Los Ulises, Dios sabe, Vikingland
2ª Edición Festival Cine Al Margen: Notas de los márgenes Por Déborah García
–Los Ulises-
No parece, ni creo que sea una casualidad, que los directores de este documental hayan decidido titular su trabajo con el nombre del legendario héroe griego de la guerra de Troya que luchó durante años de manera incansable por regresar a su casa. Los Ulises de Agatha Maciaszek y Alberto García muestra la manera en que viven unos inmigrantes en la zona montañosa de Ceuta desde que en el año 2008 un grupo de 57 de ellos abandonara el centro de estancia temporal cuando la deportación parecía inminente. Su intención es presionar al gobierno para que les dé una solución, bien para volver a sus hogares o para cruzar el estrecho. Todos ellos se instalan en un monte cercano a la ciudad, decididos a sobrevivir y a resistir los unos junto a los otros. Las imágenes del documental recogen los testimonios de algunos de ellos donde relatan el camino que han tenido que recorrer desde que abandonaran sus casas, el tiempo pasado en el Sáhara entre viento y arena, la ausencia de casi todo a excepción de un interminable horizonte.
Con sus familias siempre presentes y con la esperanza puesta en esa promesa de la tierra llena de oportunidades se encuentran atrapados en el monte, pero también entre la realidad y el deseo. La presencia de la cámara nos permite contemplar las discusiones en el grupo. Algunos quieren dejar el monte y volver al centro, otros insisten en continuar, la única constante es el deseo de todos ellos de alcanzar alguna solución. Los Ulises no solo funciona como denuncia, los directores han querido también establecer una relación entre las familias y los inmigrantes. Algunos de ellos grabarán mensajes para sus familiares, contándoles la situación en la que se encuentran para sorpresa de muchos de ellos, que desconocían el estado de abandono en que vivían. Los Ulises, tomaba como punto de partida las paredes con fotografías de las casas de la India y avanzaba hasta Ceuta. Estas idas y venidas no abandonan nunca la totalidad del documental y funcionan a modo de carga emocional, lo que nos permite empatizar tanto con los inmigrantes como con sus familias y ver la evolución que han sufrido los protagonistas, tanto física como mentalmente, desde aquellas fotos en la pared. Mediante esta serie de misivas audiovisuales, los jóvenes indios advierten a sus familiares y a las comunidades de las que salieron que no confíen en las mafias y que viajen de manera legal, y es también a través de los mensajes que graban sus familiares como se transmiten el apoyo y los mensajes de ánimo y de esperanza.
El total abandono por parte de las autoridades, la incertidumbre en la que viven, la angustia de lo que han dejado atrás, y el tiempo que viven fuera de la sociedad, aislados y alejados de todos, les obligan a funcionar como una familia y apoyarse los unos en los otros. Son momentos que traducen la grandeza del ser humano, que aún estando en situaciones precarias es capaz de entregarse al prójimo. Los Ulises viven inmersos en una realidad que los va rompiendo poco a poco, y así, cuando el documental va llegando a su fin, algunos de ellos declaran que solo quieren volver a ser personas.
–Dios Sabe–
En Dios Sabe Silvia Rey graba desde Lorca, la ciudad que en 2011 quedó devastada por los terremotos que acabaron con la vida de ocho personas y dejaron el pueblo en ruinas. Al comienzo del film, la cámara se desplaza por el pueblo recorriendo el mismo camino que trazó el sismo el 11 de mayo de 2011. La cámara de Silvia Rey permanece estática mientras captura la vida que continúa en Lorca. Máquinas que terminan el trabajo que inició el terremoto derrumbando edificios, grupos de arquitectos que comprueban el estado de las iglesias, conversaciones de lugareños… la cámara irá variando su posición durante el documental. En algunos momentos mantendrá la distancia adecuada para erigirse como testigo, en otros ella y su directora son un habitante más de Lorca. Son varios los momentos en los que las mujeres se dirigen a ella directamente, es ese instante en el que la directora se graba desde la penumbra del espejo, un habitante más intentando comprender.
