Next Floor
Si no tomas la sopa, va a venir el cuco Por Matias Colantti
Los pequeños relatos de Denis Villeneuve llegan a su última obra de cortometraje, como parte de un proceso de materialización monstruosa completa. Los componentes centrales de su cine, vinculado a la exposición de terroríficas criaturas que tejen su universo, llega a un punto climático de literalidad y realismo. Los subtextos y tramas estructuradas bajo un cine cargado de sombras y escalofriantes historias, gozan de la experimentación realista de un último ensayo sobre los monstruos errantes de la burguesía: La decadencia humana y el salvajismo capitalista (¿Alta burguesía?).
En una especie de retrospectiva, analizando REW – FFWD (Denis Villeneuve, 1994) nos habíamos encontrado con el crudo mensaje del monstruo del prejuicio social y cultural de la comunidad occidental, luego en 120 Seconds to Get Elected (Denis Villeneuve, 2006) revisamos las criaturas y los miedos del realismo político de la derecha conservadora con toda su ferocidad discursiva a través de un hombre cínico. En cada uno de estos cortometrajes, visibilizamos la presencia de un superficial argumento crítico hacia las bases de la burguesía más cruel y devoradora de la historia de la humanidad.La exploración de las temáticas más sombrías y la reproducción de este «lado B» tienen su conclusión en la visceralidad absoluta de Next Floor.
Esta última etapa en su experiencia dentro del cortometraje, solidifico una carrera más que esplendorosa hasta el año 2008, y así seguiría con otros títulos magníficos pero ya en el formato largometraje, con las reconocidísimas Incendies (2010), Prisioneros (Prisoners, 2013) y Enemy (2013). Estos tres films del director encontraron despliegue y le reservaron una butaca en el firmamento artístico europeo y próximamente hollywoodense, porque con Next Floor Denis Villeneuve llegaría al podio prestigioso cinematográfico de Cannes y seria galardonado con el premio internacional de la crítica.
La trama del corto se desenvuelve en enigmas silenciosos de un conjunto de comensales que se devoran cada plato, como si se devoraran entre ellos, o como si se devoraran a la sociedad entera. El corto apunta el foco a una cena carnívora, con extravagantes y peculiares personajes que están rodeados de la servidumbre clásica de mozos en trajes blancos y un cuarteto de cuerdas que desliza notas de música clásica, en cuartos densos de oscuridad y suciedad. El desarrollo rompe su estructura asfixiante de sonidos escabrosos de sesiones bestiales de digestión, cuando el piso del lugar empieza a ceder y los personajes empiezan a descender, síntoma del peso acumulativo de todo lo que están tragando (¿O es que tal vez caen por el peso de la miseria humana?)
Villeneuve reitera sus elementos estéticos, al decidir filmar con una puesta en escena sumamente sombría con poca iluminación y decorados lúgubres. La música que funciona como una línea armónica de pureza artística se ve interrumpida por las caídas desastrosas de la mesa y un contundente sonido de violencia que genera intriga y suspenso, otros de sus grandes talentos. La luz del candelabro como la única fuente de brillo, es excelente para pensar como su cine oscuro persigue lo más profundo de la hipocresía humana y la ilumina para desangrar lentamente sus miserias. El candelabro que se mueve sigilosamente, funciona como el clásico artefacto de cenas burguesas, que en este caso refleja su más extrema decadencia en tonos blancos.
Travellings lentos y en retroceso. Recursos narrativos simples y contundentes. Así en los primeros segundos del filme, Denis Villeneuve expone toda su capacidad cinematográfica y en unas cuantas imágenes expresa el concepto global de su relato: Monstruos devoradores.
¿Quiénes serán? ¿De dónde vienen? ¿Por qué están allí? Nada de eso responde el cortometraje, pero si podemos leer entre líneas la intención significativa de transmitir la acida y dura visión de las miserias elitistas. El canadiense llega a la máxima expresión de su cine “terrorífico” cuando en sus personajes, observamos las caras pálidas de síntomas moribundos, pelados horribles de rasgos vampíricos y algunas mujeres elegantes con miradas llenas de locura y miedo que te erizan los pelos. No son zombies, ni fantasmas, ni brujas u hombres-lobo, clásicos personajes del terror, pero si son humanos. Bestias humanas. En realidad son bestias, disfrazados de humanos.
