La vida de Adèle

El efecto "Adèle" Por Pablo Sánchez Blasco

Acepto que hay algo de sospechoso en la reacción unánime de euforia que se produjo en el Festival de Cannes con La vida de Adèle (La vie d’Adèle, Abdellatif Kechiche, 2013). Crítica, público, industria y jurado parecieron converger en un extraordinario instante de felicidad –un “seísmo”, en palabras de Carlos F. Heredero– que enseguida fue consagrado con premios y títulos oficiales. Y de repente, como atendiendo a la resaca del día después, llegaron los remordimientos, las discrepancias y las acusaciones lanzadas desde el interior y el exterior de la película. No pocos medios se han volcado desde entonces en matizar los elogios del estreno cuestionando, e incluso rechazando, los valores artísticos de la obra, mientras se alimentaban en paralelo los debates sobre el tratamiento de la mujer o del sexo en pantalla. Estelas de pudor, podría decirse, o exámenes de conciencia para maquillar lo que yo llamaría el verdadero efecto “Adèle”: esa reacción vírica e instintiva que logró destensar toda red de análisis preparada de antemano entre aquel público selecto. Ya que si ahora se demanda con insistencia tanto examen reposado es, precisamente, porque aquella euforia fue más emocional que intelectual, más espontánea que fruto de una reflexión profunda. Y fue unánime, como conviene repetir.

Porque a pesar de todas las críticas efectuadas a posteriori, lo cierto es que La vida de Adèle construye una experiencia cinematográfica donde resulta fácil perder la distancia, debido en primer lugar a la puesta en escena de Abdellatif Kechiche. En este punto, yo distinguiría dos películas simultáneas tras las imágenes del film. La primera, muy escrita, narra el proceso de madurez de una adolescente a través de una historia de amor, y en ella tienen cabida los contrastes sociales, las críticas al pretencioso mundo del arte o las conversaciones sobre el orgasmo femenino y la pintura de Klimt. Pero luego está la segunda película, que es la que han visto sus defensores, en la que dichos discursos son, literalmente, barridos por la energía y la vitalidad que generan las imágenes de La vida de Adèle –creo que ‘atrapar’ sería el antónimo de su triunfo–, reproduciendo con una intensidad desconocida instantes plenos de significado, de esa “verdad escurridiza” que menciona en su artículo 1 el crítico Ángel Quintana. La relación establecida entre ambas líneas dentro de La vida de Adèle no es tanto la de fábula y narración, a imagen de la teoría literaria, como aquella entre narración y sensación de vida.

La vida de Adèle

Supone un triunfo de método, de punto de vista y observación implicada, el de Abdellatif Kechiche. Su puesta en escena decide fijar como medida el primerísimo plano mientras, en paralelo, extiende el tiempo de la película, que podría fluir indefinidamente, así como el tiempo de la escena, siempre más allá del concepto académico de “escena”. La película se convierte, de esta manera, en una afirmación de la materia, del movimiento de lo físico, como principal elemento comunicativo de la imagen.

Las implicaciones de su perspectiva son numerosas. Mediante la concentración del cineasta en las tensiones naturales del cuerpo, la película abole prácticamente la influencia del medio ambiente. Adèle construye, o mejor dicho encuentra, su identidad desde la asunción de un empirismo sistemático. El ego del personaje no se desarrolla mediante una comprensión racional del mundo que la rodea, sino desde la experiencia sensorial de sus roces con ese mundo. Por ello parece accesorio cualquier discurso en defensa de la homosexualidad –aunque muy significativo por culpa del contexto–, ya que Adèle acepta su vivencia de la realidad como verdad de la naturaleza. La ausencia de justificación para sus impulsos es la mejor justificación que los normaliza. En los movimientos de la chica –primero erráticos, luego voluntarios y anhelantes– prima un motor que responde al deseo sexual, pero a la vez comprendido dentro del gasto de energía innato a la juventud. Durante las sucesivas escenas de baile, que marcan a cada instante su evolución personal, resulta evidente cómo su cuerpo se insubordina de forma intuitiva contra las restricciones de una moralidad impuesta desde el exterior. Y es que la razón puede ser, en muchos contextos, de lo menos razonable.

