La cabaña en el bosque
Por Manuel Quaranta
Todo tiene un final, todo termina.
Soy el primer sorprendido de estar escribiendo una reseña sobre una película de terror. No me interesan. Sólo apelo a ellas cuando no estoy de ánimo. Cuando cansado de un día de trabajo, fastidioso porque no me salen las cosas, me dispongo casi como un castigo a perder dos horas de vida que nadie me devolverá: elijo sentarme frente a la pantalla y pasar una y otra vez por los lugares más comunes que el cine contemporáneo nos puede dar.
Pero, entonces, ¿por qué motivo gasto energías en La cabaña en el bosque? Una sola respuesta cierta se presenta: porque es la última película de terror posible.
¿Qué significa la última película de terror posible?
La cabaña en el bosque constituye el final de un ciclo. La condena mortal. La firma del deceso. Lo que no implica que algunos lázaros no quieran reivindicar, trasnochados, su derecho a resucitar. No. Los habrá. Pero ya nada será igual para este género. Parafraseando a Nietzsche: el terror ha muerto. Y nosotros lo hemos asesinado. O mejor dicho este film dirigido por Drew Goddard que desarma uno a uno todos los lugares comunes de los que no puede prescindir una película de terror que se precie de tal. No es necesario aquí enumerar lo que otros en sus críticas han marcado muy bien. Sólo a modo de comentario dejar constancia de las innumerables referencias a otros films que comparten el género; prueba irrefutable de ello es que yo, sin ser un asiduo seguidor, he advertido no menos de cinco muy evidentes: Scream. Vigila quién llama (Scream, Wes Craven, 1996), Sé lo que hicisteis el último verano (I Know What You Did Last Summer, Jim Gillespie, 1997), Leyenda urbana (Urban Legends, 1998), Posesión infernal (The Evil Dead, Sam Raimi, 1981) (que no vi).
La cabaña en el bosque propone una puesta en evidencia del artificio cinematográfico que caracteriza a este género y que extingue sus posibilidades. Para tal fin se vale de una historia paralela (¿cuál es la principal?) en la que dos hombres dirigen en lo que parece ser un estudio de televisión las acciones que se desarrollan en la terrorífica cabaña del bosque: provocan diferentes sensaciones en los personajes, los asustan, les hacen tomar decisiones equivocadas, de esas que uno siempre define como estúpidas. Todo esto en un ambiente de absoluto desconocimiento ya que ignoramos hasta bien entrado el film por qué razón los hombres ejecutan tales maniobras. Es así que con el correr del film algunas cuestiones se van aclarando pero en realidad no es que haya una historia que develar sino que todo constituye una excusa, a mi modo de ver, para llegar a un final anunciado.
¿Qué anuncia el final?
Los personajes sobrevivientes han hecho enojar a los dioses que reclamaban un sacrificio. Toda la parafernalia erigida por la estructura “desconocida” tenía por misión realizar los rituales correspondientes para que las divinidades permitieran la continuidad del mundo. Sin embargo algo sale mal y los jóvenes que debían morir logran evitar ese destino, provocando la ira de los dioses: el mundo se viene abajo. Comienza a derrumbarse el decorado. Los escombros llenan la pantalla: la destrucción es total y definitiva. No queda nadie. No hay mundo posible. Los dioses lo han aniquilado: metáfora, sin duda, de la disolución de un género que estaba sentenciado. Un género resquebrajado y condenado. La cabaña en el bosque no hace otra cosa que dar el tiro de gracia. Ejecución que implica una consecuencia necesaria, este escrito será la única oportunidad que tengan de leerme –y yo de escribir– acerca de un género con el que jamás me llevé bien.
No deberías poner en el mismo saco a Evil Dead con el resto de slasher-movies, como mucho Nightmare at St. Elm o Friday the 13th, no tiene nada que ver una con el resto.
Además, el género de terror, al igual que la comedia, son propensas a reinventarse ó a secuenciarse, así que lo mejor es hacer una película de miedo de algo que nunca se haya visto. STOP REMAKES!!