Mi amiga del parque

Gallinas que defienden a sus pollitos Por Fernando Solla

La realidad tiende a desaparecerNicanor Parra

La sección Transicions del D’A2016 participa del debate sobre la maternidad que propone la realizadora Ana Katz con la proyección de su última película, Mi amiga del parque. También actriz, coguionista y productora, la autora nos cuenta la historia de Liz, madre primeriza de Nicanor, que se encuentra algo desconcertada asumiendo su situación en solitario, ya que su marido está rodando un documental dentro de un volcán y sólo coinciden eventualmente vía Skype. Un día conocerá a Rosa en el parque, que también empujará un carrito, el de Clarisa. Entre ellas se establecerá una relación a medio camino entre la amistad, la curiosidad y la duda, así como una insólita y peculiar cadena de favores. El resultado será una heterodoxa fusión de géneros. De la comedia costumbrista al drama interior, pasando por el thriller psicológico.

El ideario del filme está fuertemente influido por los versos del poeta centenario Nicanor Parra, nombre que se citará un par de veces durante el desarrollo del largometraje y que, además, convertirá en tocayo al hijo de la protagonista. Parece como si Katz hubiera querido adaptar el estilo de la poesía del chileno al formato cinematográfico, construyendo un discurso ante todo realista con algunos toques de surrealismo que muestran la desorientación de los personajes, así como la incomprensión sobre sí mismos que les embarga en muchos momentos. Personajes confusos y contradictorios, víctimas de una crisis ideológica moderna de la que no consiguen escapar, pero que les expone y les convierte en seres desprotegidos y desamparados. Circunscribir el filme a medio camino entre el drama y el thriller es un acierto que muestra perfectamente la angustia y aturdimiento de la protagonista.

MI AMIGA DEL PARQUE

Uno de los puntos fuertes de la propuesta de Katz es su capacidad para moderar el debate, incluyéndolo en la trama de manera nada discursiva, sino a través de la caracterización demográfica y de clase de los distintos personajes que interactúan con Liz (Julieta Zylberberg). Así veremos cómo las inquietudes de la protagonista se ven contrastadas por las opiniones (más o menos invasivas) del pediatra (Tomás Newkirk), la canguro – asistenta Yazmina (Mirella Pascual), así como del resto de madres y algún padre que coinciden con sus hijos en el parque en el que se reúnen todos. No sabremos si este espacio, salvoconducto entre la vida maternal urbana y la naturaleza, será un espacio de libertad o el choque más crudo contra la fría realidad que los envuelve a todos.

Las réplicas entre Liz y Rosa (Katz) cuestionan muy acertadamente los cimientos sobre los que creemos construir una amistad al conocer a otra persona. Y en la secuencia del primer encuentro entre ambas mujeres (parque – restaurante) se consolida un segundo debate sobre el conflicto de clase, también muy importante en la película que nos ocupa. Mientras los lazos entre los demás padres se estrecharán en función de los posibles de cada cual y su interacción con la maternidad se entenderá como un conjunto de reuniones que se celebrarán alternativamente en un domicilio u otro de los miembros del grupo que coincide en el parque, únicamente para compartir “miedos, angustias y ansiedades”, el espacio de libertad que se establecerá a partir de la aparición de Rosa será también el que planteará las dudas y desencadenará el thriller.

MI AMIGA DEL PARQUE 2015

El tercer puntal sobre el que descansa la propuesta de la autora es no reducir el retrato de los personajes femeninos protagonistas al de madre soltera (o sin marido presente) versus el resto. A partir de los roles de Liz y Rosa, a los que se sumara el de Renata (Maricel Álvarez), hermana de la segunda, profundizaremos en las motivaciones de las tres mujeres y veremos las diferencias inherentes a cada una de ellas. De nuevo, la capacidad de observación (antes que la discursiva) nos hará entender a una madre que quiere serlo pero que no sabe cómo; a otra que quiere serlo y a ojos del mundo lo es pero que por motivos que no conoceremos no lo es (al menos biológicamente) y a otra que ni sabremos si quiere desarrollar su maternidad o no, pero que no está dispuesta a renunciar a ninguno de los otros factores vitales que le prometen un mínimo de felicidad. A partir de estos tres retratos experimentaremos las dudas sobre si el estado de ánimo se transmite a los niños; la importancia o no de la lactancia para estrechar el vínculo entre los dos implicados; la validez de los métodos antiguos de crianza hoy en día… Dudas y preguntas siempre integradas o en la acción o en la descripción de los personajes.

Finalmente, resulta curiosa la elección del personaje de Rosa por parte de la realizadora. Defendiendo el papel catalizador del conflicto interno de los demás, la autora parece transformar su labor como directora del filme, también en la realidad de la ficción que está desarrollando. Este ejercicio metacinematográfico no hace más que sumar a una película en la que también queda excelentemente reflejado cómo influyen en la comunicación de las relaciones humanas (concretamente en las de pareja) las nuevas tecnologías, estableciendo unos vínculos que difieren de la pareja tradicional. Como en todos los aspectos tratados en Mi amiga del parque, Katz no formulará ninguna respuesta, ni tan siquiera demasiadas preguntas, sino que evidenciará un estado de ánimo colectivo, pero especialmente, cómo afecta eso a cada mujer, individualmente.

La metáfora del uso del coche también está muy presente en la obra de Nicanor Parra. Y aquí se usará para amplificar la resonancia del viaje interior que realiza la protagonista. El poeta veía a este vehículo como una silla con ruedas y el personaje de Rosa evidenciará la necesidad, para una mujer que vive sola, de un automóvil para poderse desplazar por la vida libremente. La aceptación de la situación y ese viaje final cierra la propuesta con una fuerte y certera carga dramática, reflejando cómo la colectividad convierte a las protagonistas en una especie de paralíticas sociales. La única y precisa reivindicación de la autora será pues la negación del punto de vista unilateral a través de un discurso narrativo cinematográfico contextualizado en el realismo pero, antes que nada, plasmando sus excepciones cotidianas.

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