Este acercamiento concienzudo al físico –a lo físico– es, por lo tanto, la expresión de una mayor introspección en la película, tal y como ha reconocido su director. El objetivo de su cámara es profundizar en la visión subjetiva del personaje interceptando los estímulos que la afectan y modifican. Kechiche nos coloca tan cerca de la chica que la imagen resultante transmite al espectador las mismas sensaciones, maduradas luego en sentimientos, que Adèle recibe y procesa en su interior. Pero sucede a la vez que el personaje parece idóneo para el concepto material de las imágenes o, en todo caso, que ese concepto sería el más adecuado para el retrato fiel de su protagonista. La adolescente Adèle se nos presenta como un modelo de mujer equidistante de la dama bovariana trágica e idealista y del tipo de mujer independiente y práctica. Desde el discurrir de sus años de instituto, su búsqueda personal parece enfocada hacia el hallazgo de una plenitud de nuevo empirista y escurridiza, quizás también heredada de los planteamientos propios de su clase social. Adèle rechaza las discusiones teóricas, desdeña las expresiones artificiales de tipo artístico. Cuando Emma le propone realizarse a través de su talento, la chica reclama su derecho a ser feliz en la vivencia amorosa, de transitoria manifestación. En su reencuentro del restaurante con Emma, no recurrirá ni al sentimentalismo ni a la nostalgia para recuperarla, sino al magnetismo físico y a la atracción expresada por sus cuerpos. Adèle desea vivir en ese instante justo de la totalidad satisfecha, que puede ser sexual o gastronómica o tan primitiva como el lazo que la une a los niños de su clase: vivir como establecimiento de un contacto íntimo y directo con las cosas, del que, sin embargo, hay que desprenderse con la madurez y la llegada de la resignación.

Si la experiencia sensorial se alza en imperativo para la vida de Adèle, La vida de Adèle, en definitiva, propone un modelo de cine que permite al espectador vivir una experiencia fundamentalmente sensorial. Sin ser por ello única en su estilo, muy pocas películas han trasladado esta idea con la intensidad estética y emocional –el “estado de gracia”– lograda por Kechiche junto a sus dos actrices. Solo por ello uno se hace cargo de la magnitud que alcanzó aquel “seísmo”, y que hoy continúa provocando temblores.

  1. “Porque ella es una mujer”, Caimán Cuadernos de Cine. Nº 20, octubre 2013.
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Comentarios sobre este artículo

  1. Jaume dice:

    Acabo de verla por primera vez, después de que la emitieran ayer por La 2. Había leído algunas criticas cuando se estrenó, pero no había tenido oportunidad de verla hasta ahora. Diré de entrada que me parece una maravilla. No creo que importe que sea una relación entre dos mujeres. Tampoco importan los minutos (excesivos, si) de sexo. Para mi es una historia de soledad. La soledad de un primer amor roto. Y la soledad de enfrentarse a ser distinto: lesbiana, y encontrar el primer amor en una persona que no es de tu clase social. Me parece maravilloso, la maravilla del cine, de como el director me acerca a la intimidad del personaje de Adele. Y me parece «brutal» hasta llorar, la escena en que Emma la echa de su casa al descubrir su infidelidad. Como también me lo parece la escena en que se reencuentran en el bar, y Adele parece suplicarle a Emma con la mirada y con los gestos, suplicarle con volver con ella, porque esta sola y se siente inmensamente sola. Es una historia de amor dura, una historia de soledad, como muchas otras, pero contada de una manera distinta y excepcional, que me ha emocionado y conmovido, quizás también por experiencia propia de mi adolescencia, aunque yo no soy gay. No puedo compartir el punto de vista de quién busca identificarse. Repetiré en verla, cosa rara en mi, porque no suelo volver a ver una película a no ser que me parezca excepcional.

  2. Escual dice:

    Quien diga que está película merece los premios que obtuvo en 2013, o piensa con los genitales o no tiene criterio. Ahora, que te pueda gustar o no gustar no tiene nada que ver, para gustos colores.

