Más allá de las montañas

(Together) We Will Go Our Way Por Fernando Solla

Time heals everything
Tuesday… Thursday…
Time heals everything
April… August…
If I’m patient the break will mend
And one fine morning the hurt will end
So made the moments fly
Autumn… Winter…
Time Heals Everything (Jerry Herman, 1974)

Siguiendo con algunas líneas argumentales de sus últimos títulos y con su preocupación demográfica como elemento configurador de la identidad del individuo, el realizador chino Jia Zhang-Ke nos propone un largometraje que convierte el superávit emocional en su mejor baza para construir un atípico y apasionante melodrama futurista que es, además, una excelente y singular muestra de autoría cinematográfica.

El cineasta nos cuenta la historia de los personajes cronológicamente pero en tres tiempos o episodios diferenciados. El discurso narrativo impregnará fuertemente el argumento en todo momento. Empezamos en 1999, en Fenyang, una población minera. Una joven Tao (Zhao Tao) tendrá el corazón dividido entre dos amigos de infancia, Zhang (Zhang Yi) y Liangzi (Liang Jindong). El primero tendrá acceso a educación superior y un futuro empresarial prometedor y el segundo se gana la vida en una mina de carbón. Durante un prólogo de más de tres cuartos de hora (presentado en formato 1.37 : 1), asistiremos a la última primavera del siglo veinte. Los acontecimientos sucederán de una manera determinada y nos trasladaremos a 2014 (y a un formato 1.85 : 1). Conoceremos los movimientos sentimentales y migratorios (o sedentarios, depende el caso) de los personajes. En cualquier caso, errantes. La tercera etapa nos sitúa en 2025 (en 2.35: 1) y localiza el peso y desarrollo del argumento en Dólar (Dong Zijiam), el así bautizado hijo de Tao. La acción se trasladará a Australia y los dialectos chinos cantonés y mandarín dejarán de ser el idioma de expresión habitual para dar paso al inglés.

A nivel de contenidos, Más allá de las montañas recupera la problemática del estancamiento rural (así como de sus oficios, especialmente la minería) en detrimento de la expansión exponencial de las metrópolis globales. Esto nos acercaría a Un toque de violencia (Tian zhu ding, 2013), el anterior trabajo del autor. En este caso, la reflexión sobre la China contemporánea se mantiene, pero la división en tres tiempos (pasado – presente – futuro) avanza la falsedad de la promesa de su desarrollo, así como la de sus habitantes. De alguna manera, el estancamiento del país se traslada a los protagonistas. La necesidad de cambio se mostrará a través de la huida o vuelta a otras provincias o, incluso, continentes.

Más allá de las montañas

La indecisión sentimental será algo que también se desarrollará a tres tiempos. Relaciones de pareja, paternidad, identidad cultural e individual, organización familiar, cómo la casualidad territorial y lingüística nos condiciona, cuestionamiento de los modelos afectivos tradicionales, consciencia de clase… El guión, también de Jia Zhang-Ke, no ha impuesto límites temáticos pero sí que ha conseguido una sintonía entre todos los palos que toca, con una profundidad alegórica y una reflexión íntima y directa sobre la memoria polifónica de los personajes. Ampliando el discurso narrativo desarrollado en anteriores títulos, el autor ha conseguido que la transversalidad sociológica de su propuesta parezca delimitada por las circunstancias de la historia ficticia e individual de sus personajes.

El interés del argumento así como su desarrollo y preeminencia como ejemplo genérico son notables. Pero lo que sin duda sobresale del título que nos ocupa es la capacidad expresiva del estilo del realizador. Su talento para integrar los elementos tradicionales en la historia específica que quiere contar es apabullante. El cambio de formato en función de la temporalidad se combina con imágenes que parecen sacadas de algún archivo televisivo para mostrar las celebraciones de año nuevo y las salidas a la discoteca del trío protagonista. Esta técnica parece prolongar la inmersión en el género documental que el autor desarrolló en Historias de Shangai (Hai shang chuan qi, 2010) pero aquí, lejos de victimizar a sus protagonistas, parece que el cambio de formato cinematográfico les dota de todo el desarrollo interior que la elipsis nos oculta.

La fotografía de Yu Lik-wai resulta imprescindible para mostrar esta evolución. De los primeros planos del triángulo principal de personajes del primer segmento, la apertura del obturador será progresiva durante el segundo. Una vez ya hemos participado del desencanto anímico de todos ellos, la digitalización del tercer segmento vendrá acompañada de grandes planos generales y se incluirá al paisaje de una urbe australiana con panorámicas en las que el personaje de Dólar, (heredero) de la (in)capacidad comunicativa de sus predecesores, parecerá encontrarse perdido. El trabajo es de un rigor absoluto, así como su capacidad tanto expresiva como vehicular del desarrollo del argumento y los personajes.

Más allá de las montañas

Finalmente, el impacto acumulativo de todo lo explicado anteriormente, provoca una especie de la catarsis espacio-temporal al trasladar el último tramo del largometraje al futuro. Situar el presente del espectador (y de algunos personajes) en 2024 con el uso de algunos objetos puntuales (teléfonos móviles, porteros automáticos, manuales escolares electrónicos) pero manteniendo siempre el tono conseguido anteriormente supone una experiencia lingüística digna de estudio. Del mismo modo, la plasmación de la capacidad de la música para rememorar momentos e inmortalizar otros que no recordamos vívidamente pero que retomamos a modo de déjà vu es algo insólito, digno de admirar.

Por el éxito rotundo, tanto estético como narrativo, de las imágenes como reflejo del estado de los personajes y, especialmente, por la capacidad de plasmar cómo algunos sentimientos se modifican con el paso del tiempo y otros no, cómo algunas tradiciones (manera de cocinar, de celebrar…) perduran y otras cambian, cómo la lejanía de la tierra de origen impacta en nuestra manera de entender el mundo influenciando en nuestra necesidad de partir o regresar… Por todo esto, Más allá de las montañas resulta un filme imprescindible. Y, sin querer desvelar más de lo necesario, la secuencia final, donde se muestra el choque idiomático entre miembros de la misma cultura y familia que necesitan de traductor para poder comunicarse, resalta la épica individual e interna que supone para cada uno el descubrimiento de la propia identidad y del mundo que nos rodea. El trabajo de Jia Zhang-Ke con este título destaca, en última instancia, por la capacidad del autor para investigar y desarrollar el lenguaje cinematográfico en paralelo a la historia narrada a través de un apasionante ejercicio en el que el realizador se convierte, a la vez, en pupilo y maestro. Y nosotros con él.

Share this:
Share this page via Email Share this page via Stumble Upon Share this page via Digg this Share this page via Facebook Share this page via Twitter

Comenta este artículo

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.

You may use these HTML tags and attributes: <a href="" title=""> <abbr title=""> <acronym title=""> <b> <blockquote cite=""> <cite> <code> <del datetime=""> <em> <i> <q cite=""> <s> <strike> <strong>