Nevia

Maquillajes Por Pablo Sánchez Blasco

Los efectos del luto y de la ausencia (Un blanco, blanco día, Homeward). Las consecuencias psicológicas del terrorismo (Abou Leila). La familia como estructura en proceso de descomposición (Monsters, Algunas bestias). La intolerancia religiosa (Disco) y sexual (Adam). Las amarguras de la clase obrera (Nocturnal). De los inmigrantes (Oleg). De las mujeres (La Mami) y los menores (Nevia, All for my mother). Si algo han compartido las películas de la sección Talents 2020 ha sido mostrarnos la peor cara de nuestro mundo y, concretamente, las carencias de una Europa abocada a la demolición de sus valores históricos.

Vía crucis nocturnos y trayectos sin retorno hacia la nada. Trece historias dolorosas, incómodas de seguir, en ocasiones terribles; aunque también, en algunos casos, con finales de esperanza o puntuales momentos de ilusión. Alguna luz en los minutos finales de Homeward (Nariman Aliev, 2019) y Nocturnal (Nathalie Bianchieri, 2019). Un cierto aprendizaje tras las desgracias de All for my mother (Małgorzata Imielska, 2019) o en la mirada autobiográfica, y por lo tanto superviviente, de Nevia (2019), la primera película de Nunzia Di Stefano: un relato de adolescente atrapada entre el circo y la Camorra italiana, entre el espectáculo y los lazos familiares, que, para ser sinceros, no cuenta nada novedoso a nivel dramático, pero lo hace de un modo tan sensible y persuasivo, tan auténtico, en definitiva, que constituye una de las mayores sorpresas de la sección.

Nevia

Y es que, a veces, el cine consiste solo en estar seguro de una historia y saber contarla con todos sus recursos en línea, coordinados y compensados para transmitir una determinada sensación. La película de Di Stefano nos sitúa muy rápido en la Nápoles de los años noventa y en el ambiente de una familia de clase baja –madre fallecida, padre encarcelado, abuela-matriarca al frente de todos– habituada a la venta de drogas y el comercio sexual. En ese ambiente claustrofóbico, el destino de la protagonista se decide a sus espaldas, de modo que la trama parece desarrollarse en un segundo plano, entre palabras intuidas y siempre incompletas, arrancadas al teleobjetivo o escuchadas in media res. Un juego constante de puertas cerradas, de susurros y mesas redondas cuyo objetivo debemos completar igual que hace Nevia.

El fajo de billetes que sale de un bolsillo. Las molestas atenciones del apuesto Salvatore. Detalles breves que nos ahorran la enésima descripción de la mafia para centrarnos en la chica, en Nevia, en su deseo de independencia –identificado rápidamente por su gorro de arco iris– y en el retrato, sin duda amoroso, de las mujeres de su familia, del universo femenino –con influencia de Almodóvar reconocida en algunas entrevistas– que encarnan su tía soltera Lucia, su abuela Nanà, las prostitutas que frecuentan la casa o las vendedoras del mercadillo del barrio. Como dice Lucia en una secuencia, “nacer mujer aquí es una maldición”, pero eso no es óbice para crear una red de favores y negocios, de momentos de calidez y simpatía que alejan la película del miserabilismo o el victimismo habitual en propuestas de la misma naturaleza.

Contra el destino emerge en Nevia la resiliencia del arrojo femenino y, por supuesto, la fantasía y la imaginación del circo en la misma línea felliniana que ya recogiera un film como La pivellina (2009) de Tizza Covi y Rainer Frimmel y con el que Nevia tiene abundantes similitudes. El film de Di Stefano no oculta nunca su fascinación por el circo como un lugar mágico y opuesto a la realidad del barrio. Directora y personaje se fascinan por igual con el exotismo de los animales, con la simpatía de los artistas y su existencia nómada, en apariencia libre de convenciones y ataduras. Con un paralelismo muy ajustado, la cineasta contrapone primero los ojos ilusionados de Nevia al contemplarse maquillada en el circo y sus ojos apagados al maquillarse de mujer para su dieciocho cumpleaños. Mientras este parece condenarla a una vida de favores y silencios, la máscara circense la libera y la convierte en otra persona, en un personaje ajeno a la realidad.

Nevia 2019

El circo actúa en Nevia de manera semejante al atletismo en otra película de la sección Talents, la polaca All for my mother de Małgorzata Imielska. En aquella, la pasión por correr de la joven Olka representaba su deseo de alejarse de un entorno de violencia, de reformatorios e internados humillantes en los que ha vivido hasta entonces. Sin embargo, la película hace del atletismo ironía de su trayecto e imagen de su proceso de incomunicación, rodeada constantemente por teleobjetivos que impiden el más mínimo contacto humano, la menor petición de ayuda. Tratándose de dos películas similares y que, a grandes rasgos, nos cuentan la misma historia, Imielska recrudece los sufrimientos de la chica hacia una catarsis del drama –incluidas dos secuencias muy incómodas por el uso del fuera de campo– y un lamento de culpabilidad por el fracaso del sistema.

Por el contrario, Di Stefano elide las consecuencias más dolorosas para detenerse en los aspectos humanos de su película. Su postura podría resultarnos naïf o idealizada en exceso si no fuera por tres elementos muy acertados. En primer lugar, el convencimiento y la energía con la que Di Stefano pone en imágenes su historia, narrada prácticamente desde los ojos de la adolescente. En segundo, por el trabajo natural y a la vez comedido de Virginia Apicella en el papel protagonista. Y, por último, debido a la consciencia de que el arte, o el espectáculo, o la fantasía del circo, no sirven para limpiar el dolor de la vida, sino solo para maquillarlo, para expresarlo o expulsarlo de una manera distinta. En su primer intento de independencia, Nevia choca con los secretos de su jefe y protector Guido. Fascinada por su mundo, insiste en desvelar su vida oculta hasta provocar la furia de este y su expulsión de la carpa. No será hasta el último plano, la imagen de Nevia convertida en payaso, cuando comprenda que la belleza del circo procede precisamente de eso, del dolor de lo real transformado en una ilusión coloreada. Y Di Stefano la despida caminando con su hermana por un basurero de extrarradio, pero haciéndolo en línea recta hacia el futuro que ella misma ha elegido.

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