Las crónicas de Blancanieves: el Cazador y la Reina del Hielo

¿Qué te muestra el espejo? Por Fernando Solla

"You see, child
Love always betrays us"Queen Ravenna (Charlize Theron) en Blancanieves y la leyenda del cazador (Snow White and the Huntsman, Rupert Sanders, 2012)

Cambio de rumbo con respecto a la entrega anterior de Rupert Sanders. Así han planteado los guionistas Craig Mazin y Evan Spiliotopoulos la trama de El Cazador y la Reina del Hielo. A partir de los personajes creados para Blancanieves y la leyenda del cazador (Snow White and the Huntman, R.S., 2012), o de algunos de ellos, se ha seguido con la línea marcada por Evan Daugherty cuando adaptó a los originales de los hermanos Grimm en 2012.

Ya despojados de cualquier atadura o interés por el material de partida, no parece una idea tan descabellada prescindir del personaje que da título a estas crónicas. A cambio de Blancanieves conoceremos a Freya (Emily Blunt) y a Sara (Jessica Chastain). La primera interpreta a la hermana de la malvada Ravenna (Charlize Theron) y la segunda a la enamorada del cazador (Chris Hemsworth). Parece que el asunto va de parejas, así que recuperamos al enano Nion (Nick Frost) y nos inventamos a su hermanastro Gryff (Rob Brydon) y además, añadimos una réplica femenina para cada uno, Doreena (Alexandra Roach) y Mrs. Bromwyn (Sheridan Smith). Esta acumulación de personajes protagonistas no siempre jugará a favor del largometraje, más cuando la presentación de los mismos está realizada de manera excesivamente sintética y trivial.

Que estos personajes no avancen durante el largometraje no es necesariamente un problema. Debido a su naturaleza, ya tenemos asumido que su rol prototípico dentro del relato está más o menos establecido y que esta condición viene motivada para hacer avanzar la trama hacia la visión o punto de vista que los creadores quieran insuflar. En este caso, estaríamos a medio camino entre la precuela y la secuela, ya que por los datos que se aportan durante el desarrollo del filme nos remontaremos a lo que pasó antes de que Ravenna asaltara el Reino de Blancanieves y lo que sucedió después del desenlace de la entrega anterior, cuando vencida pareció desaparecer. El principal problema aquí es que no hay relato que estos personajes puedan hacer avanzar. El espectador parece estar obligado a recordar todos los detalles de la película anterior para empatizar con lo que sucede en la gran pantalla.

Si realizásemos un montaje conjunto de los trabajos de Sanders y Cedric Nicolas-Troyan, la primera parte de El Cazador y la Reina del Hielo sería el prólogo. A continuación, y tras la cortinilla que anuncia que han pasado siete años, incluiríamos Blancanieves y la leyenda del cazador en su totalidad para continuar con los dos últimos tercios del filme de Nicolas-Troyan. Este último fragmento vendría a ser un epílogo o un nuevo desenlace tras el del título de 2012. El insólito ejercicio no ayuda al desarrollo narrativo ni dramático de la película. Más bien al contrario, ralentiza las situaciones y alarga las secuencias indefinidamente sin saber hacia dónde dirigirse. Muchas de las escenas parecen reflejar lo que harían los personajes cuando están esperando a reaparecer en la acción de la historia principal.

Las crónicas de Blancanieves

A modo de cuento, se utilizará la voz en off de un narrador para abrir y cerrar el largometraje. Desde un primer momento se nos advierte que lo que vamos a ver a continuación es “un relato mil veces contado”, pero es que ni siquiera esa premisa se cumplirá. Nos sumergiremos en una especie de recreación digital de una época medieval para escuchar cómo varios personajes postulan la negación del amor y la familia. A la vez, Ravenna volverá a presentarse del mismo modo que en el título anterior. Sus aportaciones serán exactamente las mismas. Al principio querrá hacer creer a los que la rodean, en este caso su hermana Freya, que no es crueldad lo que esconde en su corazón, sino ansias de proteger a sus seres queridos. A continuación parecerá reivindicar su tiranía como una respuesta al poder dominante masculino para, finalmente, volver a cargar las tintas (nunca mejor dicho) contra dos mujeres (su hermana y Sara) y el cazador. Por lo tanto, la reivindicación feminista queda en lo siguiente: mujer que ataca a sus semejantes de género y, en segundo lugar, mujer que vuelca su ira contra un hombre que (por lo que creemos recordar del filme anterior) parece despertó su atracción. Es un planteamiento absurdo, que no tiene ningún sentido como está presentado aquí.

Lo mismo sucede con el cazador. Del torturado héroe romántico que conocimos hace tres años no nos creemos su conversión en una especie de caballero andante. Su entidad dramática ha desaparecido y ni siquiera el caprichoso e ilusorio montaje compartido que hemos comentado es suficiente para su historia de amor con Sara (el motivo de su tristeza en el primer título) despierte el interés. Ni siquiera con el personaje de Freya que, tras un prometedor y trágico inicio, ve cómo su personaje queda relegado a un conjunto de apariciones esporádicas. El contrapunto cómico no funcionará como tal, y los personajes de los enanos (que deberían ser réplicas que confrontaran a sus semejantes humanos) no parecen encontrar su lugar en esta historia.

Si se quería prescindir del personaje de Blancanieves no se puede justificar la trama de esta película con el pretexto de que la joven está sintiendo la presencia del mal cuando mira el espejo y limitar su presencia a una figurante de espaldas a la cámara durante apenas cinco segundos. Si se quería desmenuzar el matiz familiar o infantil del cuento original con secuencias de acción (relativamente violentas) y un lenguaje vulgar o subido de tono que elimine la calificación que advierte a los más pequeños del visionado, no se puede volver a construir paso a paso ese mundo fabuloso e ideal. No se debe intentar disfrazar de giro dramático o argumental constante un cambio incoherente y falaz de las premisas presentadas desde un principio.

Finalmente, es una lástima comprobar cómo El Cazador y la Reina del Hielo resulta un filme que quiere funcionar por contraste y que termina siendo una contradicción. La corrección formal en el apartado técnico no logra transmitir su poderío visual al lenguaje narrativo de la película. Tampoco los intérpretes, cuyos nombres prometían interpretaciones de nivel, consiguen insuflar vida a unos personajes que no existen más allá las breves pinceladas del principio. Como capítulo alargado dentro de una serie de filmes podría entenderse esta opción cinematográfica, pero como largometraje con entidad propia, capaz de defender una historia, es poco probable encontrar su lógica.

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Comentarios sobre este artículo

  1. Diana dice:

    No podemos negar que a pesar de todas las críticas negativas que tuvo, es una película entretenida que podemos ver en cualquier ocasión, realmente no es tan mala, desde que pudimos ver el trailer nos atrajo más, visualmente hablando se veía espectacular y las escenas mostradas estaban cuidadas, los paisajes y animales mitológicos nos dan la oportunidad disfrutarla desde otra perspectiva. Hay que destacar la actuación de Charlize Theron fue la mejor, sin duda no veo a nadie más interpretando a Ravenna. Además es una actríz que ha demostrado ser multifacética y su curriculum tiene buenas producciones. Sus compañeros también hicieron un buen trabajo al igual que el equipo de producción, es notorio que mejoró bastante a comparación de la primera película, la fotografía que nos brindan es maravillosa con unos paisajes sacados de un cuento.

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