La maleta mexicana
Fotografías para la historia Por Luis A. Dobarro
“Si tus fotos no son lo suficientemente buenas es porque no te has acercado lo suficiente”
La Sala Goya del Círculo de Bellas Artes de Madrid recibe hasta el 30 de septiembre “La maleta mexicana”. Una muestra que se ha hecho realidad gracias al descubrimiento del material encontrado dentro de una maleta en México que contenía mas de 4.500 negativos de fotografías de la Guerra Civil Española, tomadas por los geniales fotógrafos Robert Capa, Gerda Taro y David Seymour «Chim».
En la muestra pueden verse más de 200 documentos, entre hojas de contacto, fotografías, objetos y periódicos, además de dos extractos audiovisuales. Entre todo este material, que nos proporciona una idea sobre la gran importancia de este descubrimiento, cabe destacar naturalmente el material fotográfico, aunque tanto los audiovisuales como el resto de elementos que se nos presentan nos ayudan a contextualizar mejor éstas.
Las fotografías, de un gran valor tanto como testimonio de una época como por el propio valor artístico de las mismas, demuestran que pese a las condiciones de extrema dureza en las que se tomaron, los fotógrafos fueron capaces de captar retazos de la psique de los protagonistas, logrando, a su vez, una fuerte empatía con ellos.
Este hallazgo tuvo en su momento tal relevancia que sirvió de inspiración para la realización de una película documental llamada La maleta Mexicana (Trisha Ziff, 2011).
Esta película documental rompe con la tendencia actual de los documentales de ficcionar en exceso la trama del film, presentándose con unas formas muy clásicas (bustos parlantes, voces en off, etc.).
Aunque para algunas personas esto pueda representar un hándicap (este manera narrativa lo acerca de sobremanera a unas hechuras televisivas), el material requería este tratamiento, ya que se consigue transmitir con mayor eficacia todo el dolor y la emotividad de los testimonios.
Otro punto a favor del film es que la directora presenta una mirada del conflicto desde una perspectiva más neutra, una mirada “diferente” del conflicto. Ésta está, entonces, más limpia de condicionamientos ideológicos por haber vivido muchos años fuera de nuestro país (aunque la directora nació en España, ha residido casi todo su vida en México), lo que nos da una visión distinta de la que estamos acostumbrados de la Guerra Civil Española.
Muy interesante es reflexionar sobre que esta visión distanciada (puesta en escena a través de testimonios de expertos y estudiosos foráneos) hace que se nos evidencie uno de los mayores absurdos propugnados por nuestros políticos: esa obsesión por pasar página, por echar tierra sobre un enfrentamiento cuyas heridas, a poco que se profundice, es obvio que siguen abiertas. Muchos de los entrevistados muestran su sorpresa porque en nuestra sociedad se realicen tantos esfuerzos por olvidar el conflicto. Ellos que sufrieron la contienda no lo acaban de entender, no ven lógico ese “ocultamiento” de los hechos. Desde otros países que han sufrido en sus carnes conflictos (por ejemplo, Alemania y la II Guerra Mundial) se han afrontado estos temas pasados vistos desde otro tamiz, no buscando tanto el olvido sino buscando recordar a la gente de los errores pasados. Sin embargo en un conflicto civil dentro de un mismo país, esto es mucho más difícil porque aún a día de hoy para mucha gente le resulta muy difícil definir cuales son los errores cometidos y quienes los culpables de ellos.
Pero, más allá de todo esto, La maleta mexicana es también una reivindicación, sobre todo gracias a la aparición del espléndido trabajo de fotógrafos de guerra, del valor documental, de la fuerza expresiva que tiene la imagen, y de su capacidad para transmitir el aroma, la realidad de una época, a veces incluso sin pretenderlo. Y ahora tenemos la oportunidad de poder ver esas fotos que nos trasladan a la realidad de una época, a veces incluso sin pretenderlo.
En una primera instancia nos maravillara el atrevimiento que tuvieron los fotógrafos para acercarse al campo de batalla, la capacidad que mostraron para adentrarse en la zona más peligrosa donde se desarrollaba el conflicto. Pero una segunda mirada indagando en los resquicios naturalistas que se cuelan en sus imágenes, lo que más me llama la atención es como se refleja la realidad de la época reflejada en el rostro de los combatientes, en su ropa o incluso en los entornos en los que se mueven.
Lo único que me queda decir es que si estáis en Madrid no dudéis en pasaros por el Círculo de Bellas Artes para ver esta exposición. También os recomiendo encarecidamente ver la película, la tenéis disponible en DVD y también en VOD en la página de Filmin.