La mesa de “honor”, plagada de bandejas que chorrean sangre de carne, es la plataforma ideal para profundizar el salvajismo burgués. Animales que comen animales. Interesante paradoja que propone reflexionar sobre las acciones devoradoras de los personajes y una cultura del exceso que se materializa en la extravagante cena carnívora del film.
No se cruzan palabras. La atmósfera sonora se llena de una armonía sinfónica de cuerdas que rodean la mesa y los escalofriantes sonidos de cubiertos que se complementan al irritante escuchar de los comensales masticando, tragando y tragando cada vez más, sin siquiera dedicarse una sola palabra entre ellos. Si hay algo que Villeneuve sabe, es hacer de sus obras, algo interminablemente insoportable. La falta de dialogo y la cuasi-mudez acompañada solo de estos sonidos, me recuerdan al film emblemático Berberian Sound Studio (Peter Strickland, 2012) que gano el BAFICI 2013 y narraba el proceso productivo de los sonidos morbosos en estudio de una película de brujas asesinas. Y miren que acertado, que recuerde una película de terror y que la relacione con imágenes oscuras del corto del autor canadiense. Es sin duda el sonido, el hilo conductor y el componente trabajado con más fuerza para transmitir el más fiel estilo de asfixiantes tensiones y sensaciones tenebrosas a cada instante, que nos brinda el director a lo largo de su trayectoria fílmica.
El intrigante movimiento cinematográfico de los minutos, nos develara algunos elementos críticos a los que Villeneuve nos tiene acostumbrados, pero que no nos mantendrá satisfecho nunca ¿Recuerdan lo de la piedra en el zapato no? El ambiente densificado de oscuridad visual y sonora esta presentado a través de un principio de inversión. Trajes elegantes, servicios de excelencia, sonidos angelicales y armónicos, peinados prolijos y barbas intelectuales, son componentes estéticos que parecen sacados de un cuadro, pero que se contraponen al olor a podrido que emanan desde sus interiores humanos, a través de sus miradas reacias y actitudes egoístas, propias de la fachada tradicional que ha construido la burguesía desde su origen en el siglo XVIII. La fábula de salvajes bien vestidos. Vestidos por el “progreso”. ¿Cómo era que decía la frase? “Aunque la mona se vista de seda…”.
La mirada perturbadora de uno de los “jefes” del servicio de mozos, nos mantendrá hipnotizados, principalmente porque sus ojos, que se repetirán al principio y al final con travellings de avance y retroceso, revelan la representación cruda de una sociedad que está disfrutando del sufrimiento ajeno. La clase elitista va decayendo lentamente. Piso tras piso y cada vez más rápido. El “jefe” solo se encarga de dar órdenes diciendo “next floor”. Esas palabras, que le dan título al cortometraje funcionan perfectamente, para describir un epilogo contundente, de lo que me animo a llamar en este análisis de los cortos del canadiense como la trilogía de la “burguesía”. Es un ensayo profundo y breve sobe la caída estrepitosa de una burguesía que aún sigue devorando el espíritu social de las comunidades marginales, y que tal vez este regresando a su lugar de origen: El infierno. Tal vez la mitología universal profesaba el ascenso y el descenso de bestias que venían a reinar, disfrazadas de reyes monárquicos, trajes empresariales, vestidos de última tendencia, peinados de realeza y rociados con el más delicioso perfume. Tal vez, Denis Villeneuve descubrió con su “Black Box”, el libro antiguo de estos misteriosos mitos de bestias burguesas, y ahora es un cronista de nuestro siglo, que como corresponde narra los sucesos de su tiempo y espacio, dándonos a conocer la inminente caída de este reino de monstruos. ¿O es que Denis Villeneuve es el amo del inframundo y todos sus monstruos están allí en sus películas?
Tal vez nada de esto sea cierto, pero sí es cierto que cuando éramos chicos, nos contaban de una criatura terrorífica que se movía sigilosamente entre las sombras de nuestras casas, esperando que comamos nuestra sopa. Nuestros padres eran sus emisarios, y enviaban a nosotros la paralizante amenaza de que si no tomábamos la sopa, el Cuco iba a venir a buscarnos de noche. Tal vez en Next Floor el Cuco está comiendo, y está ansioso por ver cómo nos tomamos nuestra sopa.