primer lugar, estamos hablando del primer artista en crear material cinematográfico a partir de metraje encontrado. En segundo lugar, el cine de Cornell contiene los elementos esenciales que mueven a esta octava edición del festival y a los artistas que trabajan con materiales producidos por otros.
La esencia del trabajo de Cornell reside en la observación, en detectar un elemento particular, una potencialidad que no fue pensada originalmente pero que reside en el material y es encontrada. Ese potencial transforma y moldea el celuloide, lo hace contenedor de nuevos mensajes y significados. Finalmente, a través de la manipulación esos significados encuentran una manera de reflejar ese nuevo sentido en las retinas de los demás.
Rose Hobart (1936) by Joseph Cornell
Cuando Cornell miraba East of Borneo (George Melford, 1931), sus ojos se centraban en la actriz Rose Hobart, en sus transformaciones estéticas, sus gestos, sus reacciones en ese mundo ficcional. La imaginaba sumergida en una ensoñación profunda, un sueño en el cual ella era el centro de un mundo de fantasía. Esa reinterpretación –primero mental, luego aplicada- es lo que se puede apreciar en Rose Hobart, su primer cortometraje realizado en 1936 y que como su nombre indica, tiene su epicentro en la actriz. A través de 17 minutos, atravesamos una ensoñación de tonalidades azules que transgrede la naturaleza narrativa del material original y cambia su mensaje, siendo el montaje el medio por el cual se genera esta nueva significación. A pesar de que estamos hablando de una técnica de montaje un poco rudimentaria, Cornell logra sumergirnos en un universo nuevo y desconcertante donde la figura de Hobart es el epicentro, la esencia del material.
El seguimiento obsesivo sobre la actriz y el exótico tratamiento musical a base de zamba y bossa nova obligan al espectador a dejar de lado las convenciones tradicionales para comprender el cine y centrarse en la percepción, en lo que nos genera inconscientemente el material. El cine se despoja de lo literario para abrazar las sensaciones, y se asimila de un modo visceral.
Ese enfoque sensorial permanece a lo largo del resto de las obras proyectadas, pero con mucha más seguridad. Con el paso del tiempo, Cornell no solamente mejoró su técnica de montaje, sino que adquirió una nueva seguridad a la hora de reinterpretar metraje encontrado, su pulso se hizo más firme y las obras ya no desconciertan, sino que se percibe una unidad y un objetivo más claro. The Children’s Trilogy (compuesta por Cotillion, The Midnight Party y The Children’s Party) es un ejemplo de esto: en tres cortometrajes breves el artista crea un universo lúdico y fantástico que tiene a los niños como protagonistas, a la vez que inconscientemente es un reflejo de sí mismo. La niña montada en un caballo blanco que aparece en los tres cortos de la trilogía proyecta el perfil del artista en imágenes, un perfil imaginativo y repleto de posibilidades que apela a la fantasía, a jugar con el montaje para crear nuevos mundos, para evadir la realidad. En esta trilogía, la representación de la niñez evoca recuerdos personales, las sensaciones que han perdurado de nuestra infancia. La nostalgia melancólica se vuelve imagen y nos transporta hacia el pasado con la inocencia de un niño.
The Children’s Trilogy
La lógica que rige su trabajo se aplica tanto a sus obras plásticas como a las cinematográficas, sin embargo, lo referente a las ensoñaciones y lo surrealista solamente se encuentra en el celuloide. Las características del medio le permitieron ir más allá de lo consciente y le abrieron las puertas al mundo de los sueños, más intuitivo y sensible. El cine se convirtió en una válvula de escape para un hombre excesivamente tímido y reservado, abocado casi exclusivamente a cuidar de su madre y su hermano menor con parálisis cerebral. Solo basta con comparar sus series de boxes, donde utiliza su capacidad de observación para unir objetos disímiles con un resultado ordenado y estético, con el torbellino de imágenes de diferentes orígenes que se unen a través de cortes para generar un encadenamiento desenfrenado de sensaciones. En los dos casos hablamos de un tratamiento lúdico del material encontrado, pero los objetivos son a priori diferentes.
Probablemente Jack’s Dream sea la obra más lograda de las proyectadas, ya que contiene todos los elementos claves mencionados anteriormente, pero con un nivel de enfoque mayor. Los elementos de found footage son mínimos, pero la combinación de estos con unas marionetas animadas lleva al audiovisual hacia el mundo de los sueños. La gentil música de Debussy le otorga un aire nostálgico al relato y su sensibilidad permite que se disipe el aire pesadillesco de las acciones. Las notas sostenidas del piano sumergen al espectador en la ensoñación, a la vez que lo mantienen seguro en su posición de testigo. Contemplamos el sueño y no somos parte de él, lo experimentamos sensorialmente siendo conscientes de lo que es. El título mismo proporciona una información que nos permite contemplar la obra desde un punto de vista más alejado, como si observáramos un recuerdo en tiempo real. Es la nostalgia teñida de un fantasmagórico azul, las memorias ajenas a través del proyector.
Por un lado, la muestra de las obras de Cornell nos proporciona un conocimiento histórico, estamos hablando de un pionero del cine experimental y surrealista, uno de los primeros artistas en pensar lo cinematográfico por fuera del espectro narrativo, siendo capaz de llevar esas concepciones a la práctica. Por el otro, su cine contiene la esencia de esta edición del (S8): un cine que se origina a partir de la observación y la potencialidad de los materiales, por la capacidad de ver nuevos significados en el celuloide y que no tiene miedo de experimentar, de jugar con el metraje encontrado para generar un resultado que siempre resulta más sencillo de sentir que de analizar. Por esas razones y el valor estético propio que tienen sus cintas es por ello que la retrospectiva de Joseph Cornell resulta valiosa, incluso en estos tiempos donde ya no cortamos cinta con la tijera.
Jack’s Dream