Normal Autistic Film
Cuando lo normal no existe Por Manu Argüelles
Recuerdo en la época que era universitario y estudiaba psicología, la aprensión que me producía cuando leía sobre psicopatologías, porque me daba la sensación de que, de todas, en menor o mayor grado, tenía algún rasgo. Con esta tonta anécdota lo que vengo a decir es que deberíamos desterrar de nuestro vocabulario el término «normal». No hay palabra que odie más. Quizás porque el sambenito más frecuente que a mí me ha caído es el de «raro». En todo caso, como a la chica que no entiende los chistes en el documental, a mí me pasa lo mismo: ¿qué diablos es lo normal? Porque me perdonarán, pero lo que la gente considera normal a mí me suele parecer disfuncional. Supongo que eso es ser «raro». En los mismos términos comprensibles se expresa otra de las adolescentes que aparecen en el film de Miroslav Janek: «si yo soy discapacitada, para mí la sociedad también lo es».
Normal Autistic Film quiere combatir la estigmatización. Los diagnosticados por la institución médica como autistas. Pero yo prefiero referirme a ellos, de la misma manera que se hace en Normal Autistic Film, como niños y adolescentes neurodiversos porque, al fin y al cabo, es lo que, en esencia, somos todos. Con ello huelga decir que comparto plenamente la postura que diafánamente deja traslucir Miroslav Janek. Estamos, si quieren, ante niños excepcionales, pero no ante enfermos mentales. Y en esta situación, al prescindir del término de autismo no creo que estemos ante un ejercicio de corrección política, esa tan extendida en la actualidad que acaba siendo una corriente asfixiante e hipócrita. Para mí es muy importante hacer un uso consciente del lenguaje. Y renunciar a aquello con lo que choca con tu sistema de valores. Según mi punto de vista, el autismo es una categoría médica, externa al individuo. Es un calificativo, además, que ha cristalizado en la sociedad con una carga valorativa negativa -y no digamos ya cuando decimos «enfermos mentales»-, con la que yo no me siento partícipe. En consecuencia, creo que el combate contra la estigmatización debe empezar por aquí, por cómo nos expresamos o, por lo menos, intentar ser coherente con nosotros mismos, con tus principios y con tu forma de mirar el mundo. No trato de dar lecciones a nadie, ni mucho menos. Es solo una práctica personal de empatía, de la que sí me siento responsable, como la demostrada por Normal Autistic Film.
Porque no hace falta ser muy perspicaz para reparar en lo difícil y en la complicada existencia de ellos en su entorno más inmediato. Normal Autistic Film, al situar a los adolescentes frente su cámara, lo que busca es permitirles que se expresen tal como se sienten. Con sus aspiraciones, sus deseos, su forma de construirse respecto a sí mismos y a los demás. Y es evidente que Miroslav Janek queda magnetizado ante ellos y permite que la mesura se le escape de las manos, pero me parece que como un acto totalmente deliberado. Cuando decía más arriba de la excepcionalidad de ellos me refiero, a lo admirable, por ejemplo, de cómo uno se dedica a tocar el piano. O el tremendo carisma innato que tiene el fan de las películas de Tarantino. Pero como dice su amigo, le gustan, no por su violencia tal como la gente se cree, sino por sus guiones sofisticados. Su madre, en una de las escasas intervenciones que ocupan los progenitores -porque el documental prefiere que sean ellos los que gobiernen el film-, comenta que a veces hay que avisarle de cuándo tiene que parar. Pero no es algo anómalo. Es fácil que recordemos nuestra época de adolescencia y esa energía excesiva con la que lo vivíamos todo. La chica que odia la sociedad, que se odia a sí misma y que escribe poesías, quizás nos parezca extrema. Pero no deja de manifestar el mismo angst adolescente desbocado de cualquier otro no diagnosticado como neurodiverso. Es necesario ese incoformismo para construirnos como adultos. Seguro que con los años sabrá canalizar ese ímpetu airado.
Normal Autistic Film, así pues, naturaliza a los chicos y chicas que son el centro de atención del documental. Les deja que sean partícipes directos de lo que se está realizando, que se vean a sí mismos a partir del visionado de lo grabado, que opinen qué les parece formar parte del film que se está realizando, etc. Les da presencia auténtica, ni más ni menos, la que habitualmente es elidida en el cine convencional. En ese sentido, el film sigue una de las corrientes canónicas del género, al focalizar su mirada en determinados grupos humanos situados en la periferia. Su acto político estriba en eso mismo, en visibilizar aquel al que la imagen, o bien lo ha estereotipado (¿The Big Bang Theory?), reducido a clichés o simplemente lo ha excluido de las principales líneas narrativas del audiovisual. Fácil, llegados a este punto, que nos sintamos tentados a denominar el largometraje como necesario. Pero dicha consideración se utiliza en los circuitos cinéfilos con tanta facilidad que con el abuso van a acabar por deformar su significado. Todo lo que sea un acto de sensibilización y lucha contra los estigmas siempre va a ser necesario. Eso para mí no acepta discusión. Normal Autistic Film al instaurarse bajo su formato está otorgando un grado de veracidad cuando deja que sean ellos los que se representen a sí mismos. Sometidos como estamos ante el exceso de estímulos, tal como manifiesta el chico cinéfilo, los testimonios en primera persona, a partir de su fruición en el ámbito televisivo que los ha distorsionado hasta extremos estrambóticos, también necesitan de cierta limpieza. El documental como género, cuando está abordado con respeto, cuidado y sensibilidad como es el caso, es una estrategia muy efectiva para restituir la grandeza de dicho recurso expresivo como fuente de conocimiento y de concienciación política. No sé si Normal Autistic Film es necesario pero todo lo que nos recuerde lo que es el respeto siempre será valioso. Porque para mí este no significa que todos somos iguales. No, esa es una trampa para asimilar al Otro y neutralizar su diferencia. El respeto es que tú y yo somos diferentes y que ambos mutuamente nos reconocemos en nuestra diferencia. Normal Autistic Film se mueve en este campo gravitacional, y más allá de sus irregularidades fílmicas y de su carencia innovadora este es, sin duda, un circuito en el que merece la pena moverse.