    Bien. Yo la película la veo como una historia de amor llana, que utiliza tópicos utilizados hasta el hartazgo (como que en una pareja homosexual ha de haber una figura masculina), utiliza falsos planos en apariencia profunda que no quieren decir nada o se vale de frases que bien podrían estar publicadas en los muros de Facebook adolescentes. No veo la película como una ofensa a las parejas homosexuales o lesbianas, veo la película como una ofensa hacia el sexo femenino en general, de la orientación sexual que sea. Se supone que en cualquier obra artística el creador utiliza componentes para transmitir algo, en este caso de carácter cinematográfico cada plano y escena debería como mínimo darnos claves, pistas o contenidos de la historia que ayuden a seguir uno o varios hilos argumentales con la finalidad de transmitir algo. Hasta aquí bien. Hagámonos todos una pregunta ¿honestamente creeis que las escenas pornográficas y algunos planos de caras tristes o felices aportan algo a la historia? ¿sirven para transmitirnos algo? ¿nos conducen a través de los sentimientos verdaderos o de amor como lo hace la novela gráfica? ¿nos desvelan parte del hilo argumental que se va forjando a medida que avanza la película? No. Es por esto que esta película no merece ninguno de los premios que recibió (quizás los premios individuales de actuación sí). Es por eso que esta película objetivamente no es más que una ofensa al sexo femenino, donde el director se vale de sexo llano y gratuito para atraer público y controversia o polémica. Se idealiza hasta tal punto la relación sexual entre dos mujeres que resulta ofensivo, se reitera tanto en el sexo violento, duro, «apasionado», que resulta ofensivo. Ese sexo violento o apasionado sirve para que el público masculino se pajee furiosamente frente a la pantalla. Dejando de lado la pornografía insultante (en este caso, no digo que la pornografía sea un tabú en las películas ni mucho menos, lo es cuando no tiene sentido ni aporta nada.), centrémonos en la historia. Me recuerda mucho a Crepúsculo, una mujer que se nos muestra como una desgraciada por sus fracasos amorosos y que se enamora de otra persona que le descubre otro mundo. Cuando vi la película esa relación de amor tan irreal, tan idealizada, tan descabellada e incongruente no me pareció que fuese una historia de amor real (que es por eso que consiguió tantos premios).

    Si tuviera que definir a esta película con una frase:

    «Película que quiere hacer dinero valiéndose de la vejación del sexo femenino.»

  3. juiravaca dice:

    No entiendo porque se ofende las lesbianas, como si en la película de heterosexuales nos veríamos todos identificados con las escenas sexuales…probablemente la película tenga la intensión de calentar y no veo nada malo en eso, al contrario, le agrega un motivo más para verla (no es el único). Quizás el comic esté mucho mejor pero no lo ví, la peli me pareció un poquito larga pero me gustó. Las actuaciones excelentes.

  4. ¿Por qué tantas lesbianas estamos en contra de esta película? Aquí enumeramos las razones:
    – Fomenta tópicos machistas y morbo gratuito.
    – Vulgariza impunemente la maravillosa obra original, #Elazuleselcolormascalido, de #JulieMaroh, y la sexualiza convirtiéndola en basura.
    – Reduce la imagen de las lesbianas a mera pornografía para hombres y la relación entre ellas a una frívola fantasía machista.
    – Cosifica y explota a las actrices, #LeaSeydoux y #AdeleExarchopoulos, para hacer de ellas simples objetos masturbatorios.
    – Ningunea todos los temas profundos del cómic original, así como su buen gusto y sensibilidad, sacrificando su importancia para centrarse únicamente en la explicitud de unas larguísimas escenas sexuales totalmente innecesarias para la trama.
    – Intenta convencer al espectador de que estas escenas son imprescindibles para entender la vida de la protagonista, y en cambio no se regodea ni la décima parte con las escenas de cama heterosexuales (también supuestamente importantes para entender la vida de la protagonista y su evolución).
    – Convierte la visibilización y normalización lésbica en puro morbo para voyeurs y pajilleros.
    – #AbdelatifKechiche demuestra una total falta de respeto hacia la idea original concebida por la autora.
    – Es una película mediocre premiada y alabada injustamente sólo por su reclamo sexual, sin el cual la historia no destaca por nada y habría pasado completamente desapercibida.
    – Es ofensiva para las lesbianas, utilizadas una vez más para lo mismo de siempre: la consecución del placer masculino.
    – Toma por idiota al espectador queriendo venderle una supuesta gran historia de amor que no es más que vulgar pornografía.
    – Desaprovecha un fantástico material original y lo que podía haber sido una valiosa y memorable obra de referencia queda reducida al reclamo fácil y comercial.
    – Todo lo anterior se corrobora también con las eróticas fotos promocionales y la sexualizada campaña de publicidad.

