Las películas destacables de este lustro: 2011-2016

Especial 5º Aniversario Por VV.AA

Cine Divergente cumple 5 años. Es inevitable que ante una efémeride, casi sin pensarlo, uno acabe echando una mirada atrás. Así, no se me ocurre mejor forma que, ante esta mirada retrospectiva, hacerlo a partir de lo que nos ha ocupado durante todo este tiempo: el cine. En esta ocasión hemos querido compartir esta celebración con amigos, destacando aquellas películas que son nuestras compañeras de viaje en lo que llevamos de vida.

La lista con las películas destacables en lo que llevamos de década, 2011-2016, que a continuación os presentamos, es el resultado de 36 personas que han aportado su lista, y eso que en muchos casos les ha resultado algo incómodo o difícil. Pero aquí están, todo un honor. Su generosidad no tiene límites. Como se suele decir, y aquí no es menos cierto, no son todos los que son, pero sí son todos los que están.

Ni que decir tiene que mi agradecimiento es infinito, mi respeto absoluto y mi admiración total.

A esta lista, la acompañamos con las 36 individuales. Además, a lo largo de este mes, algunos de los que tan gentilmente han querido participar, también escribirán de alguna de sus películas favoritas. Abriremos, cómo no, con La gran belleza. Paula López Montero volverá a ella, fantástico mascarón de proa para estos 5 años. Muchísismas gracias a todos los que nos leen, a todos aquellos que nos han apoyado y lo siguen haciendo, a todos aquellos que nos han dado su cariño y afecto, y no menos importante, a los que permiten que esto siga adelante. A todos, GRACIAS. Gep, la gran belleza es esto.

La gran belleza (La grande bellezza). Director: Paolo Sorrentino, Italia, 2013.

La gran belleza propone un viaje que transita por la senda que va la vida a la muerte, de lo frívolo a lo grave, de lo secular a lo sagrado. Roma o Morte. Gustavo Modena. Alarma por Totti. Del arte a la naturaleza que lo imita. El trino de los pájaros. El ritmo del mediodía. La umbría de los tilos. El latido del estiaje sobre el mármol centenario. Los monumentos conmemorativos. Las personas anónimas. El agua. La fuente de todo lo que fluye: el tiempo. Dolce far niente. La cámara ingrávida, ubicua como un psiconaúta se desplaza entre los vestigios del pasado y un presente perplejo: la eternidad, el tiempo de la belleza.(…) La belleza se lleva en el alma no en un álbum. La belleza es únicamente codificable por un artista. Y ni el artista puede tomar posesión de ella, su máxima aspiración es servir en sus filas. Morir por ella. Marco Antonio Núñez

Holy Motors. Director: Leos Carax, Francia, 2012.

Holy Motors es esa vivencia de una temporalidad situándonos en el fin de los recuerdos, en el funeral de los sueños. Aquello que fuimos y no somos, aquello que amamos y perdimos. Sufrir el castigo de ser quiénes somos y vivir con eso, como le dice Oscar transfigurado en el padre de una adolescente.

(…) Holy Motors, desde su fatalismo romántico y su mirada alucinatoria, se erige en sí misma en un auténtico acto poético, que en su tenebrismo y su lírica afligida encuentra la Venus buscada, aunque la haya encontrado en un pasaje entre mausoleos y visiones mortuorias Manu Argüelles

El caballo de Turín (A Torinói ló). Directores: Béla Tarr, Ágnes Hranitzky, Hungría, 2011.

El caballo de Turín no es una pelícual solo sobre el pasado sino también sobre el futuroMira a la humanidad incidiendo en los males que la han asolado: la incomunicación, el egoísmo, el patriarcado y la alienación, entre otros, y los plantea como la raíz de una futura alienación total que la alejará de algunas de las características que, hasta ahora, nos eran consustanciales: la sensibilidad, la comunicación, la idea de trascendencia. Samuel Sebastian.

Casa de tolerancia [L’apollonide (Souvenirs de la maison close)]. Director: Bertrand Bonello, Francia, 2011.

Casa de Tolerancia puede resultar ardua, sofocante a la par que plenamente sensual, pero pocas veces uno puede sentir con tal magnitud el fin de una cultura y con ella la pregnancia del espectáculo del terror. Una inmersión de la que no se sale indemne al adentrarse en esta lírica disidente del exceso y de la agresión. Manu Argüelles

El árbol de la vida (The Tree of Life). Director: Terrence Malick, EUA, 2011.

Naturaleza y religión. El árbol de la vida pueden ser dos caras de una misma moneda. Una, representación de lo divino, otra, de la naturaleza. Desde un principio, el film nos ofrece esta doble vertiente, cuando la voz de en off de la figura materna nos advierte que en su niñez, las monjas le enseñaron la existencia de dos caminos a elegir, el de lo divino y el de naturaleza. (…) El árbol de la vida, es, desde un punto de vista teológico, un camino hacia la redención. Eduard Grañana

Melancolía (Melancholia). Director: Lars von Trier, Dinamarca, 2011.

Posiblemente, una de las claves fundamentales del sentimiento paradójico que nos infunde una película como Melancolía (la belleza del fin, como si la nada absoluta fuese capaz de vestirse de atributos estéticos), es su habilidad para inocularnos un desasosiego abisal porque nos enfrenta a eso que siempre tratamos de esconder de nosotros mismos. Aquello que nos engulle en las noches insomnes, ese incómodo silencio en el que establecemos un diálogo interior, ese ruido que no cesa, que nos impide descansar. ¿Cuánto somos capaces de reconocernos en Justine? ¿Tenemos la valentía para hacerlo, podemos escapar del influjo de ese planeta que se esconde detrás del sol?

