Matterhorn y About Cherry

Por Jose Cabello

El sábado 9 de noviembre concluyó mi cobertura al festival de LesGaiCineMad, de entre los cuatro largometrajes a competición que se proyectaron ese día en el Ateneo de Madrid, Facing Mirrors (Aynehaye rooberoo, Negar Azarbayjani, Irán 2011), Two Weddings and a Funeral (Du Bunui Gyulhonsikgwa Han Bunui Jangryesik, Kim Jho Gwang-soo, About Cherry  y Matterhorn, escogí estos dos últimos para despedirme de la edición número dieciocho.

La holandesa Matterhorn, ganadora en la categoría Mejor nuevo director en la Seminci de Valladolid este mismo año, pone en juego, de nuevo, dos mundos antagónicos: religión y homosexualidad, sirviéndose del encuentro fortuito entre un calvinista modélico, Fred, y un adulto cuya edad mental se asemeja a la de un infante, Theo. Al principio, el religioso se beneficiará del acercamiento para paliar su aburrida existencia marcada por las misas, los cantos ante la mesa, las bendiciones y sobre todo, la soledad. Pero el desamparo del otro hombre, que no tiene adonde ir, le despierta un enorme sentimiento de protección. Mientras, el pequeño pueblo donde se desarrolla la historia, se baña en habladurías y conjeturas sobre la relación entre ambos.

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Matterhorn

La comunidad hostiga a Fred en un intento desesperado de llamar su atención como una aproximación al mundo Simpsons cuando los torpes reclamos del reverendo Lovejoy no surten efecto en esta peculiar familia, pretendiendo evitar así el hipotético desvío por la senda señalizada, como cuando una oveja se descarría y el pastor, acto seguido, la golpea para volver a encauzarla, extraños términos utilizados también en la nomenclatura religiosa. No hay rebaño sin pastor, ni pastor sin lobo. También esta figura adquiere relevancia como último recurso de uno de sus vecinos que, atormentado por el pecado que rodea su barrio, monta en cólera advirtiendo que el
anticristo llegará tratando de amedrentar a un Fred al que cada vez le importa menos el pensamiento ajeno. A consecuencia de este cambio de chip, la siguiente escena confiesa el devenir de los protagonistas, mientras el gentío camina en dirección a la iglesia en domingo, Fred y Theo pasean a contracorriente de la afluencia. Ellos visten de color, el tumulto de negro. A pesar de las vicisitudes externas, la relación se consolida y la distancia emocional entre los dos hombres que viven juntos es cada menor. Como resultado, un efecto dominó arrambla con los recuerdos íntimos pretéritos del dueño de la casa, que queda desnudo y termina usando a Theo como un elemento terapéutico para olvidar la pérdida de su mujer y su hijo.

Las escenas de tono lánguido y pausado se sustituirán al emerger la sangre nueva, dimanando una inflexión divertida cuando Theo se descubre como un jocoso imitador de sonidos guturales de animales. La última ola rompe contra Matterhorn cuando este insólito elemento alegre es desplazado por el descubrimiento de la vida pasada del inquilino, y con este portazo repentino el calvinista removerá sus entrañas dejando paso a un deseo que había enterrado a dos metros bajo tierra.

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Matterhorn

Aún hoy, hay productoras o distribuidoras que osan etiquetar bajo tag homosexual films que, pasando de largo de esta temática, establecen como única conexión la sexualidad de uno de los personajes secundarios, o de algún figurante que pasaba por allí, otorgando ese toque arcoiris a cualquier elemento foráneo a la trama que a priori ya destila desconfianza en la fabricación del producto.

Éste es el caso de About Cherry, no meritoria de ninguna proeza salvo de encontrar hueco en un festival de temática LGTBI. Todo comienza con la recurrida estampa de chica joven y rubia que huye de su estancada vida en un pequeño pueblo americano para llegar a la gran ciudad, San Francisco, donde pretende ganarse la vida trabajando sin miramientos. La fortuna de esta rubia muy legal galopa y el primer puesto ya apunta alto, entrando a trabajar como camarera en un bar de striptease, pero no en cualquier bar, un bar chic, lleno de clientes con glamour, bien vestidos, entre ellos James Franco. La película advierte porque el que avisa no es traidor. Y dos minutos más tarde, sobrevuela la idea de hacer porno, no por necesidades económicas, ni por gusto, porque ella tampoco parece divertirse, aunque bastante difícil resulta adivinar si una cara muestra felicidad o tristeza cuando hay más expresividad en un muro de hormigón

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About Cherry

Los aciertos continúan generándose en cadena y el broche lo ponen unas escenas aparentemente subidas de tono en los set de rodaje, donde el target al que previamente etiquetaron agradecerá infinitamente la oportunidad de observar los genitales de la protagonista humedecida entre su ropa íntima. Al igual que su metahistoria, About Cherry goza de las cualidades de la generalidad del cine porno: ante una incongruencia, zas, teta a la vista, pero eso sí, no tendrá cabida pornografía de mal gusto ni siquiera explícita, todo desarrollado en un marco idílico de falso glamour.

LesGaiCineMad finaliza dejando atrás nueve intensas jornadas donde intenté dejar huella de mis impresiones, ilustrando el día a día del festival para terminar encantado con esta pericia que supuso mi primera relación, pero no la última, con este evento.

Sin embargo, la huella la dejó LesGaiCineMad en mí. Al zambullirme en la profundidad de esta temática se alteró algo en mi cabeza, para bien, fruto de la presencia en debates, puestas en común o coloquios con los diferentes directores, que confluyen aún en mi interior para dilucidar que la única postura posible a la hora de abordar la problemática LGTB es, al menos socialmente, seguir apostando por la visibilidad.

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