La sal de la tierra
El estrecho diálogo entre fotografía y documental, entre humanidad y barbarie. Por Paula López Montero
“Vosotros sois la sal de la tierra; pero si la sal se desvaneciese ¿con qué será salada? No serviría para nada sino para ser echada fuera y hollada por los hombres”
“Las personas son la sal de la tierra”
“Un fotógrafo es, literalmente, alguien que dibuja con la luz”
Con un merecidísimo reconocimiento en Cannes (Un certain regard) y en San Sebastián (premio del público), el otro día traté de acercarme a la gran propuesta por el documental de la mano de Wenders. Siendo un género poco explotado por la audiencia y lejos de satisfacer nuestros impulsos libidinales, el intenso e inconmesurable diálogo que plantean Sebastião Salgado y Wim Wenders es el espejo inevitable y real de una terrible trayectoria de la humanidad, que se ha olvidado de quién es y hacia donde va. Y la verdad, duele mirarse, encontrarse en esas fotografías que hoy aquí son todos esos fotogramas de vidas embalsamadas, viajando desde lejos para enseñarnos ese dualismo propio de la realidad: el bien y el mal, Oriente y Occidente, el caos y la Guerra frente a una naturaleza inconmensurable.
La propuesta de Salgado, me parece todo un réquiem de las vidas que se perdieron por el camino, un reflejo devastado por la soledad, marginación y egoísmo de la humanidad, retratos y trozos de vida que perdieron un poco de esencia en cada fotograma robado, capturado para enseñar un poco de “vida” (aunque suene paradójico) al mundo.
Pero queremos mencionar aquí su obra a propósito del documental, y del increíble diálogo que mantienen aquí la fotografía, la gran pantalla y la realidad. Una oda a la naturaleza, la gran olvidada de nuestra civilización, y por encima de todo, un canto a la vida, a la humanidad, y una gran punzada hacia los excesos de nuestra civilización. Como decía Salgado “La historia de la humanidad es una historia de guerras”.
El diálogo entre fotografía y documental llega a su mayor esplendor. Me cuesta recordar un documental, en el que la estética fotográfica haya estado tan cuidada, donde el tiempo (que en el cine se miden con 24 fotogramas por segundo), se pause, tome su relatividad para mostrarnos no sólo de dónde proviene el cine, si no toda la humanidad. Todo ese viaje me llevó a una profunda reflexión sobre los inicios del cinematógrafo, donde los primeros académicos se aventuraban a hacer apuestas, presagios sobre la esencia de un medio que por entonces no se sabía muy bien que era. Hoy, si pudiesen mirar desde esa mirilla de la otra realidad, quedarían asombrados del potencial y alcance que logró la fotografía con su mejor aliado: el cine. Y sin duda, verían desde allí La sal de la tierra con profunda fascinación.
Algunos de éstos teóricos se atrevieron a decir que el cine era el embalsamiento del tiempo y realidad, otros la obra de arte total, otros una suerte de arte que englobaba lo mejor de las demás. Y en efecto, no se equivocaron. En este documental, y según el ejercicio que proponemos aquí, la fotografía (sustento del cinematógrafo y de por tanto el cine y documental) se entremezcla con una especie de biopic del fotógrafo, con una banda sonora también muy poética. Pero es sin duda el gran logro de Wenders junto con el hijo de Salgado (Juliano Ribeiro Salgado), el haber sacado el mejor potencial, sin perder la esencia de la fotografía, y que no pareciese un collage de imágenes, sino un diálogo con el espectador, con la historia, y por qué no, con el propio cine.
La estética de Wenders quizá llegue aquí a su mejor etapa. Planos tomados a la manera de fotografías, haciendo del tiempo inherente al cine un estanque precioso, una poética propia de lo mejor de Salgado. Y esa comunión es fascinante.
Por otro lado, después de haber salido de la sala casi exhausta, no sólo por la densidad de la reflexión y por la duración del documental, sino por la amplitud de miras que abarcaba y que sabía que no iba a ser capaz de comprender toda su esencia hasta días después; me vino a la mente la película El cielo sobre Berlín (Der Himmel über Berlin,1987) de Wenders. En ella se nos ponían sobre la mesa una reflexión sobre la humanidad, la historia del nazismo, y sobre todo del tiempo y la guerra a través de los ángeles. En La sal de la tierra no sólo se vuelve a retomar esas premisas a través del trabajo de Salgado, si no que esa omnisciencia de la cámara es el mejor reflejo de aquellos ángeles, y por supuesto los retratos de Salgado el mejor motor para esa reflexión sobre la historia de la humanidad.
El documental se estructura entre entrevistas, metarreflexiones e imágenes sobre el propio rodaje, junto con la progresión de la obras de Salgado, recorriendo así, los momentos y fotografías más importantes de su vida. Siguiendo así la trayectoria cronológica de sus publicaciones, y que acompañan el pensamiento y reflexión de Salgado a lo largo de su vida, para acabar con un desbordamiento de realidad al final del documental que se vierte directamente sobre las mentes y corazones de los espectadores. Así, me parecen increíbles los trabajos a mencionar de Génesis (2013) Éxodos (2000) Otras Américas (1999) Terra (1997) Trabalhadores (1996) y La Mano del Hombre (1993). Por cierto que su última obra se titule Génesis y que sea una alegoría a la naturaleza me parece la mejor desembocadura a la que podía llegar. Ese eterno retorno olvidado de la civilización Occidental y que a lo largo de las demás obras vemos tan contaminada por el poder, el dinero, y la ceguera propia del ego.
Las fotografías son muy duras, y pocas veces vemos eso en la pantallas de cualquier equipo audiovisual sea en casa o fuera. Hoy en día es difícil acceder a la realidad, porque… ¿dónde se ha escondido toda ella detrás de guerras, poderes, urbanismo, excesos? Y por ello me sorprendió, que llevase junto al patetismo de las imágenes, una reflexión fuera de la morbosidad de los medios de comunicación, sino cercana a cuestionar nuestra propia esencia. En el fondo me queda el sabor de boca. ¿Cuál es la esencia de la humanidad?