  5. Lara Croft dice:

    Puedo darle cierta relatividad a esta película porque yo, que me identifico como heterosexual, no tengo una necesidad personal (más allá de la humana), de que se visibilize una historia lésbica y se muestre la discriminación a través del cine. PERO COMPRENDO perfectamente que algunas mujeres lesbianas sientan rabia al ver que la primera persona que expone y que dirige esta temática es un hombre heterosexual. Con el historial y el presente que siguen viviendo las personas con sexualidad no normativa, es muy absurdo que no se aproveche una película así para mostrar con profundidad la historia vista desde personas QUE LO HAN VIVIDO y sienten la necesidad de contarlo y reivindicar. En nuestra cultura, el lesbianismo se usa para la excitación masculina y no está visibilizado como una opción vital positiva y completa, y eso a mí también me da asco y rabia. En este sentido me sentí molesta en solidaridad, porque “La vida de Ad’ele” se queda en eso, en un ejercicio de excitación masturbatoria para hombres, un insulto a las lesbianas en particular y a la inteligencia del público en general.
    ES LÍCITO mostrar sexo en una película, por supuesto que sí, pero que me muestren honradamente las reglas desde el principio y no de una manera tan manipuladora y comercial. Dudo que si la película prescindiera de las escenas explícitamente sexuales entre las dos protagonistas (guapísimas, por cierto, y siempre depiladas y listas para el momento, por cierto también…) hubiese tenido la más mínima repercusión (o sí, vete a saber, de pelis malas está el cine lleno). ¿Y por qué? Porque esta es una película totalmente plana, y además larga y tediosa que evita en todo momento el conflicto.
    Lo que se presenta como un drama respecto al propio conflicto de la sexualidad en la adolescencia acaba siendo una historia mediocre con los mismo registros del manido amor romántico, de hecho, bastante afectada por una visión patriarcal y pequeñoburguesa.
    Adéle es un personaje altamente ostiable,que no lucha por lo que quiere sino que directamente se deja llevar, la caga en innumerables ocasiones y después llora y espera que las cosas se solucionen solas. Una adolescente de clase media a la que nos quieren presentar más culta que el mundo que la rodea cuando no es en absoluto espabilada ni mucho más lista que sus padres, que comen spaguettis mirando la tele y sin hablar entre ellos.
    Emma, una egocéntrica de campeonato representando el rol masculino de la pareja (cada vez más exagerado). El peor rol que puede representar un hombre: paternalista, dominante y que se considera muy superior intelectualmente a su joven novia. Hasta el punto de llamarla puta por acostarse con otro (¡y eso que antes de empezar con Adele, es ella la que tiene pareja!). Todo ello enmarcado en su mundo de pequeña burguesa con unos padres que comen ostras y le permiten ser la nini de la casa para centrarse en su arte.
    Se evitan TODOS los conflictos que se presentan en la película: el conflicto de Emma con su pareja hasta que se enrolla con Adele, el conflicto de Adele con los compañeros homófobos de su clase, el conflicto de Adele con sus padres al salir del armario, el conflicto de Adele con el entorno laboral y su homosexualidad… para ir a lo fácil: pongámoslas a follar durante 15 minutos para que a nadie el quepa duda de la pasión que las une.
    Esta no es una película sobre la homosexualidad, es un culebrón absurdo que ha utilizado el sexo lésbico como principal reclamo. Que nadie tenga valor para admitir una evidencia de tal calibre es lo tremendo, y por eso no debe resultar tan raro que a muchos y muchas (heterosexuales u homosexuales, aunque comprendo perfectamente que a las lesbianas les indigne más) nos parezca hipócrita.

  6. Espanto dice:

    Estoy en general de acuerdo en todo lo que plantean las lesbianas indignadas con esta película y también me rebelo contra la hipocresía y la imbecilidad de los críticos y festivales correspondientes. El sexo en el cine me parece un tema de lo más interesante porque muchas veces actúa como un reclamo morboso en si mismo que se desconecta del relato en el que está inserto. Desde luego la película que nos ocupa es un ejemplo claro de este efecto, y entiendo por ello la ira que ha provocado.