Y no menos importante, al menos para un auténtico entregado al cine de género. Con Melancolía, como también contribuyeron El caballo de Turín (A Torinói ló, Béla Tarr, Ágnes Hranitzky) y Take Shelter (Jeff Nichols, 2011) en el que fue para mí el mejor año fílmico de esta década, nos infundieron una bellísima ilusión. No importa el inmenso y preciado legado de ficciones apocalípticas precedentes. Todo está por decir, todo puede encontrar otras formas para expresarse, todavía podemos soñarlas, vivirlas y sentirlas. Y para alguien que no cesa en conservar aquella ilusión cuando vio que Superman volaba en una pantalla eso tiene un valor incalculable.

Porque Melancolía, la ficción, siempre será más grande que su creador y que nosotros, como bien nos enseñó Truffaut. Como el planeta Melancolía en su choque con la Tierra. Manu Argüelles

Spring Breakers. Director: Harmony Korine, EUA, 2012.

Dicen que debe existir una cierta fascinación secreta por aquello que registras, aunque te resulte aborrecible o lo estés ejecutando desde una postura de denuncia. Eso es algo especialmente notorio en Spring Breakers. (…) Korine, con una calculada estrategia de radicalidad y polémica, siempre desde la estudiada planificación comercial, afronta el cine como una experiencia sensorial y enclava su film en nuestra contemporaneidad más absoluta, tomando el pulso al ambiente urbano de nuestra adolescencia a través de la música electrónica como el signo de nuestra era afterpop, post-pop o como demonios queramos llamarle. Manu Argüelles

 Spring Breakers

The Master. Director: Paul Thomas Anderson, EUA, 2012.

The Master, película que se enmarca en los inicios de la llamada Cienciología después de la Segunda Guerra Mundial, nos sitúa en Estados Unidos (la victoriosa potencia y el modelo capitalista a seguir con su “American Way of life”) desde el fin de la Guerra, para narrarnos como incluso dentro de lo que llaman el ejemplo de vida americana, la nación no esconde más que una ambivalencia identitaria de su propio concepto, y de los personajes cuyo pasado es más opaco que sus comportamientos que están siempre en los límites de lo políticamente correcto. Es el caso de Freddie Quell que vive en los límites de lo social e incluso en los límites de sí mismo. Paula López Montero

 The Master

El cuento de la princesa Kaguya (The Tale of Princess Kaguya). Director: Isao Takahata, Japón, 2013.

Con El cuento de la princesa Kaguya, Takahata nos regala un canto de esperanza que es a la vez una sentida afirmación de que esta vida, en este planeta plagado de dolores y yerros, es irrecuperable y, a pesar de que haya otra que le suceda, siempre habrá cosas que dejemos atrás y que constantemente extrañaremos. Aunque el olvido nos amenace, cualquier gesto será suficiente para recordarnos que un día estuvimos vivos, aquí, en la tierra. Samuel Lagunas.

 The Tale of Princess Kaguya

Mommy. Director: Xavier Dolan. Canadá, 2014.

El cine de Dolan es el gesto de lo imposible y Mommy lo cierra en cinco películas. (…) Mommy tiene unas secuencias tan abrasivas, tan magistralmente ejecutadas cuando trabaja los clímax emocionales que uno acaba desgarrado, partido en dos, roto. Manu Argüelles

Amor (Amour). Director: Michael Haneke, Austria, 2012.

Es Amour una película ejemplar desde cualquier punto de vista que la queramos analizar. (…) Imposible e infructuoso intento de reestablecer la calma. Con Haneke no hay vuelta atrás y, aun así ahí seguimos de manera total y voluntariamente masoquista, cómplices del terrorismo psicológico y cinematográfico del realizador austríaco. A pesar del título, Amour, sigue esta perturbadora dinámica apuntalando los cimientos autorales con alguna que otra vuelta de tuerca. Fernando Solla.

 Amour

The Deep Blue Sea. Director: Terence Davies, Reino Unido, 2011.

Terence Davies, director y guionista inglés, adapta la obra de teatro homónima que otro Terence, esta vez Rattigan, estrenó en 1952. Sin achicarse ante los corsés y lugares comunes propios de la época en los que se sitúa la acción, Davies realiza una auténtica pieza de orfebrería, describiendo desde lo más íntimo el sentimiento colectivo e individual de los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial, con un compendio de secuencias plagadas de escenas hipnóticas, aparentemente intrascendentes o fuera de lugar, pero que completan la guerra interior que sufre el personaje de Hester, maravillosamente interpretado por Rachel Weisz. Fernando Solla

The Deep Blue Sea Davies

It Follows. Director: David Robert Mitchell, EUA, 2014.

It Follows es un film-ensayo puro, una conceptualización absorbente y magnética sobre el cine de terror por y para adolescentes. Recupera el pánico impasible e imperturbable, el que popularizaron las J-Horror como The Ring (Hideo Nakata, 1998) o La maldición (Ju-on: The Grudge, Takashi Shimizu, 2002) e insiste en la naturaleza del mito, el de la adolescencia. De ahí su tratamiento sincrético de lo temporal, donde condensa varios tiempos cronológicos en uno solo, el del pavor. Manu Argüelles

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