Los exámenes

El ritmo corrompido Por Damián Bender

Expresado brevemente, el ritmo cinematográfico está determinado no por la duración de los planos montados, sino por la tensión del tiempo que transcurre en ellosAndrei Tarkovsky

Dentro de la avanzada del cine rumano, que ha pasado de ser una novedad a establecerse como uno de los principales animadores del cine de festivales, es posible reconocer a cada autor como portador de inquietudes y características particulares. Si habláramos de Radu Muntean es posible señalar la barrera que pone entre el espectador y la mente del protagonista, de manera que solo podemos conjeturar acerca de por qué toma tal o cuál decisión. En el caso de Cristi Puiu es obligatorio mencionar lo despojado de su manera de filmar, exenta de artificios y enfocada en el naturalismo más estricto. Y si nos enfocamos en Cristian Mungiu, hay que hablar del director más “dramático” del movimiento.

Esto no es precisamente algo malo, simplemente señala una de las características más importantes de su cine. Mungiu es un director que siempre elige con mucho cuidado y conciencia social los temas de sus películas, de manera que sus historias tienen una fuerte carga emocional sin dejar de hablar del pueblo rumano en general. Un ejemplo muy claro de esto es 4 meses, 3 semanas, 2 días (4 luni, 3 saptamâni si 2 zile, 2007), un crudo drama ambientado en la Rumania comunista que trata la temática del aborto a base de planos secuencia, un gran trabajo actoral y la construcción de unos personajes que se sienten auténticos, sin forzar situaciones deliberadamente para “shockear” al espectador.

Los exámenes

En el caso del film que nos atañe, las cosas siguen más o menos por el mismo rumbo. Los exámenes (aka Graduación) se perfila rápidamente dentro de los cánones del cine rumano en general y de Mungiu en particular, en el cuál se nos cuenta la historia de Romeo, un padre muy preocupado por el futuro de su hija Eliza. Ella necesita redondear un promedio de excelencia para obtener una beca en una universidad inglesa y le faltan unos pocos exámenes, pero las cosas se complican cuando es atacada por un desconocido cerca de su escuela. Ese acontecimiento particular funciona como catalizador para desencadenar la serie de eventos que suceden en la película y que abren la puerta a una serie de temáticas.

El personaje de Romeo es el eje sobre el que gira la narrativa y la cámara lo sigue constantemente. Mungiu nos invita a seguirlo y a contemplar su lenta transformación, o mejor dicho, su desenmascaramiento. Bajo la fachada de un tipo honesto y correcto se esconde un individuo con varios secretos y una voluntad más corrompible de lo que se supone. La corrupción del personaje a lo largo del largometraje es representativa de una sociedad toda, y el director muestra que los actos de corrupción a veces pueden tener la mejor de las intenciones y que también, se pueden dar en todos los estratos de la sociedad al devolver un favor por otro. La mancha de Romeo es la de Rumania como nación, y las esperanzas en el futuro no son alentadoras.

Por eso, mejor que los hijos tengan un futuro afuera. Que se escapen si tienen la oportunidad. Por eso la beca es tan importante, porque sino Eliza sería otro miembro más de una sociedad perdida que no encuentra ni encontrará el rumbo. La impresión que deja Mungiu sobre los rumanos es la de un pueblo que reniega de sí mismo, que ha quedado tan marcado por las últimas décadas que ha perdido gran parte de amor propio: hay que salvar a nuestros hijos mientras podamos, porque aquí nos hemos quedado estancados. En la Sieranevada (2016) de Puiu ya se notaba algo de esto, pero había una estela de positivismo enmarcada en la unión familiar, en los ritos tradicionales, en el buen humor de ciertos personajes. En cambio, Los exámenes (aka Graduación) nada en los grises, en la denuncia y la desazón.

Por desgracia, la desazón es algo que también corrompe la puesta en escena. La película transita por las temáticas y las situaciones con un ritmo interno débil que nunca logra levantarse. En cierto sentido, la desazón en términos de interés que produce el filme deja entrever uno de los riesgos que atraviesa al cine rumano: si la puesta en escena, si el ritmo interno de las acciones que transcurren en el plano no se trabaja bien, la película cae irremediablemente. Al utilizar tan pocos planos, la composición de cada uno en particular tiene que trabajarse meticulosamente, de modo que sean interesantes en particular y en relación con los demás.

Este hecho resulta extraño, porque Mungiu se destacaba principalmente por la atmósfera que destilaba su puesta en escena. La opresiva realidad comunista estaba manifestada en cada plano de 4 meses, 3 semanas, 2 días, y la distopía de la iglesia ortodoxa de Más allá de las colinas (Dupa dealuri, 2012) también se manifestaba desde el escenario y las interacciones de los caracteres en el espacio. Sin embargo, aquí una ambientación más cotidiana y austera le termina jugando en contra.

Otra razón recae sobre el personaje de Romeo. Si bien lo seguimos continuamente, apenas lo llegamos a conocer como persona. Sus relaciones con el resto parecen predeterminadas en lugar de orgánicas, ya que vienen de un pasado sobre el cuál no tenemos conocimiento alguno. Romeo es un cuenco vacío con unas directrices y un objetivo, pero sin una personalidad con la que empatizar. Sin empatía no hay cercanía, sin cercanía no hay drama.

Los exámenes

Los exámenes (aka Graduación) tiene temas sobre los que quiere hablar, temas que son interesantes. El problema es que falla a la hora de narrarlos. El ataque a Eliza abre la caja de pandora de la vida personal de Romeo, de modo que salen a la luz muchas cosas al mismo tiempo que seguimos los exámenes que restan, la investigación de la policía y la relación padre-hija. Tantos acontecimientos hacen que se pierda el foco de la historia principal y que los momentos más dramáticos pierdan fuelle. De esta manera, lo que nos termina quedando es una película interesante en sus temas, pero anodina en lo audiovisual.

No se pueden negar las buenas intenciones de Mungiu, pero por las razones mencionadas anteriormente Los exámenes (aka Graduación) se siente plana, incapaz de llegar con la fuerza suficiente para dejar huella en el espectador. Sin embargo, sienta un precedente para los realizadores coterráneos del director: en un cine como el rumano, la puesta en escena es el principio fundamental y también puede ser el fin.

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