La pasión de Juana de Arco

I Will Survive Por Manu Argüelles

Oh no, not I, I will survive
Oh, as long as I know how to love, I know I'll stay alive
I've got all my life to live
And I've got all my love to give and I'll survive
I will survive, hey, heyI Will Survive, Gloria Gaynor, 1978

I

En 1994 Hermes House Band publicaba un cover de uno de los grandes himnos de la música pop: I Will Survive (La La La), lo nombraron, al que le añadían el paréntesis a la canción original, toda una declaración de intenciones del carácter de dicha versión en relación con la canción inmortal de Gloria Gaynor, publicada en 1978. Es un buen momento para recordar que la canción de empoderamiento femenino y de mantenerse erguida y liberada frente a todas las desavenencias, en la voz de la gran diva disco de los gloriosos años 70 (con permiso de Donna Summer), acabó convirtiéndose en un emblema para el colectivo gay. También sabemos que los australianos y la película de Priscilla, reina del desierto (The Adventures of Priscilla, Queen of the Desert, Stephan Elliott, 1994) como gran caja de resonancia tuvieron mucha influencia para que alcanzase tal estatus en nuestra contemporaneidad, si bien ya fue un clásico desde su lanzamiento. Hoy en día, si la bandera al estilo del arco iris recuerda los levantamientos de Stonewall del 28 de junio de 1969, nadie podrá poner en duda que Gloria Gaynor, por antonomasia, es quién da la canción al Orgullo como así sucede en España con A quién le importa (1986) de Alaska y Dinarama, otra melodía con un corte muy similar. 1.

Así, nos encontramos que el movimiento queer se apropia de una canción de emancipación y de reafirmación feminista mientras, paralelamente, algo tan lejano a la marcha post-Stonewall también se la hace suya, convirtiéndola en una pieza puramente tabernaria en manos de Hermes House Band, para deleite del gruñido y de los efluvios etílicos del hetero más cromañón. O lo que es lo mismo, es como si uno de los hits del movimiento de los años 70, madre nodriza de la población afroamericana y gay, acabase fagocitado por la reacción homofóbica que surgió como respuesta a la música disco, la del Disco Sucks! 2. En los 90, podría decirse, que lo volvieron a intentar por la vía del robo y de la distorsión, pero no pudieron. Porque no hace falta decirlo, nos seguimos quedando con Gloria Gaynor.

II

Es muy probable que se pregunten qué tendrá esto que ver con Juana de Arco y con la película de Dreyer. Pues verán, creo que es pertinente traerlo a colación para evidenciar las derivas y perniciosas declinaciones que pueden adoptar los símbolos en nuestra contemporaneidad y cabe cuestionarse si esto es fruto o síntoma de los continuos brotes retrógrados que siempre nos están acechando a la vuelta de la esquina. Perdido el ámbito de influencia de la izquierda, el mismo que llevó al levantamiento de Mayo del 68 y que fue rápidamente sofocado, la tendencia ideológica progresista, la que alió a estudiantes y obreros, hoy pervive enmarañada en una crisis de identidad de la que parece que le cuesta levantarse, señal de que los tiempos corren hacia el conservadurismo y la intolerancia. Algo que es palmario, cierto, pero conviene pensar si esta es la herencia de Mayo del 68. Si estos son los lodos que hemos recogido de la utopía fracasada. El escepticismo nos puede llevar a considerar que se produce una conquista del terreno huérfano, como si estuviésemos en pleno S. XV, cuando Juana de Arco encabezaba el ejército para tratar de frenar la invasión británica en territorio francés. Es posible que consideren estos gestos como algo banal e inocuo -hablamos de una canción pop-, pero para mí es algo muy serio y preocupante, exactamente en los mismos términos que nos puede resultar espeluznante comprobar que la figura de Juana de Arco sea la gran personalidad histórica a la que se aferra el Frente Nacional de Marine Le Pen. 3. Para seguir con las conexiones, también se comenta que la penúltima traslación significativa de la vida de Juana de Arco, la que llevó a cabo Luc Besson, Juana de Arco (Jeanne d’Arc, 1999), a partir de su éxito en Francia, fue la que dio pie a que el sector de la extrema derecha fijase su atención en dicha personalidad histórica. Como Priscilla, reina del desierto e I Will Survive pero a la inversa. Un hecho dual, en todo caso, que demuestra que el cine, al menos en los 90, todavía conservaba su ascendiente en el panorama sociocultural.

