Monstruos University

We scare because we (care) can Por Fernando Solla

“Que gane el mejor monstruo”Sullivan en Monstruos, S.A. (Monsters, Inc., Pete Docter, Lee Unkrich, David Silverman, 2001)

Después del visionado de ésta, la última propuesta de Pixar, y una vez planteadas y superadas tanto las expectativas como las dudas (más que razonables) sobre la necesidad de un nuevo acercamiento al mundo de estos monstruos, un único adjetivo se me ocurre para calificar a este largometraje: coherente. No es casualidad que la primera imagen que veamos en pantalla sea la de una paloma bicéfala picoteando sobre el asfalto, ave que en esta ocasión no será un símbolo de paz, sino que nos representa a nosotros, los espectadores. Dan Scanlon, el realizador, asume desde el primer momento que el respetable, a pesar de disfrutar de un visionado plenamente satisfactorio, no podrá resistirse a rememorar y revisitar la película original.

Y aquí tenemos el primero de los aciertos de Monstruos University: la doble liberación con respecto a la secuela del año 2001.

Ya que, en primer lugar, el realizador asume desde un principio que no va a mejorar (ni tan siquiera igualar) a la cinta predecesora y, en segundo lugar, que el universo de los Monstruos ya está creado y, sobretodo, afianzado en nuestra memoria y, por tanto, sólo queda recrearlo.

Cuando Pixar plantea un nuevo proyecto el reto a cumplir suele ser crear el mejor de los mundos posibles. Sea el que sea nuestro largometraje favorito, si seguimos esta premisa entendemos que en el planteamiento (siempre ha de haber la excepción que confirme la regla, en este caso la trilogía Toy Story) no tiene cabida la secuela. Los increíbles (The Incredibles, 2004) y Ratatouille (2007), ambas de Brad Bird, o Wall·e (Andrew Stanton, 2008), quizá las más adultas de todas las propuestas del sello, así lo atestiguan. Tras el chasco que supuso Cars 2 (John Lasseter y Brad Lewis, 2011) los máximos responsables de Pixar vieron amenazado su puesto privilegiado como estandartes de la animación occidental y para mantener su poder dominante decidieron echar un vistazo a las tendencias imperantes en el mercado cinematográfico actual, que después de explotar al máximo sus blockbusters con secuelas y trilogías, centraba sus esfuerzos y presupuestos en experimentar con reboots, precuelas y spin-offs. De este modo, volveremos a Buscando a Nemo (Finding Nemo, Andrew Stanton y Lee Unkrich, 2003), cediendo todo el protagonismo a la pececilla Dory, uno de los personajes antológicos de la factoría y, por otro lado (y ahora sí), ya tenemos contextualizada Monstruos University, precuela y a la vez reboot de Monstruos, S.A (Monsters, Inc., Peter Docter, Lee Unkrich y David Silverman, 2001).

Si recordamos la primera parte, convertida en secuela dentro de este juego cinematográfico, ya descubrimos que el poder de la risa como recurso energético es diez veces más potente que el del grito. Por tanto, seguir explotando el trabajo diario de Mike (voz de Billy Crystal) y Sullivan (John Goodman), como asustadores profesionales resultaría absurdo e incoherente. ¿Qué nos propone, en cambio, Scanlon? Una película mucho más adulta de lo que puede parecer a simple vista, más amarga a medida que abandonamos la sala de cine y rememoramos lo visto en nuestra memoria y, de regalo, un repaso bromista (y, aunque ocasiones, escarnecedor, celebradísimo) de títulos más o menos icónicos del género de terror y el subgénero cinematográfico universitario (y no) de las últimas décadas, véase por citar unos pocos, Una rubia muy legal (Legally Blonde, Robert Luketic, 2001), La teniente O’Neil (G. I. Jane, Rildey Scott, 1997) o la impresionante visita multicolor al momento cumbre de Carrie (Brian de Palma, 1976). Desconcierto entre los niños y perplejidad del público adulto.

Resumiré mi admiración por la película que nos ocupa en tres motivos principales. En primer lugar, la introducción al género de terror que el realizador sugiere al público más infantil (arriesgada y quizá, no nos engañemos, fútil). En segundo lugar, un inesperado, sorprendente y profundo análisis de las motivaciones equivocadas que pueden llevar a un adolescente a escoger una carrera universitaria e, incluso, la decisión de ir a la universidad. Por un lado conoceremos a profesores frustrados que arrastran a sus alumnos a su mismo estado anímico y, por otro, a rectoras como Hardscrabble (Helen Mirren) que tras su apariencia malvada nos hará ver que una carrera universitaria no asegura el éxito profesional, incluso muchas veces va en su contra (los que ya hemos pasado por ahí sabemos a lo que se refiere) Y finalmente, la exploración del miedo inherente a la psique de todo ser humano, en esa gloriosa secuencia en que Scanlon propone una inesperada vuelta de tuerca para explicar que el miedo a lo desconocido va a seguir ahí cuando seamos mayores, no importa nuestra edad. El miedo es hacia lo que no conocemos, lo que nos aparta de aquello seguro y tangible, conocido. Sutilmente marcado pero rotundo el efecto dramático y alegórico de que quizá no sea hacia lo desconocido, sino hacia lo olvidado. Los niños tienen miedo de los mayores vestidos de payaso y los adultos de un juguete encontrado en una habitación oscura. Un mismo objeto (una muñeca), en un contexto u otro, puede resultar terrorífico. Genial llamada de atención al público adulto, que a estas alturas del largometraje ya observa, completamente atónito y boquiabierto, su retrato en la gran pantalla