    La cuestión es: ¿es lícito mostrar sexo actuado en un relato? Yo pienso que sí, claro. Pero también es cierto que el carácter claramente perturbador de la visión de personas, aunque sea fingido, practicando sexo muchas veces no complementa la narración sino que ejerce como elemento distorsionante. Y, por supuesto, en “La vida de Adele” esto está llevado al extremo porque realmente las actrices están representando su sexo de una forma tan expícita que cuesta trabajo decantarse por si es sexo fingido o real. Para un espectador masculino heterosexual este momento claramente se desconecta del relato porque la excitación de ver esta fantasía es lo único que importa en ese momento. Y es normal que sea así. Lo lamentable es que el director y los críticos alabadores sean tan cínicos e hipócritas para hacer pasar este elemento determinante de la película como un hermoso complemento y no como un reclamo morboso, y por ende, comercial.

    Si quiero ver sexo, veo porno. Pero no me vendas cine con algo demasiado parecido al porno porque somos todos mayores y me estás tomando por tonto.

  7. karma dice:

    Esta es la película más machista que he visto en mi vida… Además de ser un bodrio de película, aburridísima, interminable, deshilvanada y absurda, tiene la desfachatez de frivolizar hasta extremos increíbles con las relaciones homosexuales entre mujeres. Toda ella me parece una predecible y tópica fantasía masculina además de perversa, tanto ella como sus intenciones, porque me parece repugnante cómo se abusó de estas dos actrices jóvenes por parte de un director ávido de morbo. Creo que no hacía ninguna falta mostrar tantísimo sexo y que si se hizo así fue únicamente para buscar polémica y audiencia, que se cargaron una novela original extraordinaria en función solo de la búsqueda de esta fantasía masculina heterosexual, que si hubieran sido dos hombres los protagonistas no habrían ido tan lejos las escenas de cama y tampoco la película habría sido tan alabada ni tan premiada y que de hecho si fue así fue porque los críticos (hombres heterosexuales, recordemos, en su mayoría) la valoraron más con los genitales que con el cerebro, ya que objetivamente es una historia bastante mediocre que no aporta nada.
    Sobre ella se ha discutido mucho sobre que si no es pornográfica, que si las escenas sexuales son gratuitas o no, que la historia original fue escrita por una mujer lesbiana y un hombre heterosexual se ha encargado de degradarla (cosa en la que estoy de acuerdo), que si en realidad está mostrando la realidad de cualquier relación, no sólo homosexual, blablablá. Pues que nadie se lleve a engaño, puesto que como suele decirse, “la respuesta más obvia es siempre la correcta”: la película puede parecer pornográfica y tener escenas gratuitamente morbosas, pero ES realmente una película pornográfica y gratuitamente morbosa.

  8. Talía666 dice:

    Una habitación con vistas. La cámara gira hacia el interior y se ve a un tío en la cama.

    Es Abdellatif Kechiche tocándose la polla y hablando por teléfono con su mejor amigo y consejero espiritual.

    – Tío, no paro de pensar en tías en bolas, en plan rollo bollo.

    – Pues nada, móntatelo a lo Medem: haz una peli que vaya de bollos, y que estén bien buenas. Y de paso que te pajilleas tú se pajillea media humanidad, que el rollo bollo tiene mucho público.

    – Ya, pero si hago lo que estoy pensando va a parecer que hago porno. Y yo tengo un nivel, tío.

    – No hay problema. Haz que hablen de vez en cuando y que digan cosas poéticas. Tú eres Kechiche, no haces porno, haces poesía.

    – Ya, pero sólo con eso no va a colar. Pienso tenerlas un montón de rato en bolas, necesito algo más.

    – Bueno, puedes alargar la película indefinidamente con muchos primeros planos, así por mucho tiempo que las tengas en pelotas siempre podrás decir que también les sacas la cara de vez en cuando. Un primer plano de los mocos mientras la protagonista llora puede ser la hostia.

    – Y eso para qué?

    – Para nada; eres Kechiche, un poeta, un artista de la imagen, un creador. No tienes que dar explicaciones. La gente se preguntará el porqué de cada plano y harán sesudos análisis y se olvidarán de lo de las tías en bolas.

