Napoleon Dynamite

Vote for the comedy Por Déborah García

En el año 2003, con apenas quinientos dólares de presupuesto, Jared Hess rodaba en 16mm y, en blanco y negro, el corto Pelucas. Aquel corto, donde el director seguía a un trío de estudiantes muy particulares, sería el punto desde el que se desarrolló el largo Napoleon Dynamite. Un año después, y producida por MTV films, el director mantuvo a los protagonistas, reprodujo casi por completo algunas escenas, y desarrolló una película que desde su presentación en Sundance fue encumbrada como la comedia independiente por excelencia. Napoleon Dynamite es la clase de película que cuando terminas de verla no te deja indiferente, o la amas o probablemente la odies. Muchos espectadores no son capaces de conectar con ella, y la critican por su ritmo pesado y por hacer gala de un humor que roza lo ridículo y estrafalario. Sea como sea, Napoleon Dynamite es una rara avis dentro de las comedias americanas. Su director se ha propuesto invertir, incluso eliminar, (no sé si conscientemente) los elementos que habitualmente funcionan en las comedias de instituto, para congraciarse con el espectador presentando un humor diferente, de lo inesperado, de la incongruencia, del comportamiento inexplicable. Jared Hess se sitúa entre el patetismo de Wes Anderson y la sordidez de Todd Solondz.

El protagonista, interpretado por Jon Heder, vive con su abuela, personaje que permanecerá ausente casi todo el tiempo porque se ha ido a hacer motocross y ha tenido un accidente, y con su hermano Kip (Aaron Ruell), un freakie de las salas de chat. Para cuidarles mientras su abuela está fuera, aparece su tío Rico, un hombre que añora sus tiempos como jugador de futbol americano y que se dedica a ganar dinero vendiendo tupperwares de casa en casa. La trama de la película se centra en mostrar como Napoleon ayuda a su amigo Pedro a ganar las elecciones del instituto.

El poder de Napoleon Dynamite se basa sobre todo en la fuerte personalidad de sus personajes, más que en las circunstancias que les rodean o el entorno. Napoleon es una persona extraña, y por su comportamiento podría parecer hasta algo retrasado. Todo en él, desde su forma de vestir hasta su expresión corporal, lo convierten en un personaje realmente antipático.

Napoleon Dynamite

Hay un rasgo en el personaje de Napoleon que me llama mucho la atención, su manera de arrastrar las palabras. Existen varias expresiones que caracterizan al personaje, una es gosh y la otra es su yes. Cuando le preguntan algo suele responder con un ¡Gosh!, palabra que pronuncia como dando a entender que la respuesta es una obviedad en su realidad. La otra, Yes, suele emplearla cuando algo le sale como el espera, y no es un sí que explosiona y de júbilo. Lo que transmite el personaje, no solo con su expresión corporal sino también con su forma de hablar, y por eso me parece tan importante resaltar este rasgo, es una especie de cansancio vital, como si para él todo su comportamiento, todas sus acciones respondieran a una perfecta lógica. Por eso sus respuestas suelen manifestar hastío, una especie de impotencia. Las personas que lo rodean, tanto con sus acciones como con sus preguntas, suponen un obstáculo, y ciertamente parece que Napoleon lleva esquivando obstáculos toda su vida.

Jared Hess realiza una comedia sobre perdedores, pero no lo explota como lo hacen otras comedias del estilo. En este caso, el nerd marginado no presenta un conflicto con la sociedad (generalmente representado con los compañeros del instituto o los padres). No es superior intelectualmente. El personaje de Napoleon destaca por mostrar inmadurez, una cierta inclinación a la fantasía, e incluso cuando durante la película se sugiere que se “enamora”, es un amor cándido y nada sexual. El director no explota este elemento como suele ser habitual en las comedias adolescentes. Siendo una comedia de instituto, carece de sexo, no hay bromas pesadas, tampoco existen los típicos rituales de iniciación tan característicos de las teen movies, y ni si quiera podemos ver una evolución en el carácter de los personajes, ni maduran, ni empeoran. En este sentido es una comedia estática. No hay una victoria colectiva de los nerds frente a los “normales” del instituto, como podría ser en el caso de La Revancha de los Novatos (Revenge of the Nerds, Jeff Kanew, 1984) en la que acaban imponiéndose a los deportistas y reivindicando la unidad de todos aquellos que alguna vez han sido marginados, mientras suena We are the Champions. En lo único que Napoleon se muestra superior, es en que realmente no busca ser aceptado, y el hecho de que no quiera encajar no es en absoluto una pose. El baile que realiza el día de las elecciones en el instituto, no es la culminación de una serie de acontecimientos que lo llevan a la victoria. Jared Hess no quiere reivindicar nada para su personaje. Es más, creo que si Napoleon Dynamite funciona es porque se aleja de los códigos clásicos del género, y explota al máximo la rareza de unos personajes que han llegado a convertirse en iconos de la cultura pop. El Vote for Pedro es prácticamente un símbolo del frikismo.

Ahora que la 60ª Edición del Festival de San Sebastián la incluye en su retrospectiva sobre la Nueva Comedia Americana es una gran oportunidad para revisarla y disfrutar de una propuesta atípica dentro del género.

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