La mujer y el monstruo
El origen de la criatura: de la leyenda al monstruo cinematográfico Por Eduard Grañana
Una expedición científica viaja al Río Amazonas para investigar los restos fósiles de un desconocido animal de la era Devónica. Una vez allí, descubrirán algo estremecedor, la presencia de una criatura, mitad pez mitad humano, que amenazará sus vidas. Así comienza la historia de La mujer y el monstruo de 1954 dirigida por Jack Arnold, y así se dará a conocer uno de los personajes fantásticos más célebres en la década de los cincuenta, el popularmente conocido como Gill-Man. Figura terrorífica que coprotagonizó dos films más en la misma década, y que se unió posteriormente al elenco de monstruos que ha alimentado nuestra cultura popular, el Gill-Man no es hoy en día, un personaje hiperconocido del mundo del terror, como aquellos que la literatura romántica decimonónica prestó al cine. Sin embargo, este monstruo amazónico, ha sido utilizado desde su aparición en la gran pantalla, multitud de veces, ya sea como secundario en otras películas, invitado estrella en series televisivas e incluso, prestando su imagen para representar al antagonista en un videojuego. Y aunque pocos conocen sus orígenes, son muchos los que relacionan esta criatura como una de las figuras que formaron parte del amplio abanico monstruoso de la Universal en aquella década dorada del cine de terror y ciencia ficción. Esta es la historia del origen de aquella criatura, una historia que comienza muchos años antes de aquel cinco de mayo de 1954, cuando aquel monstruo de las profundidades del Río Amazonas, apareció por primera vez en una pantalla de cine.
Méjico. Brasil. Innsmouth.
Muchos seguidores del monstruo de la Laguna Negra, han visto el origen de esta criatura, en una posible inspiración del productor del film William Alland, a partir de los relatos del novelista norteamericano H.P.Lovecraft. Engendrador de historias macabras, místicas e incluso oníricas, este escritor de comienzos del siglo pasado, fue creador de una serie de seres extraordinarios entre los que no faltaron las criaturas marinas. Es por este motivo, que han sido muchos los que han defendido la hipótesis de la inspiración del Gill-Man en la criatura lovecraftiana de Profundo, aparecida por primera vez en el relato de 1931 La sombra sobre Innsmouth. No sobran motivos para ver cierto paralelismo entre este ser, que Lovecraft describió como una caricatura grotesca de ser humano en forma de rana que nadaba con movimientos exagerados, idéntico a los batracios, y el Gill-Man de La mujer y el monstruo, al cual los científicos del film verán como una especie de eslabón perdido entre los animales marinos y los seres terrestres.
Pero más allá de los seguidores de la hipótesis lovecraftiana, existe una «versión oficial» del origen de esta criatura. El productor del film, reconoció en una entrevista realizada por el escritor y especialista en cine de terror Tom Weaber, publicada en su libro Monsters, Mutants and Heavenly Creature de 1996, que la idea de realizar una película con la presencia de una criatura mitad hombre mitad pez, se originó a comienzos de los cuarenta. Concretamente hay que remontarse durante los días de grabación de la obra cinematográfica de Orson Welles Ciudadano Kane (Citizen Kane, 1941), cuando, durante una cena en casa de Welles, en la que estaban presentes junto al director y William Alland, la actriz de origen mejicano Dolores del Río y la pareja de ésta, el director de fotografía Gabriel Figueroa, este último contó una leyenda popular mejicana que trataba de una criatura que vivía en el fondo del río Amazonas y que una vez al año, aparecía para secuestrar una doncella de una población cercana. Los aldeanos, aceptaban esta intrusión a cambio de la ausencia de la criatura durante el resto del año. Figueroa añadió un elemento al relato que lo hizo más inquietante. Según el director de fotografía, la criatura no solo era real, sino que él mismo podía aportar fotografías que demostraran su presencia.
El alistamiento en el ejército norteamericano durante la Segunda Guerra Mundial, y su reingreso en el mundo de la radio posteriormente, provocaron que aquella leyenda de Figueroa quedara aparcada en la mente de Alland más de diez años. Pero su incorporación en la productora Universal en 1952, le abrió el camino para dar vida en la gran pantalla a muchas criaturas extraordinarias, entre ellas, el Gill-Man.