    – Jo, tío, eres un crack. Me has salvado la vida. Mira que estaba como el pico una plancha con el tema éste.

    – Pos nada, haz la peli. Oye, y de paso me haces un favor. Conozco a una nena que está buenísima, la jodida se llama Exarchopoulos, toma ya, Adèle de nombre. He intentado tirármela de todas las maneras posibles, pero nada, no consiente la hijaputa. Como tiene ínfulas de actriz, si la contratas por lo menos la podré ver en pelotas y pegarme un meneíllo. Qué me dices, chaval?

    – Hostia, tío, eres el puto amo. Y ahora que lo pienso, me gusta el nombre de tu nena. Voy a titular la peli en su honor «La vida de «Adèle».

    – Ah, pues de puta madre. Un gran detallazo por tu parte. Oye, no estarás intentando tirártela, no? No te lo perdonaría en la vida. Pero bueno, si te la tiras luego me la pasas… y pelillos a la mar. Qué dices, hace el apaño?

    Y así fue como el bueno de Abdellatif, con el fin único y exclusivo de echarse unas pajillas, nos la metió doblada y ganó la Palma de Oro en Cannes, además de un montón de aclamaciones de críticos que han sabido muy bien justificarle.

  9. Arena Sk8er dice:

    Yo creo sinceramente que Kechiche no quiso desarrollar con la misma extensión y profundidad ningún otro tema más que el sexual, disfrazando tal cantidad exagerada de escenas pornográficas bajo tres horas de “cine” y “arte”. El director parece que sólo se dirige a un público específico para que alabe su obra. Podía haber hecho una verdadera maravilla, pero se dejó cegar por el sexo y resulta descarada y ofensiva la intención comercial de esta película. Precisamente creo que el director se vio obligado a incluir esos 10 minutos de sexo lésbico explícito porque si no nadie iría a ver una película de 3 horas, tan lenta, tan densa y tan poco comercial en todos los demás sentidos. De ahí tanta indignación justificada con ella, porque el director se ha aprovechado de algo que sabe que crea morbo como el sexo lésbico y lo ha pervertido hasta niveles pornográficos para luego venderlo como “arte” y hacerse el tonto diciendo que no, que lo importante no es que la relación sea entre dos mujeres cuando precisamente si no estuviera protagonizada por dos chicas la historia habría pasado completamente desapercibida para el público y la crítica…

    Es fácil hacer la prueba: si Kechiche hubiera dirigido “Brokeback Mountain” o una historia de amor con dos hombres como protagonistas, ni de coña se habría recreado tanto. Es por este cúmulo de circunstancias por el que las lesbianas nos sentimos tan ofendidas: se nos reduce siempre a lo mismo, al mismo papel de objetos destinados a dar placer o morbo a la audiencia… Es curioso que las mayores alabanzas procedan, justamente, de hombres heterosexuales; las mujeres, heteros o lesbianas, la ponen bastante peor y son mucho más críticas. Será quizá porque la cosificación sexual de la mujer es algo tan enquistado en nuestra sociedad, en todos los ámbitos, lo tenemos tan admitido, que ni se permite darle la vuelta cuando alguien lo cuestiona (y entonces, de hacerlo, se nos tacha de histéricas, mojigatas o estrechas de mente, como si confundiéramos “abiertos de mente” con “necesidad de mostrar sexo explícito”) y, como siempre, se visibiliza a las lesbianas sólo para la consecución del placer masculino; se las muestra como objetos sexuales en la pantalla con la hipócrita excusa de que es necesario ver esas escenas pornográficas para entender la vida de la protagonista. Y así, la vida de Adèle se queda reducida a “La vida sexual de Adèle”. Una película fácil, vulgar, pornográfica, con todo lo que podía haber dado de sí (no se dedica apenas atención a la lucha interior de la protagonista, a los conflictos con sus padres y amigas ni la solución a los mismos, no se incide en la necesidad de una mayor visibilización y normalización, etc.)… Es verdaderamente una lástima.