Monstruos University

Técnicamente, una vez más, los resultados son excelentes. Los mejores. Y aunque, como decíamos, el mejor de los mundos posibles para los monstruosos protagonistas ya está creado, se profundiza algo (poco) más en el lenguaje cinematográfico. Ya no nos impresiona que se cuenten uno a uno los pelos de Sullivan para aumentar el realismo de lo que estamos viendo, así que en esta ocasión damos un pasito hacia delante y dotamos de más expresividad a nuestros protagonistas, al servicio de la historia que estamos intentando contar, logrando una divertidísima reivindicación de lo nerd, poco o nada habitual en este tipo de propuestas (en el caso de Mike, contraponiéndolo al triunfador Sullivan), consiguiendo que por momentos tengamos la ilusión que nos enfrentamos a personajes de carne y hueso, un reflejo de nosotros mismos y no a un desfile de muñecos más o menos entrañables.  Y, para terminar, muy elegantes las conexiones con la secuela precedente, especialmente en lo que a los secundarios se refiere. Conoceremos el origen de la rivalidad entre Randall (Steve Buscemi) y nuestra pareja protagonista, así como los inicios de la CDA (Child Detection Army), a la vez que disfrutaremos del cameo especial de Henry J. Waternoose (ni más ni menos que James Coburn le prestó su voz en la cinta de 2001) y, sobretodo, de Rozz, aquel monstruo/a al más puro estivo Harvey Fierstein que hizo mítica la réplica de “I’m watching you Wazowski. Always watching…”. Curioso, pues, el uso del lenguaje cinematográfico (totalmente integrado con el narrativo y viceversa) del cine de animación para acercar la propuesta, precisamente, hacia el público adulto.

Finalmente, se agradece encarecidamente que el 3D no se utilice únicamente como excusa para encarecer el precio de las entradas y que también se aplique al guión y a la (como decíamos antes) recreación y desarrollo de la trama y los personajes, al servicio de los espectadores (de todas las edades), ya que les da elementos de conocimiento a los más pequeños y armas de defensa a los más mayores, recreando el lenguaje que tan de moda se ha puesto en los departamentos de recursos humanos de las empresas para las que trabajamos (fortalezas y áreas de mejora, competitividad, productividad…). Este acercamiento a la realidad inmediata, y a priori fuera de lugar en una película como Monstruos University, resulta casi obsesivo para el que esto escribe. Por un lado, el resultado me parece inferior al conseguido por Monstruos, S.A., pero el contenido es mucho más ambicioso que en la primera ocasión. No hay magia ni sorpresa, pero ¿cuál es la causa? Dan Scanlon hace que nos demos con un canto en los dientes y que nos demos cuenta que hemos crecido, que nunca más volveremos a sentir como el niño que fuimos, convirtiendo una película infantil en algo que, como la muñeca de párrafos anteriores, nos produce pavor. Somos adultos.

Seguiremos muy atentos a la sección adulta de largometrajes Pixar. De momento nos licenciamos (sin el excelente que buscábamos, pero con un logradísimo notable alto) con Monstruos University.

Share this:
Share this page via Email Share this page via Stumble Upon Share this page via Digg this Share this page via Facebook Share this page via Twitter

Comentarios sobre este artículo

  1. sofia martinez dice:

    Me gusta leer algunos análisis que hicieron sobre Monsters University pero sinceramente algunos son muy exagerados y entran en temas demasiados profundos cuando lo cierto es que esta película se hizo para entretener y divertir no sólo a los más pequeños sino también a los adultos. En lo personal no puedo decir más que la cinta es maravillosa, con un guion estupendo y que visualmente es un deleite.

  2. Fernando Solla dice:

    Y nosotros os agradecemos que nos leáis, compartáis y, en especial, que opinéis sobre lo que escribimos. Muchas gracias, de parte de todos los que formamos Cine Divergente.

  3. Crítica | Película | Monstruos University | Cine divergente Os adrezco el compartir con todos nosotros toda esta interesante información. Con estos granitos de arena hacemos màs grande la montaña Internet. Enhorabuena por esta web.

Comenta este artículo

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.

You may use these HTML tags and attributes: <a href="" title=""> <abbr title=""> <acronym title=""> <b> <blockquote cite=""> <cite> <code> <del datetime=""> <em> <i> <q cite=""> <s> <strike> <strong>