A poco que revisen y comprueben la película de Dreyer -la cual evidencia sin pudor su carácter de autoafirmación en los mismos términos que I Will Survive– observarán que estamos ante una deformación exactamente igual de torticera cuando Juana de Arco se convierte en un icono de las ¿bondades? de la xenofobia, en virtud de una mal entedida glorificación nacional y de un proteccionismo excesivo de las fronteras. La manipulación a la que fue sometida la propia Juana de Arco desde su misma patria, la patomima y la crueldad que sufrió en el proceso judicial, que tan bien glosan Dreyer y Bresson como los más representativos, sigue incólume. Por supuesto que su perfil biográfico permite muchas lecturas e intepretaciones pero vamos a querer defender y legitimar la apuesta de Dreyer bajo la misma reinvidicación con la que abrazamos la composición de Gloria Gaynor por encima de cualquier extravío, cuando podemos sentirla en La pasión de Juana de Arco como mártir, exactamente como se sentiría al comprobar que en estos tiempos se encuentra secuestrada por las huestes de Le Pen. Resulta hasta irónico que tras décadas de captura por el Frente Nacional, se quiera recuperar, tal como se comenta en la noticia de El Mundo, y para ello se recurra a Macron, que se define como ni de izquierdas ni de derechas, que viene a ser una variante del mismo perro con diferente collar.

juana de arco

Juana de Arco

III

Aunque recuperamos La pasión de Juana de Arco como uno de los filmes precedentes que dieron sustento cultural a lo que serían las revueltas de Mayo del 68, también quizás sería más adecuado considerar que El proceso de Juana de Arco (Procès de Jeanne d’Arc, Robert Bresson, 1962) sea más pertinente como lectura de dicho trance histórico, acorde con los principios ideológicos que se canalizaron en el cine de la sublevación. No solo por la cercanía cronológica sino por la forma de interpretar en imágenes dicho juicio. Siendo honestos, la depuración, sobriedad y el rigor ascético de un Bresson encajan mejor con las propuestas de lo que debe ser una política de la imagen o de una enunciación documental; un registro más observacional, por tanto, menos intervencionista que claramente emotivo y participativo. No obstante, el formalismo centrado en el rostro completamente totalmente fuera de sí y elevado en un plano superior, que es el gran perfil iconográfico de Dreyer, mediante la extrema interpretación de Maria Falconetti, da pie con mucho mejor tino para insuflar aires de rebelión. Casa mucho mejor con el alzamiento ante la injusticia, aunque a Bresson le gustase más bien poco la opción radical de Dreyer. Así se puede comprender que a aquella intelectualidad y cinefilia que daba soporte al activismo político podría serle mucho más útil aferrarse a la vía de expresión del martirologio en manos del director danés frente al automatismo seco del director francés. Porque siguiendo a Bazin 4, en la intensiva focalización de los primeros planos de los rostros y el casi permanente contacto con Dios de Falconetti, con esos contrapicados que la filman siempre como un gato perplejo mirando a un cielo simbólico, Dreyer consigue transmitir realidad y misticismo, elementos imprescindibles para el idealismo de izquierdas que necesita creer que conseguirá transformar la sociedad. Por otra parte, cuando finalmente es quemada en la hoguera, las escenas finales de repulsa y de denuncia de la población civil en contra de la sentencia -la cual es duramente mitigada por los británicos- preconizan claramente el espíritu revolucionario que asolará las calles en Mayo del 68. No estamos ante algo que puede quedar más lejano como puede ser la Revolución de Octubre, sino que nos situamos en algo que atañe territorialmente, algo que da alas para soñar una nueva sociedad francesa.

Dreyer con La pasión de Juana de Arco se convierte así en el gran comunicador de la expresión de lo trascendente en su licuadora de las películas de cámara y el Expresionismo más grandilocuente 5, exhibiendo una gran audacia formal teniendo en cuenta su fecha de realización, justamente la misma que necesitaron para armar la revuelta que estaba por venir. Juana de Arco murió en la hoguera, pero su pasión (aferrarse a su fe) la lleva directamente a que su alma sobreviva imperecedera mientras canta con el gesto henchido: I Will Survive (incluso a Le Pen).

La pasión de Juana de Arco

La pasión de Juana de Arco

  1. Más información sobre I Will Survive como himno gay pueden encontrarlo aquí: Refesco Pepitos: Himnos gays: “I Will Survive” de Gloria Gaynor, un himno para gobernarlos a todos, en Estoy Bailando, 26/05/2016. Consulta (13/05/2018): https://estoybailando.com/himnos-gays-i-will-survive-de-gloria-gaynor-un-himno-para-gobernarlos-a-todos/
  2. ROCHA, Servando: Disco Sucks! Crónica de la guerra de los fans del rock contra la música disco, en Agente Provocador. Consulta (13/05/2018)  http://www.agenteprovocador.es/publicaciones/disco-sucks
  3. VALDERRAMA, María: Juana de Arco, de heroína del pueblo a estandarte del Frente Nacional en El Mundo 09/05/2016. Consulta (13/05/2018): http://www.elmundo.es/internacional/2016/05/09/572f6614268e3ee7128b461e.html
  4. BAZIN, André (1977): El cine de la crueldad, de Buñuel a Hitchcock. Editorial Mensajero
  5. SCHRADER, Paul (2008): El estilo trascendental en el cine. Ediciones JC
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