    En relación con esto, mi principal motivo de queja y frustración con esta película (que por muchos motivos me resulta un compendio de tópicos facilones sobre la homosexualidad con un guión naïf e inocentón en exceso que camufla sus carencias bajo toneladas de sexo explícito absolutamente injustificado y que denota una visión masculina obvia) es la escena suprimida en el montaje final de los padres de Adèle echándola de casa cuando la pillan en la cama con Emma, que en el cómic marca un punto de inflexión importantísimo en la vida de la protagonista y así debería haber sido igualmente en la película para entender mejor su desamparo y su soledad. Esta escena sí que es vital para la trama y no la de las tijeras, por ejemplo, a la que se dedica una atención que roza el ridículo. ¿Por qué se suprimió entonces? ¿Para darle más minutos al sexo? ¿Es que no eran suficientes? Resulta incomprensible. Si alguien sabe darme una explicación a esto se lo agradecería, porque yo no la encuentro y me da mucha rabia que se haya eliminado una escena tan importante.

  10. Carmen dice:

    Esta película sobre la vida de adele es muy escandalosa ya que esta película solo promueve y fomenta el Lesbianismo haciendo apología de ello descaradamente a mi no me gusto para nada esta película…

  11. Milk dice:

    Soy mujer y soy heterosexual. No conozco nada acerca de las relaciones sexuales entre dos mujeres y tampoco puedo valorar la falta de realidad en las imágenes que este film nos brinda, por eso tu opinión me resulta muy interesante. Leí el cómic antes de ver la película llamada por la aceptación positiva general que había tenido. Me gustó mucho, me pareció conmovedor, emotivo, cercano y un buen drama. La película es distinta pero hay muchas cosas valiosas que destacar en ella. Todo el proceso de desarrollo del personaje, ligado a las citas literarias o los debates, sus experiencias sensoriales, lo evocador que resulta el mero hecho de comer, las miradas, el tacto, el color… Me sentí identificada todo el tiempo (también he estudiado Bellas Artes) con el amor, el miedo, el dolor, el placer y la felicidad mientras dura. Las escenas sexuales se hacen un poco largas y creo que la intensidad se palpaba ya con el resto de gestos y detalles de una manera más potente incluso que en la cama. Aún así todo es tan afectivo que creo que cualquier persona medianamente inteligente puede asumir ese acto explícito como irremediablemente derivado de una pasión amorosa desbordante. Sí visibiliza, y creo que plantea que el amor no es una cuestión de sexo. A mí me sirvió al menos para ahondar en mis propios sentimientos y empatizar desde mi perspectiva heterosexual con el desgarro y la alegría. De verdad que creo y deseo que llegue el día en que nadie tenga que reivindicar su condición sexual, que películas así no llamen la atención, que ni siquiera el género importe, que todo el mundo pueda amarse en libertad plena, en cualquier lugar del mundo. Tal vez no represente la realidad pero, en mi opinión, naturaliza y retrata el amor como lo sentimos todos.

  12. Delatte dice:

    Pues sinceramente, para que se hagan películas lésbicas como ésta prefiero que no se haga ninguna… Mucho decir que visibilizan y normalizan pero parece que nadie ve que en realidad estamos en lo de siempre: las relaciones entre mujeres se convierten en objetos de morbo masculino y en escenitas degradantes de tetas y coños antes que en cualquier otra cosa, y eso es más un retroceso que un avance. Las propias lesbianas somos tan críticas con esta película precisamente porque nos vemos reducidas a una fantasía absurda de un hombre heterosexual, posturas ridículas y una actitud como de “vosotras tocaos hasta la extenuación que yo filmo”. Teniendo una historia tan maravillosa como la que tenía, con un temazo a desarrollar, un punto de partida estupendo en la obra original para trabajarlo y unas actrices entregadas y convincentes para darle vida, Kechiche ha malgastado sus 180 minutos de película en tijeras cunnilingus. A “La Vida de Adèle” le falta verdad y le sobran erecciones. En su cómic, Julie Maroh quiere dar visibilidad a las dificultades con las que se encuentra un adolescente durante el proceso de aceptación de su diversidad sexual, además de presentar una historia de amor excelente, bien cuidada, respetuosa, estética. Pero la prioridad de Abdellatif Kechiche ha sido ejercer de dictador. Él quería sostener la lupa como un voyeur dándose el lujo de exigir todas sus fantasías desde el lugar más privilegiado. No nos extrañe pues que Maroh haya denominado a esta película “pornografía para mentes masculinas”.

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