De los planos medios durante las conversaciones a las panorámicas que registran toda la ciudad, el cambio rige el documental yendo desde las historias más personales a una reflexión más profunda, que va abriéndose paso poco a poco y que toma Lorca y lo que allí sucedió como excusa. El documental de Silvia Rey propone una interesante reflexión desde la particularidad y lo íntimo de aquel suceso y sus repercusiones en la vida diaria. Es una revisión sobre aquellas formas que son destruidas y desaparecen, y aquellas que continúan aún en ruinas. Por la cámara, que funciona como filtro, van sucediéndose los habitantes, los obreros, los componentes de una excavación arqueológica… y a veces se cuelan silencios e imágenes rotas. ¿Qué cosas permanecen y cuáles desaparecen? ¿No es terrible cómo un mundo da paso a otro mundo en un continuo darwinismo de la supervivencia? Lo viejo permanece y lo nuevo desaparece.
Si bien el documental de Silvia Rey da cuenta de todo aquello que ha sobrevivido al terremoto, si su cámara va captando todo aquello que perdura aunque sea en ruinas, ¿qué es lo que hemos dejado de ver? Dios Sabe es ante todo la certeza de que hay un flujo de ausencias, y nos permite comprender en qué medida lo que ha sobrevivido desde los tiempos más remotos impone una manera específica de comprender la vida de las formas y las formas del tiempo. Esa es la energía residual que transmite el documental, esas improntas de la(s) vida(s) pasada(s), “la muerte apenas evitada y casi continua”, el fantasmal principio de la vida sigue.
–Vikingland–
Xurxo Chirro ha tenido que esperar mucho tiempo a que le reconozcamos el gran trabajo que ha hecho con Vikingland. El origen de este film hay que situarlo cerca del año 2007, cuando por casualidad se encontró con casi veinte horas de material filmado por un marinero amigo de su padre llamado, Luis Lomba. El origen de todo es un diario fílmico que Luis comenzó a grabar para su familia después de adquirir una videocámara en los años noventa. Lo que en un principio fue un medio para mantenerse en contacto con sus seres queridos, ha visto multiplicado sus significados cuando todo este material ha ido cobrando forma después de pasar por las manos de Chirro. El acercamiento de Luis a la cámara, su mirada de videoaficionado hacia las situaciones cotidianas, el retrato de esos momentos de soledad en su camarote, y en definitiva los momentos rutinarios que suceden en el barco, no restan interés al conjunto de un trabajo que transmite la fascinación total que siente Luis por la cámara y por el hecho mismo de filmar.
Vikingland
Xurxo Chirro ha ordenado todo el material a modo de capítulos, que llevan por nombre: tripulación, Luis, frío, navidad, trabajo, cubierta, hielo o blancura. En todos ellos, Luis va recogiendo los retazos de la vida que ocurre. Esta estructura narrativa en forma de episodios contribuye al ritmo y a la cohesión de Vikingland, de la que el director ha afirmado que es una trasposición de Moby Dick.
Si al principio todo el material se limitaba a su función como diario, o como cartas entre el marinero y su familia, tras pasar por el filtro de Chirro Vikingland acaba erigiéndose como una obra que ha multiplicado sus significados.
Un documental imprescindible con el que reivindicar, incluso homenajear, a esos hombres y mujeres que viven en altamar, a esas formas de vida que la mayoría desconocemos, y sobre todo, una mirada fascinada a esos paisajes, auténticos desiertos de agua helada, de los que tenemos noticia gracias a trabajos como este. Pero Vikingland no solo interesa por lo que Luis registra, por todos esos quehaceres que se suceden, por esa cotidianeidad que ha alcanzado el estatus de documento con mayúsculas; lo que realmente engancha es la propia figura de Luis, tras la cámara, como ojo que todo lo ve, y frente a ella, como presencia total y constante que vampiriza su entorno y a su vez es subyugado por él. Luis por momentos me recordó a Pedro P (Arrebato, Ivan Zulueta, 1980), y confieso que hubo un momento en que lo vi desaparecer. Estaba de espaldas, agarrado a la baranda, mirando al mar, y probablemente pensando: “No es a mí a quien le gusta el cine, es al cine al que le gusto yo”.
Me parece interesante que en Internet existan este tipo de tratamientos en cuanto a lo que muchas y muchos necesitamos saber acerca de estos temas tan importantes. Este tipo de documentos online se notan que tienen un grado de exigencia importante en su investigación, de cuidado en su tratamiento para los lectores interesados en los temas correspondientes y he podido quedar muy bien informada con este artículo. Es de recomendar para las personas interesadas sobre inmigración, abogados de inmigracion y abogados de migracion.