Génesis de un monstruo
El primer paso para dar vida a esta criatura, fue la creación del guión novelado del que sería la primera película de la saga. Este trabajo recayó en manos de Maurice Zimring, más conocido por su seudónimo Maurice Zimm, el cual, realizó una historia inicial de 59 páginas. El guión fue desarrollado posteriormente por Arthur Ross, que incluiría algunos cambios importantes, no solo en la propia historia sino en la criatura. Ross le otorgó al monstruo una apariencia más humana y lo alejó de los estereotipos propios de las criaturas terroríficas creadas por la industria cinematográfica hollywoodiense veinticinco años atrás. Además, introduciría un personaje clave en el film, Mark Williams, un mad doctor obsesionado con su fama, un papel que representaría Richard Denning. A pesar del intento de escapar de estereotipos pasados, la figura del Gill-Man asume cierto paralelismo con el gorila del film King Kong (Merian C. Cooper, Ernest B. Schoedsack, 1933) al establecerse un lazo amoroso entre el personaje femenino Kay Lawrence y la criatura submarina, parecido al del personaje Ann Darrow y King Kong. Pero el mito amoroso entre un ser bello y la bestia no nace en el film de 1933 sino que encuentra su origen en los albores de la historia humana. Por este motivo en La mujer y el monstruo reemprende un mito antiguo que también se encuentra en King Kong, pero que ya formaba parte de la historia popular mucho antes de la invención del cine. De todas formas, Arthur Ross no apoyó la idea impuesta por el director de que una de las razones por las que el monstruo ataca a los científicos sea su atracción por la chica. Esto provocó la dimisión de Ross en el film. No obstante, reaparecería como guionista en la tercera parte de la saga, The creature walks among us (John Sherwood, 1956), produciendo en aquella ocasión un guión más acorde con sus ideas.
Harry Essex sería el sustituto de Ross para finalizar el guión de la obra cinematográfica. A pesar de las divergencias entre Zimm, Ross y Essex, se consiguió la creación de una historia, aunque sencilla, repleta de elementos atractivos, como el primer encuentro entre Gill-Man y la protagonista femenina bajo el agua, el trasfondo medioambientalista que defienden los héroes del film o el hecho de escapar del estereotípico final propio de películas de terror de la época, a saber, la búsqueda de la muerte por parte de los héroes, como único medio para conseguir su fin, que no es otro que la eliminación del antagonista.
La producción de la criatura, fue también un trabajo arduo. Detrás el diseño y desarrollo del traje del Gill-Man, se esconden muchos hombres y mujeres anónimos que quedaron eclipsados por la única persona que, según dictan los títulos de crédito del inicio del film, fue el responsable de esta creación, el jefe de maquillaje Bud Westmore. Por suerte hizo justicia la historia y hablar hoy del diseño del Gill-Man es hablar en gran medida de la actriz y artista Millicent Patrick. Su trabajo en este tipo de tareas ya la había unido un año antes con Jack Arnold, William Alland y al guionista Hanry Essex en el film Vinieron del Espacio (Llegó del más allá) (It Came from Outer Space, Jack Arnold, Jack Arnold, 1953), aquella vez para crear una grotesca criatura extraterrestre. En esta ocasión, Patrick se basó en criaturas prehistóricas para la creación del Gill-Man, elemento nada anecdótico si tenemos en cuenta que para los científicos atrapados en el Amazonas la criatura marina es el eslabón perdido que une los seres marinos prehistóricos y los bípedos de nuestra era.
La tarea de Patrick no fue nada fácil. Realizó hasta setenta y cinco proyectos, y fueron rechazados dos diseños previos por Westmore antes de que el diseño final viera la luz. El traje final, el que el espectador ve en el film, estaba realizado por caucho y formado por un complicado sistema articulado, muchas de las partes creadas en talleres de París. Un complejo traje que requería una media de tres horas para ser colocado por el actor que interpretaba el personaje y tres horas más, para poder sacárselo. Este hecho provocaba que el intérprete lo llevara puesto durante toda la jornada de rodaje, incluso en los descansos, donde el actor tenía que permanecer de pie. Un diseño, mítico hoy en la historia del cine, en el que se tardó hasta ocho meses de diseñar y costó dieciocho mil dólares de la época. Junto a Patrick, cabe destacar también el trabajo de Chris Mueller, encargada de esculpir la criatura, utilizando, curiosamente, un torso base de la actriz Ann Sheridan.
Bailarines, nadadores y acróbatas: el interior de la criatura.
