Lo tuyo y tú
Antes sí, ahora también Por Damián Bender
Ser un artista prolífico tiene sus dificultades. Los primeros trabajos son lo más sencillo: el autor se va conociendo al mismo tiempo que se da a conocer, es una fase de descubrimiento tanto para el público como para consigo mismo. Luego llega la madurez, la seguridad y el pulso firme, la idea clara frente a un público devoto. Pero cuando se llega al punto de ser reconocido y esperado, viene la crisis. ¿Para dónde seguir? ¿Es conveniente cambiar de rumbo? ¿Estancarse o reinventarse? Sin embargo, para un artista tan prolífico como Hong Sang-soo estas preguntas son insignificantes.
El director coreano ha encontrado un punto intermedio, un hueco en el cual mantener su cine fresco para los que lo tienen muy visto y al mismo tiempo abierto para el espectador nuevo y curioso. La clave para encontrar ese punto intermedio se encuentra fácilmente: dentro de su particular estilo.
Y es que Lo tuyo y tú contiene los recursos propios del cine de Sang-soo, los largos planos fijos, las “cortinas” musicales seccionando el celuloide, la repetición de situaciones para generar nuevos significados. Sin embargo, un pequeño cambio, una vuelta de tuerca en el enfoque narrativo revitaliza las imágenes y pone estos recursos estilísticos al servicio de lo que se quiere contar, en lugar de forzar a la narración para que encaje en un estilo.
¿Cuál es el giro? Que el epicentro del relato no es el habitual artista (en este caso artista plástico), sino el personaje femenino. Una personalidad tan enigmática como magnética que se transforma en la llave que hace que Lo tuyo y tú funcione. De hecho, podríamos decir que esta señorita llamada Minjung es la encarnación del minimalismo narrativo de Sang-soo: siempre igual y al mismo tiempo siempre diferente. Del mismo modo que las situaciones se repiten continuamente pero consiguen generar nuevos resultados, Minjung se desdobla, se niega a sí misma y se reinventa múltiples veces. Niega su identidad, asume cada momento con la misma vitalidad y salpica de frescura cada fotograma con cada una de sus iteraciones.
Las razones por las que se niega a sí misma no son explicadas en ningún momento. Quizás sea todo un juego, quizás su marcado alcoholismo borra todo rastro del pasado en su memoria. Como sea, eso no es lo relevante. Lo interesante reside en que las constantes iteraciones, los “reboots” de la memoria abren la puerta a las segundas oportunidades. Si en Ahora sí, antes no (Right Now, Wrong Then, 2015) Sang-soo nos hablaba sobre las segundas chances en el amor, en este caso Minjung al vaporizar los recuerdos permite que viejos (y no tan viejos) pretendientes intenten ganar su favor nuevamente. Y las coincidencias no acaban ahí, ya que las situaciones desopilantes que se van sucediendo se permiten reflexionar acerca del control en las relaciones humanas.
Como en Ahora sí, antes no, Sang-soo nos habla sobre ser nosotros mismos, sobre no cambiar nuestra esencia como personas. Y claro, Minjung es la encarnación de estas reflexiones. Todas las características de su personalidad hablan de un ser que no soporta las ataduras, que adora la libertad y la sinceridad, que no se traiciona a sí misma. Para estar con ella hay que aceptarla de la forma que es, en lugar de intentar cambiarla. El que entienda eso, verá recompensada su segunda oportunidad para hacer las cosas bien.
Tras dieciocho largometrajes, Hong Sang-soo no hace ningún giro drástico, pero tampoco necesita hacerlo: su minimalismo cinematográfico permite que cualquier detalle por mínimo que sea genere un cúmulo de nuevas variables a explorar dentro de la misma fórmula de base. No se reinventa, pero trae cosas nuevas a la mesa. Ser él mismo alcanza y sobra para sobresalir detrás de la cámara. El melón es más dulce, pero la sandía más refrescante.
[…] juega con una dinámica parecida como en Ahora sí, antes no (Right Now, Wrong Then, 2015), o Lo tuyo y tú (Yourself and yours, 2016) –por cierto esta última estrenada también en 2017, otra vez más el […]