Leopoldo María Panero

Apuntes sobre Leopoldo María Panero Por Sofía Machain

«Ten piedad de mi larga miseria»Las flores del mal. Charles Baudelaire

Me dispongo a escribir este texto inmediatamente después de ver, una detrás de la otra, El desencanto (Jaime Chávarri, 1976) y Después de tantos años (Ricardo Franco, 1994). Acabo de salir de tres intensas horas en la compañía de los hermanos Panero y todavía me encuentro en el extraño estado incómodo que provocan las historias y lamentos de estos tres personajes (Juan Luis, Leopoldo María y Michi Panero). No he podido evitar la risa cuando Michi, la verdadera víctima de la familia, describe la película de Chávarri como un filme ingenuo, pues no puedo pensar en El Desencanto si no como una película macabra, retorcida y hasta maliciosa. La de Franco, en cambio, no hace más que regodearse en lo que ya se había dicho pese a que nuestro interés hacia los Panero no cese.

Leopoldo María Panero

El desencanto

Quería escribir un texto homenajeando la obra literaria de Leopoldo María Panero, ahora que hace un mes que marchó a menesteres más importantes. Quería escribir un texto hablando de su poesía imponente y apocalíptica, compleja y maldita. Decir que con su obra sucumbe a las sombras del tiempo que tocó vivir y castiga a la tradición a través del lenguaje mordaz y áspero. Quería hablar de cómo Leopoldo María Panero hace de su escritura la expresión de la desesperación y la utiliza como un modo de auto contemplación de él mismo, y demostrarlo, quizá, con alguna cita como esta:

Un loco tocado de la maldición del cielo
canta humillado en una esquina
sus canciones hablan de ángeles y cosas
que cuestan la vida al ojo humano
la vida se pudre a sus pies como una rosa
y ya cerca de la tumba, pasa junto a él
una princesa.

Me gustaría hablar de cómo la obra de Leopoldo María Panero es tan cinematográfica como la propia familia Panero. Frases y palabras repletas de imágenes que bien parecen haberse sacado del pasado Hollywood que ya no existe. ¿O acaso no está lleno de cine un poema bajo el título La canción del Croupier del Mississippi?

Homenajearle, pensarle con más atención, lejos del personaje amado por todos y odiado por algunos. Leopoldo María Panero, el poeta, el escritor. Esa era la idea impulsora a la hora de plantear estas letras, claro que ahora me encuentro inundada de cine, o literatura, yo ya no sé, y parece que todas esas ideas iniciales han ido perdiendo importancia después de volver a ver esta saga familiar, especialmente, el filme de Chávarri.

Leopoldo María Panero

El desencanto

Leopoldo María Panero: El encanto, lo encantador

Todo es literario en la familia Panero. Esta es una afirmación que alberga la condición maldita de la familia, no sólo la de Leopoldo María. Su naturaleza es singularmente literaria, sólo hay que escuchar a esa hermosa mujer, irónicamente llamada Felicidad, hablar de cómo conoció al que sería el amor y el dolor de su vida. Sí, los Panero hablan diferente, hablan literatura, son libros, son los autores franceses que admiran y recitan. Repaso otros personajes renombrados como malditos, de Baudelaire y Verlaine a Bukowski y me pregunto dónde reside más la literatura, si en sus versos o en su vidas desordenadas y deprimidas. “En la infancia vivimos y después sobrevivimos”, dice en un momento Leopoldo María a su madre. Y es que en el caso de Leopoldo María, en el caso de los Panero en general, hablamos de una vida movida por contrarios y aflicciones varias. Se trata de una madre y unos hijos reprimidos ante una figura paterna autoritaria, egoísta y despreocupada. No digo nada nuevo si me refiero a El Desencanto como un crudo retrato familiar franquista. Dejando a un lado la cuestión paterna, alrededor de la cual el filme se desarrolla y se complica, la biografía de Leopoldo María Panero no cesa en su desdicha y continúa con historias en las que las drogas, los encontronazos con la ley, su pasión hacia la extrema izquierda y algún delirio demás lo llevarían a dedicar su trayectoria vital entre manicomios y centros psiquiátricos. Hace de la literatura su vida o viceversa, así como también lo hicieron Baudelaire y los suyos. Se autodestruye en sus propios versos y se deleita en lo decadente de los mismos.

El despierto Michi comenta en Después de tantos años que pareciera que su hermano se hubiese propuesto ser loco y poeta maldito de profesión. Hay un poco de eso en Leopoldo María Panero, y pesé a que él se mostrara transparente en sus entrevistas y no tuviera ni el mínimo reparo de soltar tal o cual barbaridad, lo cierto es que no logro vislumbrar al hombre que realmente fue. No ocurre eso con Michi ni con Juan Luis, ni mucho menos con Felicidad.

En este sentido la película se vuelve tremendamente interesante desde el punto de vista narrativo. Se produce en el filme una cuádruple dramatización de las cosas. Digamos que Leopoldo María habla de su padre y de su infancia rebelde. Habla el Leopoldo María creado por el propio Leopoldo María. Después le sigue la interpretación, o mejor dicho el recuerdo, de los otros miembros de la familia que le discuten o le ríen el chiste; a lo que se le suma la visión de Chávarri (y de Ricardo Franco en su película), representada por lo que se decide cortar y cómo. Por último, estamos nosotros, los mudos espectadores que observamos atentos el esperpento familiar. Tras todo esto, creo haber llegado a eso de lo que quería hablar, y es sobre el Leopoldo María hecho personaje, el héroe de la locura nacional, el prototipo maldito. Un hombre que se tomó muy en serio todo lo que leía hasta el punto de convertirse en alguno de los versos que tanto admiraba: “¡Yo soy la herida y el cuchillo!” escribió Baudelaire en Las flores del mal (1857). Leopoldo María Panero, otro quijote nacido en la soledad tan fría y recurrente que es la familia. Tenía razón Michi con eso del fin de la raza, pese a que tenemos mucho por leer y dos tremendos ¿documentales? para revivirlos de vez en cuando.

El humor, pero el humor sin H es una de las salidas al desencanto, eso también es una cita del menor de los Panero. El humor sin H, dice, y la escritura. Para el desencanto entonces, Leopoldo María Panero:

Más allá de donde
aún se esconde la vida, queda
un reino, queda cultivar
como un rey su agonía,
hacer florecer como un reino
la sucia flor de la agonía:
yo que todo lo prostituí, aún puedo
prostituir mi muerte y hacer
de mi cadáver el último poema.

Share this:
Share this page via Email Share this page via Stumble Upon Share this page via Digg this Share this page via Facebook Share this page via Twitter

Comentarios sobre este artículo

  1. Ángel dice:

    Orgullo e identidad, después de leer este artículo de literatura y cine. Orgulloso de quien escribe (cómo escribe) e identificado con el tremendo atractivo de esos autores-personajes que trascienden la propia literatura. Nuestro Leopoldo María es uno de ellos, nuestro último poeta maldito, cómo le hubiera gustado arrastrarse por las calles con Poe o acompañar a esas «mujeres» de Baudelaire.
    En fin, que estupendo artículo con numerosos recuerdos de la relación íntima entre la literatura y el cine.

Comenta este artículo

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.

You may use these HTML tags and attributes: <a href="" title=""> <abbr title=""> <acronym title=""> <b> <blockquote cite=""> <cite> <code> <del datetime=""> <em> <i> <q cite=""> <s> <strike> <strong>