Pero no solo se obvió el nombre de Patrick y todos sus ayudantes en los títulos de crédito, también se ignoraron los de los actores que interpretaron a la criatura en el film. Alland alegó que relacionar los actores con aquel monstruo en los títulos de crédito eliminaría credibilidad a la criatura marina. De todas formas, fueron tres los actores que interpretaron a la criatura en este primer film de la saga.
El que tenía que ser el actor principal, Ben Chapman, apenas poseía experiencia en el mundo cinematográfica. Pequeños papeles secundarios y bailarín en clubes nocturnos conformaban su reducido currículo artístico. Tras la interpretación del Gill-Man, su suerte en el cine no mejoró, ni siquiera interpretó el monstruo en las futuras sagas, cuya interpretación recayó en Tom Hennesy y Don Megowan, respectivamente. Pero a pesar de todo esto su nombre quedó asociado durante toda su vida a la figura de Gill-Man. Incluso tuvo la oportunidad de representar al monstruo en un espectáculo en Barcelona poco después del estreno del film, aunque finalmente el contrato no se llevó a cabo. La carrera cinematográfica de Chapman antes de La mujer y el monstruo queda reducida a unos pocos títulos, entre ellos, un pequeño papel en el film musical de Pagan love song (1950) dirigido por Robert Alton. La Guerra de Corea fue también un elemento que lo separó del mundo del cine y casi de forma definitiva debido a las heridas recibidas que casi provocan las amputaciones de sus piernas. La negativa de Chapman para que este proceso de amputación se llevara a cabo, provocó una cojera crónica en el actor, pero que supo utilizar para otorgar una particular forma de andar a la criatura del film. A la vuelta del conflicto firmó un contrato con la Universal y fue allí donde el director de casting Jonny Renning quedó sorprendido por el metro noventa y seis del actor, motivo importante para su posterior contratación para el papel de Gill-Man. Pero Chapman no era un gran nadador y las dificultades del traje para actuar en el medio marino era todo un handicap para el actor. Además, el ceñido traje del Gill-Man impedía que se acoplara una escafandra autónoma para así poder aguantar más tiempo bajo el agua a través de bombonas de oxígeno. Eso requirió la contratación de un segundo actor, Ricou Browning, el cual, no era tan solo un excelente nadador, sino que podía aguantar sumergido hasta cinco minutos en el agua. A diferencia de Chapman, la carrera del Browning en el mundo del cine no finalizó con esta película, sino muy al contrario. El film se convertiría en el punto de partida de una carrera cinematográfica, dominada por las actuaciones submarinas o acuáticas. Incluso dirigió la popularmente conocida serie de los sesenta Flipper (Jack Cowden, Ricou Browning, 1964-1967). También a diferencia de Chapman, Browning representó el papel del Gill-Man en las dos siguientes secuelas, convirtiéndose en el actor que más veces representó el monstruo en esta trilogía. Se requirió la presencia de un tercer actor para representar la criatura en esta primera entrega, Tom Hennessy. En esta ocasión, Hennesy participaría en las escenas de riesgo, concretamente, en la escena en que Gill-Man se encuentra envuelto en llamas. Este especialista de cine, que también se puso el traje del monstruo de nuevo en la segunda entrega de saga, El regreso del monstruo (Revenge of the Creature, Jack Arnold, 1955), también trabajó para importantes personajes del mundo cinematográfico hollywoodiense como John Ford o John Wayne en escenas donde se requería la presencia de acróbatas o haciendo de doble para actores como Rock Hudson o Randolph Scott.
La presencia de dos actores para interpretar la mayor parte del film requirió la producción de dos trajes diferentes, uno para las escenas marinas interpretadas por Browning y otro paras las escenas terrestres que realizaría Chapman. No solo por motivos de tamaño, ya que Browning era de menor estatura, sino por cuestiones de iluminación. De esta forma, el traje diseñado para las escenas submarinas, no solo era de menor tamaño, sino que sus tonalidades eran más claras que el traje de Chapman. El espectador incluso puede apreciar estas diferencias, sobre todo la del tamaño del monstruo, que es mucho más alto y de tonalidades más oscuras cuando se encuentra en la superficie.
Y por fin, un cinco de mayo de 1954, en las pantallas de Estados Unidos (y un 15 de Noviembre del mismo año, en las pantallas de Barcelona), un número de espectadores vieron por primera vez aquella criatura, que más de diez años atrás, el director de fotografía, Gabriel Figueroa, aseguraba de su existencia en algún lugar del Río Amazonas. Pero no fue aquí donde terminó la historia de Gill-Man, fue aquí, precisamente, donde empezó.